Medio pa¨ªs vota, medio pa¨ªs se abstiene
Cuando los chicos del reparto lancen hoy el peri¨®dico local a la puerta de muchos hogares de Estados Unidos, mensajes como los que siguen instar¨¢n a los ciudadanos a movilizarse y salir a votar: "Recuerda: votar te lleva s¨®lo unos minutos. El resultado de las elecciones te afectar¨¢ durante a?os". "El martes es tu gran oportunidad. ?No la desperdicies!". Pero hoy, el primer martes despu¨¦s del primer lunes de noviembre, fecha elegida para las elecciones presidenciales, la mitad de los ciudadanos de EE UU en edad de votar, m¨¢s de cien millones de personas, optar¨¢ por quedarse en su casa y no acudir¨¢ a ejercer su leg¨ªtimo derecho al voto. Eso significa que la otra mitad se pronunciar¨¢ por un candidato que resultar¨¢ ser el presidente de una minor¨ªa.
Apat¨ªa, desencanto, confusi¨®n y un inmenso sentimiento de inutilidad es lo que mantiene a la mayor parte de la poblaci¨®n estadounidense en edad de votar alejada de las urnas, seg¨²n un informe del Departamento de Estado.
La abstenci¨®n hay que calcularla a partir de los ciudadanos en edad de votar (poco m¨¢s de 200 millones) y su relaci¨®n con los que lo han hecho realmente; este dato ser¨ªa mucho m¨¢s desproporcionado si el censo registrase a aquellos millones de ciudadanos que se esconden de ¨¦l y forman una poblaci¨®n clandestina. Atendiendo ¨²nicamente al registro, la primera abstenci¨®n la personifican todos aquellos que no acuden a inscribirse en el registro para obtener una tarjeta que les acredite como votantes, acto necesario y distinto al del censo de poblaci¨®n.
Esa primera abstenci¨®n la forman 50 millones de ciudadanos. Cincuenta millones de estadounidenses que consideraron una molestia innecesaria, que no les proporcionar¨ªa ning¨²n beneficio, acudir a registrarse. No son pocos los que creen que esas molestias son deliberadas y ya antiguas: la obligaci¨®n de inscribirse para votar fue inventada para excluir a los pobres, a los negros, a las mujeres y a los inmigrantes.
"Mucha gente explica su abstencionismo diciendo: 'Yo s¨®lo soy un individuo. Mi pobre voto no va a cambiar nada", explica Maxime Barkan, miembro de la Liga de Mujeres Votantes en Austin (Tejas). Y, sin embargo, la historia electoral estadounidense est¨¢ llena de casos que ejemplifican lo contrario: el margen que dio la victoria a John F. Kennedy sobre Richard Nixon en 1960 fue de menos de un voto por precinto. Precisamente un voto por precinto fue lo que dio derecho al voto a las mujeres en 1911 en California.
"Nuestra misi¨®n es animar a la gente a implicarse. Ayudarles a que superen el 'no me interesa la pol¨ªtica' y acudan a las urnas", prosigue Barkan. Para movilizar a la ciudadan¨ªa que sufre de apat¨ªa, la Liga de Mujeres Votantes emprendi¨® una campa?a de la que espera recoger sus frutos hoy. Su lema, "Lleva un amigo a votar". Con ese enunciado han dado charlas, han llamado por tel¨¦fono a los desmotivados y han repartido folletos y pegatinas. "Tenemos que hacer entender al pueblo estadounidense que tiene un lugar en el sistema, que cada voto cuenta y que su voto puede cambiar cosas", enfatiza Barkan. "Todos aquellos que no votan desprecian uno de sus m¨¢s preciados derechos de ciudadan¨ªa y permiten que otros tomen decisiones en su lugar".
"Nuestra democracia est¨¢ en peligro. Y esto deber¨ªa ser importante para un pa¨ªs que se enorgullece y define a s¨ª mismo como una gran democracia", declara Karrie Key, que compite por el cargo de juez de distrito en Austin, ciudad en la que los republicanos tienen su cuartel general. "El ideal del sufragio universal, de un hombre un voto, hace tiempo que se ha quebrado en Estados Unidos".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.