El tercer entierro de Haile Selassie
Un peque?o f¨¦retro con los restos del emperador de Etiop¨ªa, Haile Selassie, muerto hace 25 a?os, recorri¨® ayer, por ¨²ltima vez, las calles de Addis-Abeba. Apenas unos miles de personas se alinearon en ellas para despedir al hombre que les gobern¨® con mano de hierro durante 45 a?os. No hubo grandes movimientos de masas ni despedidas emocionadas; s¨®lo el respetuoso silencio de la mayor¨ªa.La procesi¨®n funeral recorri¨® los 10 kil¨®metros que separan la iglesia de Ba'ata Mariam Geda, donde se hallaba el cuerpo de Selassie desde 1992, y la Catedral de la Trinidad, en la c¨¦ntrica plaza de Meskal. El patriarca de la Iglesia ortodoxa et¨ªope, Abune Paulos, presidi¨® una misa en medio de c¨¢nticos que se pod¨ªan escuchar desde los alrededores del templo. En su homil¨ªa, Paulos ponder¨® las virtudes de hombre, al que calific¨® de importante para su pa¨ªs y para ?frica.
Cerca del peque?o ata¨²d, recubierto con los colores rojo, amarillo y verde, los de la bandera nacional, un grupo de viejos guerreros coronados con melenas de le¨®n form¨® una guardia de honor. Cerca del f¨¦retro de quien fuera rey de reyes se alineaban los s¨ªmbolos del poder; en un extremo, una imagen de san Jorge, el patr¨®n de Etiop¨ªa; en el otro, una reproducci¨®n del Le¨®n de Jud¨¢, apelativo del ex emperador.
El espect¨¢culo funerario parec¨ªa arrancado de otra ¨¦poca, o del excelente libro El Emperador, del escritor polaco Ryssard Kapuscinsky, quien narra con detalle las interioridades de aquella corte medieval y el trabajo de alguno de sus servidores: el encargado de cambiar el coj¨ªn debajo de los pies del emperador, el maestro de ceremonias, quien le advert¨ªa, con un leve movimiento, del final de la audiencia de nombramientos y destituciones...
Selassie, coronado emperador en 1930, estaba considerado un dios por la comunidad rastafari. La oposici¨®n de los rastas al nuevo entierro, al considerarlo sacr¨ªlego, no impidi¨® que muchos de ellos acudieran a las exequias como observadores. Ras Lumumba, un rastafari de Sud¨¢n que vive desde hace tres a?os en Etiop¨ªa, dijo que Selassie era su mes¨ªas: "?l no ha muerto y nunca morir¨¢; su cuerpo no le pertenece, es algo que sabe todo el mundo".
"Fue uno de los l¨ªderes mundiales m¨¢s brillantes", proclam¨® Emanuel Feyesa, un hombre de 87 a?os vestido con el uniforme de gala de los tiempos del emperador. "El am¨® a su pueblo", dijo lac¨®nicamente Rita Marley, la viuda del cantante Bob Marley, uno de los s¨ªmbolos del movimiento rasta.
El emperador falleci¨® a los 81 a?os en 1975, meses despu¨¦s de un cruento golpe de Estado conducido por militares marxistas encabezados por Mengistu Haile Mariam. Selassie, quien qued¨® prisionero de los golpistas, fue asesinado por lo soldados y enterrado en secreto en una tumba sin inscripciones situada cerca de las letrinas del palacio imperial.
Tras la ca¨ªda del r¨¦gimen, el cuerpo fue descubierto y trasladado en 1992 al mausoleo en el que reposaba hasta ayer junto a algunos miembros de la realeza. La familia del emperador, la mayor¨ªa en el exilio, negoci¨® durante a?os con la Iglesia ortodoxa et¨ªope un cambio de ubicaci¨®n para cumplir as¨ª con uno de los deseos de Selassie: reposar junto a su esposa, la emperatriz Menen, en la bella Catedral de la Trinidad de Abeba. El actual Gobierno acept¨® a rega?adientes el cambio, pero rechaz¨® la posibilidad de dispensarle un funeral de Estado.
El diminuto Selassie fue un personaje complejo; por un lado, result¨® uno de los impulsores del africanismo con la creaci¨®n de la OUA; por otro, ejerci¨® con brutalidad una monarqu¨ªa feudal. Seg¨²n la leyenda, ¨¦l era el monarca n¨²mero 225 de una dinast¨ªa con 2.000 a?os de antig¨¹edad, que entroncaba con el rey Salom¨®n y la reina de Saba.
Han pasado m¨¢s de 25 a?os de su muerte. Su pa¨ªs sigue postrado en la m¨¢s absoluta pobreza. La guerra fronteriza, larvada o abierta, con Eritrea y las hambrunas c¨ªclicas han arruinado cualquier mejor¨ªa. El Gobierno actual niega toda responsabilidad en el desastre; esta misma semana acus¨® al difunto Selassie de todos los males, culp¨¢ndole de la represi¨®n de campesinos y del hambre.
Han pasado 25 a?os y su recuerdo sigue siendo motivo de gran pol¨¦mica. Los m¨¢s ancianos le recuerdan desde la veneraci¨®n y para los m¨¢s j¨®venes es una figura olvidada.
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