El largo v¨ªa crucis de un pintor convertido en mujer
"A los ocho a?os fui violada". As¨ª empieza su discurso Antonia Artemisa Torti, pintora. Un discurso que tendr¨¢ algunas vacilaciones en el g¨¦nero gramatical, s¨®lo gramatical, porque Antonia es transexual. Quiere decir que cuando fue violada era un ni?o; que fue un pintor bien situado en las vanguardias del pop italiano y la nueva figuraci¨®n europea; que estuvo casado con una mujer hasta que decidi¨® ser mujer ella misma; que form¨® parte de la Factory de Andy Warhol, y del grupo de locos amigos de Keith Richards y Mick Jagger; que cambi¨® su sexo y el g¨¦nero en su carn¨¦ de identidad, en un largo viacrucis que la convirti¨® en la se?ora estupenda que es ahora, y que, con una cabeza excepcionalmente amueblada, est¨¢ dispuesta a contar su historia desde el principio, ahora que expone en la galer¨ªa Belarde 20 de Madrid."A los ocho a?os fui violada", dice Antonia Artemisa Torti, "por diez chavales de dieciocho a?os. Es una historia totalmente passoliniana. Cuando a?os despu¨¦s conoc¨ª a Passolini y se lo cont¨¦, encontr¨® que era fant¨¢stico.... Para m¨ª entonces no lo fue. Fue algo muy traum¨¢tico, muy dram¨¢tico".
Antonia cuenta que su padre, un alto dirigente de la Televisi¨®n Italiana, promovi¨® un proceso que fue un esc¨¢ndalo, y a los violadores les llevaron presos. Que la publicidad inmediata del asunto fue tambi¨¦n muy dura, porque aquel ni?o qued¨® marcado, pero que el fulgurante ascenso econ¨®mico de la familia, y el consiguiente cambio de barrio, de colegios, etc¨¦tera, tuvo que ver con lo que pas¨® despu¨¦s. "Cuando ten¨ªa doce a?os", dice, "viv¨ªa como una ni?a, lo que parec¨ªa inaceptable. As¨ª que, con la complicidad de un m¨¦dico amigo, me hicieron un tratamiento, que inclu¨ªa el electro shock, y que me hizo olvidar absolutamente todo. Comenc¨¦ entonces el par¨¦ntesis de mi masculinidad". Fue la pubertad, los primeros enamoramientos, la universidad. Estudia Bellas Artes, porque "desde muy ni?a sab¨ªa que iba a ser pintora, y aunque nunca he cre¨ªdo que el arte se pueda ense?ar, mi familia quiso que lo hiciera y lo hice". "Debo decir que era un joven completamente asexuado. Me cre¨ªa un ¨¢ngel... Finalmente encontr¨¦ una mujer bell¨ªsima, con una gran fuerza, una gran personalidad, una enorme cultura, probablemente la mujer que yo hubiera querido ser. Mi mujer. Viv¨ª con ella diez a?os, la am¨¦ mucho y a¨²n la amo".
"Ella me ense?¨® mucho de lo que s¨¦, me dirigi¨® a la pintura de un modo decisivo y me present¨® a todo un mundo en el que mi arte se pod¨ªa desarrollar con m¨¢s libertad. Empec¨¦ a exponer, eran los a?os setenta, con Luce Monachesi, y con Levi, en Roma y en Mil¨¢n...".
Hay que decir que Antonia Torti (Antonio entonces) llevaba una carrera art¨ªstica de enorme ¨¦xito, y su mujer era su marchante. Ella le hab¨ªa presentado a Iris Clert, con quien expuso varios a?os y le llev¨® a la Bienal de S?o Paulo del 77; a Ives Klein, a Fontana, a un largo etc¨¦tera de artistas e intelectuales de ese gran momento de la cultura francesa.
El proceso de cambio de sexo de Antonia Artemisa Torti pas¨® por un quir¨®fano de Londres, adem¨¢s de por el div¨¢n del psicoan¨¢lisis y la botica de las hormonas. "Me niego a dar detalles de mi edad", comenta con humor, "pero no lo hice a los veinte a?os. La menopausia ocurre despu¨¦s de los cuarenta. Si yo me hubiera operado a los veinte, hubiera sido una mujer menopa¨²sica a los veinte a?os, lo que seguramente hubiera sido terrible... No se lo aconsejo a nadie. Estoy muy contenta de haberlo hecho, digamos que despu¨¦s de los treinta. Es un tema muy serio: un transexual debe tomar hormonas todos los d¨ªas de su vida, y en lo que se convierte un hombre cuando se opera es en una mujer menop¨¢usica, con tratamiento hormonal sustitutivo". Y luego viene la dif¨ªcil adaptaci¨®n del cuerpo y del alma a la nueva manera de ser. "Despu¨¦s de una operaci¨®n de cambio de sexo te conviertes en una ni?a, en una adolescente que no sabe qu¨¦ hacer con el cuerpo. La operaci¨®n propiamente dicha no es m¨¢s que el principio: luego vienen las otras, ¨¦sas de las que hablaba Antonia San Juan en la pel¨ªcula de Almod¨®var: la cara, los pechos, las caderas, la nuez...".
"S¨®lo me oper¨¦ tres meses despu¨¦s de la muerte de mi padre, pero mi madre estaba all¨ª y me dijo: te he parido hoy de nuevo... En las mujeres he encontrado complacencia, solidaridad, generosidad, y... y hasta un poco de celos. Las miradas de los hombres, en cambio, son muy traumatizantes. Las transexuales somos vistas como objetos sexuales, y debo decir que en principio no me disgusta, pero despu¨¦s no te dejan hablar, somos objetos sexuales mudos. Los hombres interrumpen siempre. Y suelen tener una actitud de desprecio, te consideran no s¨®lo inferior como mujer, sino una especie de submujer Un simulacro de mujer. Es un desaf¨ªo continuo. Les notas pensar que c¨®mo t¨², desde una posici¨®n masculina, es decir, fuerte, superior, has decidido pasar a una posici¨®n inferior; del sexo fuerte te pasas al sexo d¨¦bil... Yo intento elaborar mi discurso desde la negaci¨®n de la inferioridad de la mujer, pero es cierto que las transexuales conscientes estamos muy traumatizadas y muy solas. Por ejemplo, no se nos admite en los c¨ªrculos feministas".
"Es obligatorio cambiar nuestra imagen: con todos los respetos, no s¨®lo hay las transexuales de la far¨¢ndula, a las que quiero y admiro mucho. Hay otras: conozco artistas, m¨¦dicas, abogadas, amas de casa... Pero la sociedad no nos admite m¨¢s que en el mundo de la far¨¢ndula y de la noche. Para m¨ª es fundamental dar una imagen del nosotras como seres en los que no s¨®lo es el cuerpo el que habla: tenemos un cerebro, tenemos un discurso, tenemos una personalidad entera y diferente. Quisiera poder abrir en tantos lectores y espectadores, en sus mentes, la posibilidad de que conciban que es posible un transexual intelectual. No es que la construcci¨®n del propio cuerpo, de lo femenino desde lo masculino, no sea importante. Lo es, y mucho. Es posible que tengamos un aspecto chocante, que nos diferencia, pero tambi¨¦n es obligatorio pasar de este caparaz¨®n, entrar m¨¢s adentro, pensar que detr¨¢s hay muchas m¨¢s cosas que esa primera imagen".
"La condici¨®n transexual es radicalmente marginal, y se da el caso de que las peque?as comunidades de marginales no tienen ninguna solidaridad entre ellas. Hagamos el discurso de la diferencia, por favor. Un¨¢monos. Yo he tenido la fortuna de vivir mi transexualidad en un ambiente bastante elitista, en una sociedad culta en la que puedo encontrar elementos para elaborar mi propio discurso".
-Pero usted me dec¨ªa que los intelectuales incluso, cuando usted tom¨® la decisi¨®n de cambiar de sexo, reaccionaron mal.
-S¨ª, claramente, pero tengo la posibilidad de hacer ese discurso, tan restrictivo finalmente, que me permite aceptarme, entender parcelas de mi personalidad y tomar las decisiones que he ido tomando en mi vida de una manera que otras personas, en una situaci¨®n de deseo como la m¨ªa, pero con menos medios intelectuales, dir¨ªamos, no podr¨ªan asumir ni elaborar nunca. La gente sufre mucho. Yo tambi¨¦n he sufrido, pero tengo herramientas para comprender.
El camino emprendido por Antonia Artemisa Torti termina cuando hace la experiencia de la vida conyugal como mujer. Ahora, cerrado el ciclo y tras la ruptura de esa pareja, vuelve a la vida la pintora, con todo lo que esto tiene.
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