Parlamentarista 'a la vasca'
La decisi¨®n del Gobierno vasco de no presentar el proyecto de ley de Presupuestos Generales de 2001 para la comunidad aut¨®noma ha suscitado las l¨®gicas denuncias de la oposici¨®n sobre la incapacidad del Ejecutivo para gobernar, pero, sin embargo, no se ha recalcado lo suficiente que tal decisi¨®n vulnera todas las reglas del juego de la forma de gobierno parlamentaria y nos hace volver a los negros per¨ªodos del parlamentarismo artificial de Isabel II a mediados del siglo XIX. Aunque tal vez esto ¨²ltimo represente la constataci¨®n de que los nacionalistas vascos simbolizan la tradici¨®n espa?ola m¨¢s rancia, creo que no debe dejarse de lado y, por ello, es necesaria su denuncia ante la opini¨®n p¨²blica. Expondr¨¦ a continuaci¨®n las razones que me llevan a la posici¨®n aqu¨ª mantenida.Todo arranca de la misma aprobaci¨®n del Estatuto cuando se decidi¨® no definir la forma de gobierno de la comunidad aut¨®noma vasca, para evitar injerencias "externas" al ser el Estatuto una ley org¨¢nica espa?ola, y remitirse a una ley posterior. Esta ley fue la 7/1981, de 30 de junio, de Gobierno, que estableci¨® una forma de gobierno parlamentaria de las que se denominan racionalizadas, es decir, con regulaci¨®n estricta de los mecanismos parlamentarios (investidura, cuesti¨®n de confianza, moci¨®n de censura) y, fundamentalmente, con la introducci¨®n de la moci¨®n de censura constructiva. Parad¨®jicamente, este tipo de parlamentarismo racionalizado es el mismo que la Constituci¨®n espa?ola ha establecido, por lo que sus importadores vascos, como en tantas otras cosas (sistema electoral, por ejemplo) se dedicaron a copiar a los vituperados espa?oles. El problema es que tal importaci¨®n permite que un gobierno minoritario pueda seguir gobernando ya que exige para su destituci¨®n parlamentaria la oposici¨®n de la mayor¨ªa absoluta y unida en torno a un candidato com¨²n a la Lehendakaritza, es decir, la conjunci¨®n de una amalgama pol¨ªtica que ir¨ªa de UA a EH pasando por PP, PSE e IU. Si tales condiciones no se producen, el gobierno minoritario sigue gobernando, pero fuera ya de toda l¨®gica pol¨ªtica democr¨¢tica.
Vistos los datos legales de definici¨®n del sistema parlamentario vasco, pasemos a analizar la situaci¨®n actual del Gobierno Ibarretxe. Al margen de la dudosa legitimidad moral inicial de estar apoyado por un grupo parlamentario antisistema como EH, el Gobierno Ibarretxe ten¨ªa la legitimidad formal para gobernar a partir de mayo de 1999. Sin embargo, la ruptura formal parlamentaria con EH este a?o 2000 produjo una situaci¨®n en la que el Gobierno pas¨® a ser claramente minoritario frente a la oposici¨®n constitucionalista (PP, PSE, UA). La continuidad de un gobierno de este tipo s¨®lo puede producirse por un breve per¨ªodo de tiempo hasta recomponer una nueva mayor¨ªa y siempre que el Parlamento no proclame expresamente que ha perdido la confianza en el Ejecutivo.
Sin embargo, las mociones de censura que el Gobierno Ibarretxe pudo superar por la exigencia legal de la mayor¨ªa absoluta demostraron ya definitivamente su minor¨ªa real ya que obtuvo por dos veces menos votos que la oposici¨®n constitucionalista. Y aqu¨ª es donde deber¨ªan haber empezado a funcionar las reglas del parlamentarismo, entendido a la manera europea: un gobierno al que el Parlamento ha otorgado menos sufragios que los obtenidos por la oposici¨®n en una moci¨®n de censura s¨®lo puede continuar gobernando si es capaz, en un muy corto plazo de tiempo, de buscar una nueva mayor¨ªa parlamentaria que le permita contar con apoyos suficientes para seguir gobernando en el amplio sentido de la palabra, no exclusivamente vegetando como gobierno. En todo caso, el Gobierno, para poder seguir gobernando democr¨¢ticamente en un sistema parlamentario, ha de tener mayor¨ªa suficiente para cuando se produzca la votaci¨®n decisiva del a?o y ¨¦sta es la del proyecto de ley de Presupuestos Generales en el que se plasma la pol¨ªtica gubernamental para el siguiente ejercicio. Si el Gobierno pierde la votaci¨®n en tal proyecto de ley no tiene otra salida, en un sistema parlamentario democr¨¢tico, que dimitir y convocar elecciones. No hay alternativa posible. El expediente buscado por el Gobierno Ibarretxe (no presentar el proyecto de ley por que est¨¢ perdido de antemano) es equivalente a la derrota parlamentaria anticipada y, volviendo al principio de este art¨ªculo, nos retrotrae a la Espa?a cutre de mediados del siglo XIX cuando en la d¨¦cada de 1845 a 1854 s¨®lo se aprob¨® la ley de Presupuestos para 1845, prorrog¨¢ndose los de ese a?o hasta 1848. Al final de ese per¨ªodo (de 1852 a 1854) se establecieron los presupuestos a trav¨¦s de simples reales decretos, lo que confiemos no sea un precedente para la Euskadi actual.
Todo lo anterior demuestra que el Gobierno Ibarretxe deber¨ªa haber dimitido ya, siendo en estos momentos un gobierno al margen de las reglas del parlamentarismo democr¨¢tico o, tal vez, asumiendo subrepticiamente un parlamentarismo vasco como otros propugnan una democracia vasca. Y deber¨ªamos recordar que las instituciones no se reivindican en conmemoraciones vac¨ªas, sino respetando las reglas del juego democr¨¢tico.
Eduardo V¨ªrgala Foruria es profesor titular de Derecho Constitucional de la UPV..
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