Peter Brook estrena una peque?a joya
El fascinante relato teatralizado que es 'Le costume' llena de magia el Teatre de Salt
?nica parada de Peter Brook en Espa?a: Girona. Una verdadera l¨¢stima porque Le costume es un espect¨¢culo casi de peque?o formato, transportable, con s¨®lo cuatro actores, y donde Brook asume sus propios postulados del espacio vac¨ªo. Bastan una cama, un par de sillas y una mesa para que el relato del escritor surafricano Can Themba se muestre en su plenitud, emergiendo de los gestos de los actores la vida multicolor de los guetos de Sophiatown. Peter Brook es uno de los grandes maestros del teatro del siglo XX y merecer¨ªa estar con asiduidad en los grandes centros teatrales espa?oles. En el Teatre de Salt, dentro del festival Temporada Alta de Girona, s¨®lo ha estado dos d¨ªas.Le costume es una historia tragic¨®mica. Es divertida hasta que el final se tuerce en una tragedia inesperada, en un aullido desgarrador ante lo irreparable de la muerte. Un joven profundamente enamorado de su esposa se entera un d¨ªa de que su mujer lo enga?a con otro hombre. Vuelve a casa, pero el amante huye por la ventana dejando tras de s¨ª su traje, que da t¨ªtulo a la obra. El ¨²nico castigo que el marido impone a la esposa es que, a partir de ese d¨ªa, cuide del traje como de un invitado, que lo siente a la mesa a las horas de comer, que lo lleve de paseo. Es un castigo, en apariencia, suave, pero se acaba convirtiendo en una aut¨¦ntica tortura psicol¨®gica para la mujer.
La circunstancia produce inevitablemente situaciones c¨®micas, pero la crueldad del marido, la angustia en que vive la mujer, van subiendo de tono y la sonrisa se va agriando, es cada vez m¨¢s triste, y termina en desesperaci¨®n.
El montaje es de una sobriedad que alcanza la m¨¢xima depuraci¨®n. Todo sucede sobre una alfombra en cuyo centro se sit¨²a una cama. La alfombra es la casa, alrededor est¨¢n las calles. As¨ª de simple. Las habitaciones de la casa -cocina, comedor, dormitorio- surgen, sencillamente, de las acciones de los int¨¦rpretes. Y es en ellos en los que Peter Brook se apoya para provocar la magia del teatro. Son s¨®lo cuatro int¨¦rpretes, pero se multiplican hasta lograr crear a su alrededor el universo social en el que sucede esa tragedia cotidiana.
Resulta fascinante ver c¨®mo el amor traicionado se transforma progresivamente en dominaci¨®n del hombre sobre la mujer en el rostro de Hubert Kounde, el marido. Ver c¨®mo su esposa, la espl¨¦ndida actriz Tanya Moodie, vive en su interior una infinidad de estados psicol¨®gicos desde la angustia al desconcierto, a la felicidad, a la determinaci¨®n de la muerte. Un trabajo, el de Tanya Moodie, sencillamente excelente. A su alrededor, el veterano actor, escen¨®grafo y m¨²sico Sotigui Kouyat¨¦ -fiel colaborador de Brook desde hace 17 a?os- y el joven Cyril Guei asumen diversos papeles, incluidos los femeninos, con verdadera gracia.
Sobriedad, en el caso de Peter Brook, no quiere decir otra cosa que una voluntad de eliminar todos los objetos significativamente innecesarios de la escena. Le bastan los actores, a los que hace transitar entre la pantomima y la interpretaci¨®n interiorizada a trav¨¦s de una pieza que es, sobre todo, un relato teatralizado. Los personajes narran sus vivencias y s¨®lo en algunas ocasiones establecen di¨¢logos propiamente dram¨¢ticos. Pero el resultado es soberbio, teatralmente soberbio. Brook es, incluso en peque?o formato, un creador de grandes espect¨¢culos.
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