Nosotros y los catalanes
Por fin Dur¨¢n Lleida habl¨®, como quer¨ªa Vicent Miquel desde hace tres a?os, y como no deb¨ªa ser de otra manera, en el Club de Encuentro Manuel Broseta. El acto, brillante, puso de manifiesto la necesidad de intervenciones pol¨ªticas de altura, y la urgencia de mayor comunicaci¨®n con nuestros vecinos del norte, importantes por s¨ª mismos, en el camino a Europa, y en la concepci¨®n del arco mediterr¨¢neo.Diez a?os sin comunicaci¨®n pol¨ªtica al m¨¢s alto nivel institucional fueron muchos y sin duda ello tambi¨¦n exacerb¨® el conflicto. Se trata, en definitiva, de estar o no con nuestros vecinos, que adem¨¢s son familia. Dando otra vuelta de rosca al famoso libro de Joan Fuster se tratar¨ªa de abordar ya sin prejuicios el tema de nosotros y los catalanes.
Las coincidencias, no s¨®lo ling¨¹¨ªsticas como indic¨® el conferenciante, haciendo referencia a la presentaci¨®n en el sal¨®n de cristal del Ayuntamiento de Valencia en los a?os 50, del Diccionari catal¨¤-valenci¨¤-balear, auspiciado por Manuel Sanchis Guarner y Mart¨ª Dom¨ªnguez, entre otros, son muy grandes. Los intereses comunes econ¨®micos y culturales son evidentes. Muchos sectores industriales de peque?as y medianas empresas tales como, mueble, juguete, textiles para el hogar o revestimientos cer¨¢micos son coincidentes, como recientemente est¨¢ poniendo de manifiesto la Instituci¨® econ¨°mica Ignasi Villalonga. La concepci¨®n exportadora de nuestras econom¨ªas hace que se llegue a una exportaci¨®n superior entre ambas al 40 por 100 del total espa?ol, lo que supone que pol¨ªticas monetaristas del tipo de la que en su momento llev¨® a cabo el ministro Solchaga, con la revalorizaci¨®n excesiva de la peseta, resulte perjudicial para nuestros intereses.
La defensa de los intereses valencianos, no siempre ser¨¢ coincidente con la de los catalanes. El retraso en la construcci¨®n del tren de alta velocidad, como en su momento el de la autov¨ªa Valencia-Madrid, ha restado posibilidades tanto a nuestro puerto como al conjunto de nuestra econom¨ªa, en beneficio de otras. No hay que eludir estas cuestiones que en definitiva son centrales para comprender el conflicto. El propio moderador Manuel Broseta Dupr¨¦ as¨ª lo apunt¨®, al plantear no saber hasta d¨®nde debe llegar la colaboraci¨®n y a partir de cu¨¢ndo la competencia. Sin duda hay confianza en las posibilidades y temor por la subordinaci¨®n.
La cuesti¨®n estriba en abordar los asuntos pol¨ªticos en igualdad de condiciones y sin sumisiones de ning¨²n tipo. La dificultad est¨¢ afortunadamente en que se trata de dos comunidades pujantes. Sin duda los intereses ser¨¢n coincidentes en numerosas ocasiones, tanto al reivindicar mayor financiaci¨®n per c¨¢pita del gobierno espa?ol, alrededor hoy de 10.000 pesetas por ciudadano frente a las m¨¢s de 20.000 de otras comunidades, como la disminuci¨®n del coste de los numerosos peajes de las autopistas que tenemos, o el rescate anticipado de las concesiones, e incluso el papel del eje mediterr¨¢neo en la construcci¨®n europea, o la propia concepci¨®n de la pol¨ªtica exterior mediterr¨¢nea, iniciada hace ya varios a?os conjuntamente por las comunidades catalana, balear, murciana, y andaluza, junto a la valenciana. Nada nuevo por otra parte, puesto que las C¨¢maras de comercio ya ven¨ªan reuni¨¦ndose de esta forma desde hac¨ªa m¨¢s de 30 a?os, en lo que ser¨ªa m¨¢s tarde el germen de la Conferencia permanente de C¨¢maras de comercio de Espa?a y Francia(Copef).
En otros temas, como el ya advertido del puerto, o incluso el de las ferias, donde se vislumbra un beneficiario, Madrid, los intereses pueden ser contradictorios pero la competencia no debe perjudicar el di¨¢logo. El l¨ªmite constitucional, cuestionable en el punto relativo a la federaci¨®n entre comunidades aut¨®nomas, no debe privarnos de su colaboraci¨®n. Por la propia entidad de las mismas, y por su capacidad legislativa, la colaboraci¨®n entre regiones aut¨®nomas se recoge en el contexto europeo, y por tanto debe contemplarse en el ¨¢mbito espa?ol. Lo contrario puede llevarnos a la ineficacia. El elevado n¨²mero de regiones europeas hace aconsejable la colaboraci¨®n entre ellas. Al tiempo, la colaboraci¨®n entre algunas no es sin¨®nimo de insolidaridad con las dem¨¢s. El trabajar bien conjuntamente unos, siempre beneficia al resto.
El componente mediterr¨¢neo, tan importante hist¨®ricamente para toda la corona de Arag¨®n, cuyas cuatro barras, se dec¨ªa, llevaban marcadas hasta los peces de este mar nuestro, hace imprescindible una pol¨ªtica coordinada tanto a nivel espa?ol como exterior europeo. Los diferentes sectores industriales, agr¨ªcolas, de la construcci¨®n y tur¨ªsticos, son conscientes de la importancia del actual fen¨®meno migratorio del cual son principales receptores, y que conlleva tambi¨¦n contemplar globalmente inversiones en los pa¨ªses de origen.
En definitiva una cuesti¨®n pendiente, saldada en beneficio del Club de Encuentro, por el inter¨¦s que despertaron las sugerencias de Dur¨¢n Lleida, ante un nutrido auditorio con concepciones otrora enfrentadas por visiones falsamente antag¨®nicas, de lo que en realidad es la relaci¨®n cultural y econ¨®mica existente entre catalanes y valencianos
Alejandro Ma?es es gerente de la Fundaci¨® General de la Universidad de Valencia.
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