Tanguy, Ferm¨ªn y la Se?ora JOAN DE SAGARRA
Mi¨¦rcoles, 8 de noviembre, 19.30 horas. El sal¨®n de actos del Institut Fran?ais acoge un p¨²blico numeroso que ha acudido a escuchar a Michel del Castillo en la presentaci¨®n de la edici¨®n, reedici¨®n espa?ola, de su novela Tanguy (Ikusager Edicions, Vitoria-Gasteiz, 1999). Un p¨²blico numeroso en el que predomina la gente joven. Mucha de esa gente muestra un ejemplar de la novela -en la edici¨®n original francesa, en la castellana o en la catalana- en sus manos. Luego se acercar¨¢n al autor para que se la dedique. Cuando Michel del Castillo, acompa?ado por Philippe Reliquet, el director del Institut, cruza la sala para dirigirse al estrado, una chica da un codazo a su amiga y exclama: "Regarde, c'est lui!", como si se tratase de un rockero o de un gal¨¢n cinematogr¨¢fico.Michel del Castillo se expresa en franc¨¦s. Dice que su castellano deja mucho que desear (lo cual, cuando se exprese en dicha lengua, resultar¨¢ del todo falso). El autor de Tanguy, nacido en Madrid (1933), de madre espa?ola, C¨¢ndida del Castillo, y padre franc¨¦s, Michel Janicot, nos cuenta por qu¨¦ prefiere el franc¨¦s como lengua familiar y literaria. Cuando el ni?o Miguel Janicot del Castillo contaba tres a?os, en el Madrid republicano de comienzos de la guerra civil, el castellano era la lengua del horror y del griter¨ªo -"?que llegan los moros!"-; su abuela materna, Presentaci¨®n, una se?ora de derechas, de la derecha espa?ola de toda la vida, y su hija C¨¢ndida, periodista y visceralmente comprometida con la Rep¨²blica, se hablan a gritos. El peque?o identifica pronto el castellano con la lengua del horror y del terror. Pero cuando su madre regresa a casa de madrugada, le despierta y le habla en franc¨¦s, lo mima, lo tranquiliza en franc¨¦s, porque Miguel es un ni?o franc¨¦s y ha de seguir si¨¦ndolo cuando termine la guerra. Para el ni?o Miguel, el franc¨¦s ser¨¢ siempre m¨¢s la lengua del sosiego, del cari?o.
Michel del Castillo, abandonado a los nueve a?os por su padre y por su madre, habla de los 40 a?os que ha tardado en descubrir su vida, en dotar, en arropar mediante un gui¨®n biogr¨¢fico de una cierta solidez las escenas, viv¨ªsimas, que pueblan su infancia y su adolescencia, que leemos en Tanguy. Michel del Castillo habla mucho de su madre, a la que cre¨ªa muerta porque no pod¨ªa imaginar que ¨¦sta le hubiese abandonado. Habla de su madre, elegant¨ªsima, subiendo las escaleras del casino de Vichy (donde probablemente ejerc¨ªa la entra?neuse por unos pocos francos, arrastrando a los hombres hacia las mesas de juego). Habla de la detenci¨®n de su madre (el marido, ofendido y humillado por el divorcio republicano de su esposa y su posterior matrimonio con un capit¨¢n de las Brigadas Internacionales, h¨²ngaro o checo, la hab¨ªa denunciado a los alemanes), del echarpe de zorro plateado que cubr¨ªa las manos esposadas de su mam¨¢. Y habla de su mam¨¢ recluida en el campo de concentraci¨®n, que no de exterminio, franc¨¦s de Rieucros, que reclama a su hijo. Habla de la barraca de las republicanas espa?olas, de las mujeres que entregan una parte de su rancho para el peque?o, que tiene que crecer (cuando llegue el turno de preguntas, una mujer presente en la sala se identificar¨¢ como la muchacha de 18 a?os que compart¨ªa con C¨¢ndida, su hijo y otras mujeres la barraca de las republicanas en Rieucros. El p¨²blico la aplaudi¨® y, terminado el acto, la mujer y Michel del Castillo se abrazaron).
Michel del Castillo finaliz¨® su intervenci¨®n afirmando que con los a?os ve al ni?o Tanguy, al ni?o que ¨¦l fue, o imagin¨® ser, un tanto ingenuo. "No soy rousoniano", dijo, "m¨¢s bien soy de la opini¨®n de que el hombre, por naturaleza, es una saloperie, una porquer¨ªa".
A la salida me encuentro con Francisca y la hija de Ferm¨ªn. Francisca Cano, como les contaba en mi horma del pasado domingo, es una antrop¨®loga que trabaja en una tesis doctoral sobre La pena tutelar y pedag¨®gica Los expedientes del Titulat Tutelar para ni?os de Barcelona (1921-1936), la primera persona que ha tenido acceso a los expedientes, a las fichas de los menores ingresados, como Tanguy / Del Castillo, en el asilo Dur¨¢n; y la hija de Ferm¨ªn, el personaje que el 9 de julio de 1949 se fuga con Tanguy / Del Castillo del asilo Dur¨¢n, es la hija de J. M. V. S., el ni?o de 15 a?os identificado por Francisca que, efectivamente, se fug¨® con Del Castillo, fallecido en Terrassa en julio de este a?o.
Se las presento a Michel del Castillo. "?La hija de Josep Maria, la hija de Ferm¨ªn. No puede ser", me dice Michel. "Josep Maria y Ferm¨ªn no son la misma persona". Y acto seguido Del Castillo nos cuenta que si bien en la novela dice haberse fugado con Ferm¨ªn, no ocurri¨® as¨ª. Ferm¨ªn, nos cuenta Del Castillo, era un chico, mayor que ¨¦l, cuyo nombre real era Ferm¨ªn. Era un chulo que ten¨ªa un mont¨®n de mujeres trabajando para ¨¦l, que le llevaban paquetes de comida, y hasta hab¨ªa una a la que le dejaban entrar en el asilo para verse -?acostarse?- con el muchacho. Tanguy / Del Castillo lo admiraba hasta el punto de convertirlo en parricida, lo cual, seg¨²n confiesa hoy el autor, era falso. A Tanguy / Del Castillo le hubiese gustado escaparse con Ferm¨ªn, pero ¨¦ste no ten¨ªa ning¨²n deseo en complacerle; estaba muy bien en el asilo, respetado por los hermanos y mimado por sus mujeres. Del Castillo dice no comprender, no saber muy bien por qu¨¦ Josep Maria, que no era su amigo, al que apenas conoc¨ªa y cuyo rostro le es hoy dif¨ªcil de recordar, se fug¨® con ¨¦l. Francisca revela a Del Castillo que Josep Maria no era la primera vez que se fugaba, y le dice que si ¨¦ste le acompa?¨® en la fuga tal vez lo hizo porque lo ve¨ªa indefenso, para ayudarle. Como as¨ª hizo: roba comida y ropa para Tanguy / Del Castillo y acaba haci¨¦ndole subir a un tren, camino de Madrid, para encontrarse con su abuela.
Del Castillo parece encantado con la versi¨®n que le brinda Francisca. Y uno piensa, con Francisca, que despu¨¦s de 40 a?os busc¨¢ndose una vida, se hace muy dif¨ªcil saber lo que hay de verdad entre lo que vivi¨® el ni?o Tanguy / Del Castillo, lo que escribi¨® el joven Michel del Castillo en Tanguy, con 24 a?os, y lo que hoy cuenta el sesent¨®n Michel del Castillo. En cualquier caso, lleva raz¨®n la antrop¨®loga al afirmar que las novelas, por buenas, por muy buenas que sean, no siempre ayudan al trabajo del investigador.
Durante la cena, en el apartamento de Scarlett y Philippe Reliquet, le pregunto a Michel del Castillo qu¨¦ hay de cierto sobre su entrevista con Franco, a finales de los cincuenta, a ra¨ªz de la publicaci¨®n en espa?ol (por la editorial Caralt) de Tanguy. Michel me dice que no hubo tal entrevista, que cuando se public¨® la novela en Espa?a el marqu¨¦s de Valdeiglesias, la familia Romanones y sobre todo los Luca de Tena le ayudaron, por ser hijo de la "loquilla", la "rojilla" de su madre, emparentada o bien amiga ¨ªntima de esas familias. Mercedes F¨®rmica public¨® en ABC sendas entrevistas con Michel del Castillo, el juez Justo D¨ªaz Villasante y el doctor L¨®pez Ibor, en las que se atacaba al asilo Dur¨¢n. Ataques que hallaron respuesta, a favor del asilo, por parte de Jos¨¦ Bru Jard¨ª, miembro del Patronato del mismo, en el Brusi, as¨ª como por algunos miembros de la orden de San Pedro ad V¨ªncula, la orden que estaba al frente del asilo Dur¨¢n. Michel dice que fueron los Luca de Tena los que hicieron llegar la novela al Pardo. Michel me dice que do?a Carmen la ley¨® y se qued¨® impresionada. Tras la lectura, la esposa del general s¨®lo hizo -?a los Luca de Tena?- dos preguntas: "?Es cierto que el protagonista es un hu¨¦rfano?". "Los que pegan al ni?o, ?son padres o hermanos?". Cuando le dijeron a do?a Carmen que los que pegaban eran hermanos, la esposa del general se tranquiliz¨®. En cualquier caso, la pol¨¦mica sobre la veracidad o no veracidad de lo que contaba el autor acerca del asilo Dur¨¢n termin¨® en un santiam¨¦n. "Se dec¨ªa", me confes¨® Michel, "que la Se?ora estaba detr¨¢s".
P. S. Sobre la Se?ora y otras se?oras del franquismo, les recomiendo el libro de Jes¨²s Pardo Las damas del franquismo (Ediciones Temas de Hoy, Madrid, 2000).
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