El Dow Jones predice la victoria de Gore y los inversores prefieren a Bush

El ¨ªndice Dow Jones de la Bolsa de Nueva York dice que ganar¨¢ Al Gore. Cuando el ¨ªndice sube entre final de julio y el d¨ªa de las elecciones, como est¨¢ ocurriendo, aunque por poco, el partido que ocupa la Casa Blanca se mantiene en ella. El Dow Jones ha acertado en 22 de las 25 ¨²ltimas presidenciales. Los inversores, en cambio, se inclinan ligeramente hacia George W. Bush. Y eso es importante porque el martes, por primera vez en la historia, la mayor¨ªa de los votantes ser¨¢n accionistas de alguna empresa.
En 1996, los votantes-accionistas rebasaron el 40%; esta vez, se estima que ser¨¢n bastante m¨¢s de la mitad, quiz¨¢ hasta el 60%. La paradoja radica en que esos votantes-accionistas, grandes y peque?os por igual, no prefieren al continuista Gore, heredero de Bill Clinton, el hombre que ha presidido sobre una ¨¦poca de expansi¨®n econ¨®mica prodigiosa, sino a Bush, un hombre sin otra experiencia que la de gobernador y cuya promesa es llevar el cambio a Washington.Las tesis de los accionistas se ven respaldadas por los dos medios de informaci¨®n econ¨®mica m¨¢s influyentes en Estados Unidos: tanto el diario The Wall Street Journal como el semanario brit¨¢nico The Economist otorgan su voto period¨ªstico a Bush. Una encuesta publicada por el Investor's Business Daily indica que el 50% de los inversores votar¨¢n por Bush, frente al 40% que optar¨¢ por Gore. Otro 6% se declara indeciso y el resto se reparte entre el ecologista Ralph Nader (3%) y el ultra Pat Buchanan (1%).
El Investor's es una publicaci¨®n de tendencia republicana, pero las conclusiones de su encuesta concuerdan con la tendencia apreciable en otras anteriores, realizadas para el semanario financiero Barron's y para Reuters. Concuerdan asimismo con un fen¨®meno palpable en todo el pa¨ªs: la bonanza econ¨®mica no se atribuye a los m¨¦ritos de Clinton como presidente y Gore como vicepresidente, sino al trabajo duro de la poblaci¨®n, a la explosi¨®n de Internet y, en ¨²ltimo extremo, a la pericia de Alan Greenspan, el presidente de la Reserva Federal.
Tres fallos en un siglo
En igualdad de condiciones, optan por los impuestos bajos, el Gobierno reducido y el libre capitalismo. Eso podr¨ªa explicar por qu¨¦ las predicciones del casi infalible Dow Jones no coinciden con las encuestas de intenci¨®n de voto. El Dow Jones ha fallado tres veces este siglo. La primera, en 1932: una leve subida no pudo hacer olvidar el crash de 1929. La segunda, en 1956, porque la popularidad de Dwight Eisenhower estaba por encima de los vaivenes econ¨®micos. La tercera, de gran inter¨¦s frente a la votaci¨®n de ma?ana, ocurri¨® en 1968. Aquel a?o, Estados Unidos se encontraba en el punto culminante de un largu¨ªsimo periodo de bienestar econ¨®mico. Y el candidato dem¨®crata era el vicepresidente en ejercicio, Hubert Humphrey. Pero Humphrey fue derrotado por Richard Nixon.El crecimiento hab¨ªa durado tanto, que los electores ya no lo relacionaban con el poder pol¨ªtico. Consideraban que el cambio no entra?aba ning¨²n riesgo para la econom¨ªa. Incidentalmente, el crecimiento eterno en que se desarrollaron aquellas elecciones se trunc¨® al a?o siguiente, 1969.
Entre los grandes sectores industriales hay divisi¨®n. Las petroleras, las farmac¨¦uticas y las de armamento apoyan decididamente a Bush, porque creen que su gesti¨®n las favorecer¨¢. Los bancos, siempre apegados a la estabilidad, y las empresas de alta tecnolog¨ªa (excepto Microsoft, enfrentada a la Administraci¨®n dem¨®crata), se inclinan por Gore. Parece existir consenso entre las grandes corporaciones en que si ganan los dem¨®cratas, el Congreso deber¨ªa permanecer en manos republicanas; y, aunque en la pr¨¢ctica m¨¢s dif¨ªcil, tambi¨¦n al contrario.
En el universo de Wall Street, el distrito financiero de Nueva York, las tendencias son, a primera vista, contradictorias. El candidato dem¨®crata obtiene un respaldo apreciable entre los due?os y m¨¢ximos ejecutivos de las grandes sociedades inversoras, mientras que la clase de tropa prefiere a Bush. "Eso no es extra?o", explica el broker Roman Liniuk, "porque, a pesar de lo que se dice, la rebaja de impuestos que propone Bush no beneficia especialmente a las grandes fortunas, sino a los buenos sueldos".
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