Fericgla se?ala paralelismos entre Internet y el chamanismo
?Chamanismo e Internet? El antrop¨®logo catal¨¢n Josep Maria Fericgla, que no ha dudado anteriormente en analizar asuntos como el uso cultural de las sustancias alucin¨®genas, se ha embarcado ahora en otra singular exploraci¨®n. Se trata del estudio de la figura milenaria del cham¨¢n y, m¨¢s all¨¢ de la moda actual del neochamanismo de la Nueva Era -que critica-, su relaci¨®n con un fen¨®meno que uno imaginar¨ªa tan ajeno a esa figura como el de Internet. "Internet se parece al tipo de realidades alternativas en las que entran los chamanes en sus pr¨¢cticas ext¨¢ticas", afirma Fericgla.
El piso de Fericgla en Barcelona tiene mucho de museo etnol¨®gico, aunque los objetos que acumula constituyen a la vez un recorrido por la trayectoria del antrop¨®logo. Una colecci¨®n de figuritas de amanitas recuerda el inter¨¦s que dio pie a El bolet i la g¨¨nesi de les cultures. El tambor y las flechas remiten a sus largas estancias entre los j¨ªbaros. Un viol¨ªn amaz¨®nico hecho con el caparaz¨®n de un armadillo y una raqueta de squash entablan en un rinc¨®n un mod¨¦lico di¨¢logo intercultural. Es imposible no echar una mirada disimulada a las macetas de la terraza.Acaba de aparecer Los chamanismos a revisi¨®n, obra subtitulada De la v¨ªa del ¨¦xtasis a Internet (Kair¨®s), en la que Fericgla se enfrenta al tema del chamanismo. "Algunos estudiosos niegan su existencia, siguiendo en esto a los marxistas radicales; otros niegan la profundidad cognitiva del cham¨¢n, y otros hablan del chamanismo en singular -algo que arranca de las obras de Mircea Eliade, obsoletas en su faceta te¨®rica-, como si existiera un patr¨®n ¨²nico", explica. "Ahora ya podemos observar que se trata de una realidad compleja, que hay muchos chamanismos".
"En mi opini¨®n", prosigue, "la esencia del cham¨¢n es construir l¨ªmites para su sociedad. L¨ªmites morales, mentales, sobrenaturales, e incluso est¨¦ticos. Es el especialista en delimitar la realidad, y por eso ¨¦l mismo traspasa los l¨ªmites a veces. Por esa raz¨®n se le identifica con sacerdotes, sanadores y locos. Todos esos papeles tienen que ver con los l¨ªmites de la sociedad". Fericgla se?ala que los chamanes cl¨¢sicos son figuras propias de las sociedades de transmisi¨®n oral, que se organizan en torno a las emociones, en contraposici¨®n a las sociedades alfabetizadas, que se organizan alrededor de la l¨®gica abstracta. "El chamanismo existe a¨²n, pero s¨®lo puede darse en un entorno de cultura cham¨¢nica", subraya. Dice que aqu¨ª "tuvimos nuestros chamanes aut¨®ctonos": las meigas en Galicia, las bruixes en Catalu?a..., pero que todo eso pas¨®, y que la figura de moda del neocham¨¢n vegetariano, sabio y feminista es una pura proyecci¨®n occidental. Explica que todos los chamanes aut¨¦nticos que ha conocido "dicen que con los blancos no pueden hacer nada, no pueden curarlos ni atacarlos".
Aunque formen parte de un universo cultural lejano, los chamanes, con su acceso al inconsciente a trav¨¦s de ritos ext¨¢ticos, sustancias psicotr¨®picas, ayunos o aislamiento sensorial, est¨¢n muy cerca del fen¨®meno de Internet y su universo virtual, juzga Fericgla. "Internet constituye una forma nueva, distinta, de construir la realidad, con superposici¨®n de tiempos y espacios. Permite moverse en diferentes planos de realidad y tiempo a la vez, asumir identidades distintas y cambiar de sexo. Son experiencias similares a las milenarias del cham¨¢n, que cree que se encarna en otros seres, viaja al plano de los esp¨ªritus y construye su visi¨®n de la realidad a partir de signos que s¨®lo ¨¦l sabe leer". Fericgla apunta que los virus inform¨¢ticos, enemigos que pueden matar los datos vitales, tienen incluso alg¨²n parecido con las flechas m¨¢gicas, invisibles, que lanzan los brujos y que los chamanes deben saber conjurar para evitar enfermar o morir. "Creo que el estudio del chamanismo puede ayudar a entender el fen¨®meno de Internet", concluye. "Puede ofrecer un modelo cognitivo para un nuevo mundo ca¨®tico, m¨®vil, de fronteras cambiantes". En todo caso, " es un modelo muy interesante para reflexionar, pero, insisto, no importable".
Los j¨ªbaros y la cabeza del perezoso
Cambio sustancial en el proyecto de Fericgla de filmar una ceremonia j¨ªbara de reducci¨®n de cabeza: finalmente se emplear¨¢ la de un perezoso (bradypus) y no la de un ser humano como estaba previsto. La raz¨®n del cambio no es la que podr¨ªa parecer, sino que los propios j¨ªbaros se han opuesto a la idea de reducir una cabeza humana. No por ning¨²n prejuicio hacia el asunto en s¨ª, qu¨¦ va, sino por miedo. Los shuar -tribu j¨ªbara- no han querido reducir la cabeza del cad¨¢ver an¨®nimo que las autoridades ecuatorianas iban a facilitar para que ejecutaran su secreta ceremonia de reducci¨®n a fin de que un equipo de antrop¨®logos la documentase, explica Fericgla. "Me dijeron que ni so?arlo, que por qu¨¦ iban a reducir la cabeza de alguien que no les hab¨ªa hecho nada. Creen que su esp¨ªritu o sus parientes les perseguir¨ªan. Si no es enemigo, qu¨¦ ganas de buscarse uno, opinan. As¨ª que vamos a usar la cabeza de un perezoso, un animal que ya se empleaba tradicionalmente como sustitutorio en esta ceremonia cuando no se pod¨ªa decapitar al enemigo. Espero que no tengamos ahora una bronca de la sociedad protectora de animales".Sobre la cuesti¨®n de por qu¨¦ los j¨ªbaros no reducen a las personas enteras, sino s¨®lo las cabezas -una pregunta que se har¨¢n muchos-, Fericgla se?ala el inter¨¦s de tantos pueblos -desde los celtas a los dayaks- por la cabeza como sede del esp¨ªritu del hombre. "Adem¨¢s, tenemos el aspecto pr¨¢ctico: aparte que es mucho m¨¢s dif¨ªcil procesar un cuerpo entero (de entrada hace falta un recipiente muy grande), en la selva es mucho m¨¢s c¨®modo y seguro llevarse la cabeza del enemigo que cargar con todo el cuerpo, sobre todo si te persiguen sus parientes".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.