El Canal de las manchas
Una nueva mancha, la quinta desde el mi¨¦rcoles, fue descubierta ayer en las proximidades del lugar donde naufrag¨® el carguero italiano Ievoli Sun. Las autoridades francesas aseguran que las fugas de combustible y de las 6.000 toneladas de productos qu¨ªmicos embarcadas est¨¢n "contenidas" en una zona de 2,7 kil¨®metros de larga por unas decenas de metros de ancha. Pero el jefe del Gobierno, Lionel Jospin, entiende que de ¨¦sta no pasa: Europa tiene que reforzar el control de los puertos y prescribir los "barcos peligrosos".La exigencia de responsabilidades por el accidente afectan al armador y a los propietarios de la carga, Shell y Exxon, compa?¨ªas que han anticipado su buena disposici¨®n. El prefecto mar¨ªtimo del mar del Norte, almirante Laurent M¨¨rer, ha dado tres semanas a la sociedad armadora para que se comprometa a hacerse cargo de la limpieza de la zona. "Un gran n¨²mero de compa?¨ªas deben elevar sus exigencias respecto a los barcos que fletan", advirti¨® Jospin durante su visita del viernes a Cherburgo. El primer ministro se pregunt¨® tambi¨¦n si puede aceptarse, a estas alturas, que el capit¨¢n sea la ¨²nica autoridad que decide la salida de un barco en caso de tempestad.
"Yo sal¨ª de un puerto brit¨¢nico, no de Bangladesh". ?sta es la desafiante autodefensa de Antonio Giacolone, el capit¨¢n del Ievoli Sun, quien asegura haber zarpado del Reino Unido con el aval de un inspector de puerto. El capit¨¢n cuenta que la tripulaci¨®n trat¨® de usar las bombas de achique instaladas a bordo, pero no funcionaron y el agua inund¨® la proa y los dobles fondos con rapidez. Tanto ¨¦l como su armador, Domenico Ievole, se declaran v¨ªctimas de "la fatalidad" y descartan haber hecho algo reprochable; vienen a decir que Europa no da m¨¢s de s¨ª.
Algo parecido piensa el 50% de los franceses, seg¨²n una encuesta difundida ayer. Un conservador como Jacques Chirac y un comunista como el ministro de Transportes, Jean-Claude Gayssot, se han pasado toda la semana achacando a la lentitud europea la ausencia de los controles prometidos hace 11 meses, cuando el naufragio del petrolero malt¨¦s Erika sembr¨® la desolaci¨®n. El alcalde de Cherburgo, Jean-Pierre Godefroy, considera las aguas que se extienden frente a su ciudad como "una zona de alto riesgo, como el Mont-Blanc del mar". Mientras, el presidente del Consejo Regional de Breta?a clama por "un sistema europeo de seguridad mar¨ªtima para evitar nuevos dramas".
Y es que las costas del oeste de Francia llevan mucho padecido. Los grandes desastres comenzaron en 1967, cuando el Torrey Canyon, cargado con 130.000 toneladas de crudo, se estrell¨® contra la costa brit¨¢nica, pero la marea negra fue a parar casi ¨ªntegra a la Breta?a francesa. En 1978, delante de Portsall (Finisterre franc¨¦s), el Amoco C¨¢diz dej¨® escapar 233.000 toneladas de crudo, que contaminaron m¨¢s de 300 kil¨®metros de litoral. Muy cerca de ese mismo punto, dos a?os m¨¢s tarde, el Tanio se parti¨® en dos y verti¨® 8.000 toneladas de combustible sobre 140 kil¨®metros de costa. Nada comparable a la marea negra que sigui¨® al naufragio del Erika en 1999, a 50 kil¨®metros del cabo de Penmarch.
La repetici¨®n de desastres ha hecho que Francia instale una torre de control en la isla de Ouessant, as¨ª como centros de vigilancia y socorro en Jobourg, cerca de Cherburgo, y en Corsen, junto a Brest. Pero el Canal de la Mancha cuenta con un tr¨¢fico de 500 a 600 barcos diarios. Si no hay inspecciones serias sobre el estado de los barcos con transportes peligrosos, y si no se extreman las precauciones ante un aviso de tempestad, poco cabe extra?arse de los naufragios.
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