Asientos olorosos

El equipaje imprescindible para ir a La Capellan¨ªa, una de las aldeas de la localidad de Hornos (Ja¨¦n) situada en pleno Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas, debe incluir unos prism¨¢ticos. As¨ª se podr¨¢ disfrutar del vuelo de los buitres leonados, que tienen en esta zona una de las poblaciones m¨¢s importantes de la pen¨ªnsula.Se podr¨¢ ver sobrevolando las sierras alg¨²n impresionante ejemplar con m¨¢s de dos metros de alas anchas desplegadas sobre el cielo, con cuello y cola cortos y con una cabeza con pluma muy peque?a que les da cierto aspecto de calvos. Adem¨¢s de observar a los buitres y las ¨¢guilas perdiceras, una sorpresa m¨¢s se puede descubrir en el cielo. Se trata de figuras humanas que saltan desde El Yelmo practicando deportes a¨¦reos en la base que tienen all¨ª establecida.

A simple vista, sin necesidad de prism¨¢ticos, se disfruta de uno de los paisajes m¨¢s sobrecogedores de las colas del pantano del Tranco. Apenas a un kil¨®metro de esta aldea, por la ¨²nica carretera de conexi¨®n que existe entre La Capellan¨ªa y Hornos, aparece una desviaci¨®n que lleva directamente al conocido como Yelmo chico, un monte que ofrece un paseo circular que se puede realizar a pie o en veh¨ªculo, que pasa por las cuevas en las que a primera hora de la ma?ana aparecen ejemplares de cabra montesa.

S¨®lo ante el m¨¢s absoluto silencio saldr¨¢n de su escondite unos ejemplares, que ahora se est¨¢n reponiendo despu¨¦s de padecer durante a?os la enfermedad de la sarna, que estuvo cerca de acabar con ellos. Ahora vuelven a recuperarse.

Cualquier casa de La Capellan¨ªa con vistas al monte, que se sit¨²a frente a la aldea puede servir de atalaya para divisar las cabras. El atardecer y el amanecer son los momentos del d¨ªa m¨¢s apropiados para iniciar una excursi¨®n por el sendero que conduce al Yelmo chico, situado en la sierra de Segura.

Un d¨ªa despejado permite divisar desde la altura los ¨²ltimos trazos del pantano m¨¢s grande de Ja¨¦n y comprobar que este a?o sus reservas no son excesivamente abundantes. Si un lado del camino deja la vista despejada hacia el valle, el margen derecho no puede desatenderse por las rocas destrozadas por el viento y el agua que simulan desfiladeros sobre las cabezas.

Por el suelo del sendero aparecen innumerables pi?as ca¨ªdas de los pinos que pueblan este monte bajo. Muchos de ellos proceden de las repoblaciones que se han realizado, aunque tambi¨¦n se mantienen los pinos laricios propios de este lugar.

La vegetaci¨®n de Segura, la sierra en la que est¨¢ enclavado Hornos y sus alrededores, ofrece ejemplares curiosos, como la planta llamada Asiento de la monja. Tiene forma de coj¨ªn modelada por el fuerte viento que sopla en las zonas altas de la monta?a y por el fr¨ªo que soporta y presenta, adem¨¢s, unas formas semiesf¨¦ricas que simulan cilicios. Precisamente este detalle es el que ha hecho que sea conocida por este nombre. No falta en la vegetaci¨®n todo el entramado de los enebros rastreros o bajo los pinos el t¨ªpico matorral mediterr¨¢neo.

Los ocho kil¨®metros que separan La Capellan¨ªa de Hornos ofrecen este paisaje t¨ªpico, pero salpicado por peque?as concentraciones de olivos. Ni en el monte se ausenta el ¨¢rbol m¨¢s habitual de la provincia de Ja¨¦n, aunque en esta zona se trata de una agricultura ecol¨®gica que pretende dar respuesta a los problemas medioambientales. Los olivos de Hornos cumplen la funci¨®n de conservaci¨®n y detenimiento de la erosi¨®n.

Con unas t¨¦cnicas de cultivo especial se pretende que la tierra no llegue hasta el pantano, con lo que se evita su colmataci¨®n, lo que ser¨ªa altamente perjudicial.Esta agricultura y el aprovechamiento forestal son las fuentes principales de subsistencia de los habitantes de Hornos y sus aldeas. Las especies cineg¨¦ticas y la pesca son muy abundantes, por lo que suponen recursos utilizados para incrementar los ingresos de la poblaci¨®n.