El Atl¨¦tico cae m¨¢s bajo que nunca

Que descanse en paz el Atl¨¦tico. Aunque sus aficionados vuelvan a llenar el domingo el Calder¨®n, aunque siga siendo el tercer equipo espa?ol, tras el Madrid y el Bar?a, m¨¢s seguido por televisi¨®n. Lo mismo da. Que descanse en paz el Atl¨¦tico como descansan hace ya tiempo su f¨²tbol y su autoestima. El Atl¨¦tico no perdi¨® ayer un partido m¨¢s. Perdi¨® donde nadie hab¨ªa perdido, ante un equipo que no presume de 97 a?os de vida; que presume de seis. Un equipo, el Universidad de Las Palmas, que hace un a?o estaba en Segunda B. Y hace tres en Tercera. Y hace seis en Segunda Regional. Un equipo compuesto por chavales del lugar apoyados por alg¨²n que otro veterano, como Alexis, Prieto o Esteban Torre. Un equipo que a¨²n no hab¨ªa ganado a nadie, que s¨®lo hab¨ªa marcado tres goles en nueve partidos. Un equipo, en fin, que est¨¢ te¨®ricamente de paso por la categor¨ªa. Contra ese equipo, contra el colista, perdi¨® el Atl¨¦tico. Lo hizo por 2-1, un resultado que incluso hay que considerar decoroso tal y como se desarrollaron los acontecimientos. Porque el mejor del Atl¨¦tico fue Toni, el portero, para mayor sonrojo.Encaj¨® el Atl¨¦tico la que posiblemente sea la derrota m¨¢s dolorosa en la historia de un club que jam¨¢s cay¨® tan bajo. Del equipo que una vez fue grande entre los grandes s¨®lo quedan recuerdos en la sala de trofeos del Calder¨®n, en las camisetas gastadas de sus antiguos jugadores y en la memoria de sus fieles. Al Atl¨¦tico le gan¨® ayer el Universidad de Las Palmas como le habr¨ªa ganado cualquier rival capaz de echarle cierto entusiasmo a la tarea. En el Atl¨¦tico ya no quedan excusas. S¨®lo errores. Ya no hay persecuciones que denunciar -de los nueve goles del equipo cuatro han llegado de penalti- ni, por tanto, ¨¢rbitros a los que crucificar. El de ayer, por ejemplo, no cometi¨® m¨¢s errores que aquel c¨®rner en el que Juan Carlos entr¨® al remate y se llev¨® por delante al portero y al bal¨®n, sin que se oyera silbato alguno, y una mano de Guillermo dentro del ¨¢rea insular que, sin embargo, vino precedida por una falta del propio Juan Carlos. Por ah¨ª no hay nada que rascar. El Atl¨¦tico se suicid¨® en dos jugadas de tan enorme dificultad como son dos saques de esquina. No encaj¨® m¨¢s goles porque as¨ª lo quiso Toni. Con loable intenci¨®n, Marcos Alonso intent¨® que aquel disparate lo arreglaran los chavales de la cantera, pero no ser¨ªa justo que ellos cargaran con la cruz, que se les exigieran responsabilidades tras la pantomima que viene perpetrando un equipo que, a d¨ªa de hoy, no se corresponde ni con la historia del club ni con el nivel de la Segunda divisi¨®n espa?ola.