M¨¢s de 100 transexuales esperan el cambio de sexo en la sanidad andaluza
El hospital Carlos Haya, de M¨¢laga, es el ¨²nico del sistema p¨²blico que realiza la intervenci¨®n
Para un transexual, el cuerpo es como una c¨¢rcel que le obliga a convivir con un sexo equivocado. Desde marzo pasado, cinco enfermos se han liberado de esos barrotes. Tras una operaci¨®n de cambio de sexo, han conseguido un f¨ªsico que se corresponde con su mente y sus emociones. Son los primeros pacientes que han recibido un tratamiento integral (hormonal, psicol¨®gico y quir¨²rgico) desde que hace un a?o el Servicio Andaluz de Salud (SAS) asumiera esta prestaci¨®n. Otros 120 han requerido ya atenci¨®n en la Unidad de Trastornos de Identidad de G¨¦nero del hospital Carlos Haya, el ¨²nico de la sanidad p¨²blica espa?ola que da cobertura multidisciplinar y permanente a una patolog¨ªa definida como tal en 1949.
A mitad del camino
Bibiana Montoya, una almeriense de 43 a?os, es una de las pocas personas en lista de espera que se atreve a dar el nombre, el apellido y la cara. Est¨¢ a las puertas del quir¨®fano para liberarse de su cuerpo masculino. Dice que le van a quitar lo que le sobra y le van a poner lo que le falta. Ella, sin pretenderlo, explica el factor humano de esta dif¨ªcil traves¨ªa al al recordar una an¨¦cdota de su infancia. Cuando ten¨ªa 10 a?os, su maestro la hizo subirse a un banco y anim¨® a toda la clase a increparle "mariquita, mariquita". Dice que aquel d¨ªa sufri¨®, pero convirti¨® esta terrible experiencia en una fuerza positiva, porque a partir de ese momento ya no ten¨ªa nada que esconder.El celo de los enfermos operados por guardar su anonimato no es m¨¢s que un mecanismo para protegerse de los prejuicios sociales. Prefieren no dar la cara porque, como dice con escepticismo uno de ellos, "la sociedad, los pol¨ªticos y los jueces van muy por detr¨¢s de la ciencia".
La reflexi¨®n corresponde a Jos¨¦, un nombre que inventa para poder contar los miedos, las dudas y las reivindicaciones del colectivo sin desvelar su verdadera identidad. "Soy como un refugiado. Estoy en un pa¨ªs que es el m¨ªo, pero me siento extra?o, observado, en el punto de mira", confiesa. Su caso, el de un hombre atrapado en un cuerpo de mujer, es poco frecuente: un caso por cada 100.000 personas. La situaci¨®n inversa, una mujer en un cuerpo de hombre, es m¨¢s frecuente, ya que se estima la relaci¨®n en uno de cada 40.000.
Jos¨¦ ya ha recorrido la mitad del camino en la b¨²squeda de su "aut¨¦ntico" sexo. Se han extirpado las mamas (mastectom¨ªa), el ¨²tero (histerectom¨ªa) y los ovarios (ooforectom¨ªa). Est¨¢ pendiente de completar su tratamiento hormonal y psicol¨®gico para someterse a la intervenci¨®n en la que se le implantar¨¢ un pene (faloplastia).En otras ¨¢reas sanitarias, como en la cubierta por el Insalud, la cobertura se limita a los casos en los que existen malformaciones f¨ªsicas (intersexualidad). La novedad que introduce el SAS es, en primer lugar, el reconocimiento de la transexualidad como patolog¨ªa y, por tanto, la cobertura del tratamiento, aunque no existan malformaciones anat¨®micas ni disfunciones fisiol¨®gicas en la persona que lo solicita.
La segunda novedad es el car¨¢cter multidisciplinar de la atenci¨®n, ya que antes y despu¨¦s de las operaciones se ofrece asistencia psicol¨®gica y endocrinol¨®gica. Aunque a¨²n es pronto para hacer balance, el equipo m¨¦dico considera muy satisfactorios los resultados. Los profesionales -que esperan que ante el ¨¦xito y la demanda del programa, el SAS refuerce la unidad- defienden la prestaci¨®n dentro de la sanidad p¨²blica. "Porque es una enfermedad, no un capricho", enfatiza Francisco Giraldo, el cirujano del equipo.
Los datos corroboran su afirmaci¨®n. Nueve de cada diez personas que solicitan atenci¨®n re¨²nen los criterios de transexualidad, aunque dentro de este 90% deben descartarse despu¨¦s aquellos casos que, por contraindicaci¨®n m¨¦dica o psicol¨®gica, no pueden llegar a hacerse el cambio de sexo.
De los pacientes que actualmente reciben tratamiento en el hospital malague?o, casi todos proceden de Andaluc¨ªa. Un 10%, sin embargo, es de fuera. De momento no se han rechazado las solicitudes de otras comunidades aut¨®nomas. Ya hay 16 pacientes listos para someterse a la intervenci¨®n: diez de hombre a mujer y seis a la inversa.
El equipo empieza a pensar en el futuro. Le preocupa la tasa de abandono tras el posoperatorio. En Estados Unidos y Europa se sit¨²a entre el 30% y el 40%. Isabel Esteva, la endocrin¨®loga de la unidad, comenta que el objetivo es que sea lo m¨¢s baja posible. "No se da el alta a nadie", aclara. Y es que, aunque la intervenci¨®n sea un ¨¦xito, el seguimiento hormonal, psicol¨®gico y posquir¨²rgico es de por vida.
Los expertos han constatado que, tras el cambio de sexo, los pacientes experimentan un estado de euforia y autosuficiencia irreal que les lleva a "olvidarse" de asistir a la consulta de forma peri¨®dica, algo que los miembros del equipo consideran indispensable.
Un informe de la Agencia de Evaluaci¨®n de Tecnolog¨ªas Sanitarias de la Junta de Andaluc¨ªa dio hace un a?o los argumentos para asumir la prestaci¨®n. Los jur¨ªdicos: la recomendaci¨®n 117/1989 del Consejo de Europa que insta a los Estados miembros a proporcionar "tratamientos integrales" a los transexuales. Los sociales: la constataci¨®n de que "en las personas no intervenidas se han descrito elevadas tasas de ansiedad, abuso de drogas y marginalizaci¨®n, intentos de suicidio, suicidio o automutilaci¨®n".
Algo m¨¢s que una operaci¨®n
El transexualismo es una divergencia entre la realidad anat¨®mica y fisiol¨®gica, y la vivencia radical de pertenencia a otra identidad sexual que lleva incluso a rechazar el propio cuerpo. Su tratamiento exige algo m¨¢s que una mera operaci¨®n. Requiere una asistencia endocrinol¨®gica y psicol¨®gica prolongada que desemboca en una intervenci¨®n quir¨²rgica irreversible. A fin de poner a prueba la decisi¨®n del transexual y de determinar si su caso se encuadra dentro de la patolog¨ªa, el paciente debe someterse por lo menos durante un a?o al test de la vida real, que consiste en vivir seg¨²n las pautas del sexo que se pretende asumir. Completada esta fase, llega la intervenci¨®n.
Hay dos tipos: genitoplastia feminizante (de hombre a mujer) y masculinizante (de mujer a hombre). La primera es la m¨¢s demandada y es la que obtiene mejores resultados. Tal vez a eso se deba que tres de cada cuatro personas (75%) que inician el tratamiento se operan. La paciente debe someterse a una ¨²nica intervenci¨®n que dura alrededor de siete horas, en la que se le extirpan los genitales masculinos y con esos tejidos locales se le reconstruye una vulva, una vagina y un cl¨ªtoris.
Las posibilidades de estas mujeres de experimentar un orgasmo ser¨¢n del 80%, pero nunca podr¨¢n tener hijos porque carecen de las funciones reproductoras. El desarrollo mamario se logra con hormonas (El SAS no cubre la implantaci¨®n de siliconas) y si la nuez es demasiado prominente se hace una operaci¨®n complementaria. En la sanidad privada el coste total es de 1,5 millones de pesetas.
La reasignaci¨®n de mujer a hombre es m¨¢s compleja y por el momento tiene resultados m¨¢s limitados porque, aunque se logra que el enfermo tenga sensaci¨®n t¨¢ctil y er¨®gena, todav¨ªa no se consigue la erecci¨®n. Sin embargo, seg¨²n los especialistas, para estos pacientes el simple hecho de orinar de pie es una conquista porque el transexualismo no es tanto un problema de placer como de identidad sexual.
Requiere tres intervenciones distanciadas entre s¨ª de tres a seis meses. La primera para quitar las mamas, la segunda para extirpar los ¨®rganos genitales femeninos y la tercera para reconstruir un pene. La t¨¦cnica del equipo malague?o, sin embargo, consiste en realizar juntas las dos ¨²ltimas. Sean dos o tres las intervenciones, en total son necesarias unas 20 horas de quir¨®fano. Debido a que sus resultados son m¨¢s limitados, en otros pa¨ªses s¨®lo se opera el 40% de los que comienzan el tratamiento. Para reconstruir la uretra y el falo se pueden utilizar los tejidos del antebrazo o los extirpados de la zona genital. Tampoco es posible la reproducci¨®n. El coste total es pr¨¢cticamente el doble que el de hombre a mujer.
El carn¨¦ como terapia
?C¨®mo se siente una persona que ha conseguido cambiar su cuerpo cuando debe ense?ar un carn¨¦ en el que figura con el sexo contrario? La experiencia demuestra que es m¨¢s dif¨ªcil cambiar el sexo jur¨ªdico que el f¨ªsico. Las operaciones que desde hace tiempo se vienen realizando en centros privados y que desde octubre de 1999 ha asumido la sanidad p¨²blica andaluza dejan en evidencia el vac¨ªo legal existente. Tras una intervenci¨®n de cambio de sexo, el afectado debe entablar un pleito para que se le autorice la correspondiente modificaci¨®n en el Registro Civil. Generalmente, los tribunales fallan a favor, pero los transexuales echan en falta un mecanismo autom¨¢tico que no deje su sexo jur¨ªdico al arbitrio de la discrecionalidad judicial.
Trinidad Berguero, psic¨®loga de la Unidad de Trastornos de Identidad de G¨¦nero, va m¨¢s all¨¢. Est¨¢ convencida de que si ambos procesos fueran en paralelo se facilitar¨ªa el afianzamiento social y psicol¨®gico de los pacientes. En s¨ªntesis, que el carn¨¦ contribuir¨ªa a la terapia. Especialmente cuando las dificultades para la inserci¨®n en la sociedad suele llevar a algunos miembros del colectivo a refugiarse en la marginalidad.
Si bien los fallos judiciales suelen reconocer el cambio de nombre, algunas sentencias a?aden una coletilla que proh¨ªbe el matrimonio y la adopci¨®n. Los transexuales no aceptan que se les cierre una puerta a dos derechos que reivindican y cuya imposibilidad de ejercer consideran una "mutilaci¨®n social".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.