?Cabe la izquierda en Europa?
La amplia dominaci¨®n de los Gobiernos socialdem¨®cratas en el seno de la Uni¨®n Europea comienza a resquebrajarse. En Francia la izquierda y en Espa?a la derecha, parecen confirmar sus posiciones de poder, pero, en cambio, en los otros tres grandes pa¨ªses europeos se perciben inequ¨ªvocos signos de cambio. En Italia, el populismo derechista de Berlusconi, en alianza con la extrema derecha de Fini, se perfila, despu¨¦s del triunfo en las pasadas elecciones regionales, como favorito de las pr¨®ximas generales; en Alemania, en todos los ¨²ltimos sondeos, los democratacristianos les pisan los talones a los socialdem¨®cratas (el de la semana pasada les daba el 38% y el 39%, respectivamente, de las intenciones de voto), y en el Reino Unido, Blair ha perdido, a partir del descalabro de la alcald¨ªa de Londres y de otros tropiezos importantes, todas sus seguridades de seguir siendo jefe de Gobierno. ?Se trata de un real cambio de signo o de un movimiento m¨¢s de las piezas del ajedrez social-liberal? En cualquier caso, las causas de la futura mudanza electoral son m¨²ltiples, y en su mayor¨ªa, coyunturales, pero todas ellas confirman la creciente desafecci¨®n por la pol¨ªtica, que se manifiesta en una leve pero continua disminuci¨®n de la participaci¨®n electoral y en una clara voluntad de castigo hacia los que en el momento del voto ocupan el mando pol¨ªtico.Ese cansancio en las creencias pol¨ªticas, esa quiebra de los valores ideol¨®gicos, componentes de lo que llamamos volatilidad del voto, son, al mismo tiempo, causa y efecto, por una parte, de la indiferenciaci¨®n de la oferta ideol¨®gica -cuya expresi¨®n m¨¢s socorrida es el pantano sin orillas del pensamiento ¨²nico-, y por otra, de la aton¨ªa de la demanda pol¨ªtica varada entre la perplejidad y el cinismo. Sus efectos se perciben en todos los pa¨ªses europeos tanto en la p¨¦rdida del perfil diferencial entre izquierdas y derechas como en la extrema dificultad de lanzar hip¨®tesis alternativas que sean al mismo tiempo viables y radicalmente distintas. La mejor ilustraci¨®n nos la ofrecen la inacabable autofragmentaci¨®n de la extrema izquierda, la imposible autonom¨ªa de la izquierda socialista en los partidos socialdem¨®cratas, la capacidad expansiva del centrismo por el se?uelo electoralista y los inextricables meandros de los partidos verdes, perdidos en las luchas de personas y fratr¨ªas.
?Cabe algo m¨¢s desalentador que el espect¨¢culo que est¨¢n ofreciendo Los Verdes franceses en la preparaci¨®n de su pr¨®ximo congreso, donde las seis mociones enfrentadas nos dicen mucho m¨¢s de las ambiciones de sus l¨ªderes (Dominique Voynet, Marie-Christine Blandin, Daniel Cohn-Bendit, Guy Hascoet y Noel Mamere) que de esa otra pol¨ªtica y esa otra sociedad que nos promet¨ªa su partido? Y lo mismo puede decirse de Ralph Nader, incapaz de sacar partido del tedio ciudadano y del asco pol¨ªtico en que Bush y Gore han sumido a los norteamericanos, para alzarse con una propuesta diferente e innovadora. Todos siguen, impotentes y voraces, chapoteando en el pi¨¦lago del liberalismo soft, con un poquito m¨¢s o menos de social, entre la condena y la apelaci¨®n t¨ªmida e hip¨®crita al Estado, deshojando la triste margarita de las alianzas plurales y discontinuas.
En el vigoroso debate entre Norberto Bobbio y Perry Anderson, en la d¨¦cada de los noventa, sobre derechas e izquierdas qued¨® claro que el ¨²nico modo de salir del social-liberalismo cubrelotodo era dejarse de pujas ret¨®ricas por la libertad en las que todos apostamos gratuitamente al m¨¢ximo y estar dispuestos a pagar el precio de empu?ar los valores de la igualdad. Tanto en el interior de cada pa¨ªs como en la perspectiva mundial. Sobre todo hoy, cuando la glorificaci¨®n del dinero, el empleo precario, la neocolonizaci¨®n de los pa¨ªses del Sur, la exaltaci¨®n del ¨¦xito, la privatizaci¨®n de las funciones p¨²blicas, la sustituci¨®n del Estado social por el Estado penal han entronizado la desigualdad como una realidad natural e inalterable. Por ello, socialismo libertario s¨ª, pero en la tradici¨®n del anarcosindicalismo espa?ol, del socialismo solidario. Desde esa reivindicaci¨®n quiz¨¢ pueda la izquierda volver a existir en Europa.
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