Luto en la antesala del para¨ªso
El id¨ªlico pueblo de Kaprun tardar¨¢ tiempo en reponerse de la tragedia que el sabado se cobr¨® al menos 155 vidas
En la monta?a de Kitzsteinhorn, un para¨ªso para los aficionados a los deportes de invierno cercano a la ciudad de Salzburgo, murieron al menos 155 personas, y un tercio de esa gente eran j¨®venes austriacos de la zona, de este pueblo o de los vecinos. Da igual, aqu¨ª se conocen casi todos entre s¨ª. No ha habido una cat¨¢strofe como ¨¦sta en casi 50 a?os en Austria, ni Kaprun ha enterrado tantos j¨®venes al mismo tiempo desde entonces.La dorfkirche (la iglesia del pueblo que cada ciudad austriaca tiene) de Kaprun s¨®lo recuerda a otros casi 50 j¨®venes austriacos que murieron durante la II Guerra Mundial sirviendo en las filas del Ej¨¦rcito alem¨¢n. Sus fotos est¨¢n en la entrada de la iglesia desde entonces.
Cerca de all¨ª, de esta iglesia que se eleva por encima del peque?o pueblo de 3.000 habitantes, en la noche de ayer se levant¨® la capilla ardiente para los tres trabajadores que murieron el s¨¢bado asfixiados por el humo que r¨¢pidamente se elev¨® del t¨²nel hacia la cima de la monta?a.
"Ha sido una cat¨¢strofe", dice Margit Renz, propietaria del hotel Orgler, uno de los que alberga algunas de las 5.000 plazas de las que esta villa dispone para recibir a los turistas. "Todo coincidi¨®", explica angustiada Renz, "era s¨¢bado y la ma?ana era espl¨¦ndida, si hubiese sido un lunes habr¨ªa sido igual de tr¨¢gico, pero no hubiese habido tantas personas en el tren". "Muchos de nuestros clientes habituales nos llamaron para saber c¨®mo est¨¢bamos, porque pensaron que est¨¢bamos en el tren", a?ade.
Margit Renz espera que sus clientes vengan cuando la temporada de esqu¨ª comience la pr¨®xima semana, aun cuando el tren que lleva a los esquiadores al glaciar sobre la monta?a no estar¨¢ en funcionamiento hasta por lo menos finales de diciembre. "Por suerte ninguno de nuestros hu¨¦spedes estaba en el tren", dice Renz, "s¨®lo uno no vino a dormir el s¨¢bado por la noche, pero apareci¨® a las siete de la ma?ana [de ayer]". "Fue espantosa la espera de los hu¨¦spedes uno a uno, el comprobar si aquel coche o el otro eran retirados por alguien. Espero que esto no se repita nunca m¨¢s", dice la propietaria con las manos sobre la cara.
El pueblo vive del turismo y de los deportes invernales. Es privilegiado en esto sobre otras zonas del resto del pa¨ªs, puesto que en el glaciar que se halla en la cima de la monta?a hay nieve todo el a?o. A la entrada a¨²n permanece un cartel que anuncia una competici¨®n de snowboard, similar a la que impuls¨® a subir a muchos j¨®venes el s¨¢bado pasado, para los d¨ªas 26, 27 y 28 de este mes. Un polic¨ªa local dijo que muy probablemente se quite el cartel cuando haya tiempo de pensar en ello.
Por el momento, Kaprun no sale de su asombro. Unos ancianos reunidos en el caf¨¦ Anita de la ciudad comentaron que lo m¨¢s desconcertante es no saber, con certeza, qu¨¦ fue lo que caus¨® el accidente en el t¨²nel de 3.200 metros de longitud. Se niegan a aceptar el rumor de que el tren transportaba alg¨²n tipo de material inflamable para unas reparaciones que se estaban haciendo en la estaci¨®n situada en la cima del Kitasteinhorn.
"Nada de eso", coment¨® uno de ellos con cara desconfiada, "si se hace algo as¨ª se hace cuando no hay pasajeros en el tren. Esa teor¨ªa es absurda. Fue un accidente, y pas¨® aqu¨ª, pero pudo haber sucedido en Suiza". Estos hombres, reacios a dar sus nombres, son los m¨¢s antiguos pobladores de Kaprun. Eran pastores y convirtieron hace ya muchos a?os sus t¨ªpicas casas en albergues para turistas. Les fue muy bien, Kaprun se halla hoy en una de las regiones m¨¢s ricas y apacibles de Austria.
Uno de esos hombres en el caf¨¦ mencion¨® que para Kaprun ha sido un desastre, pero que para otra peque?a ciudad, Wels, fue peor. Explic¨® que m¨¢s de 20 de los excursionistas fallecidos el s¨¢bado eran funcionarios de esa peque?a localidad cercana a Linz (a unos 180 kil¨®metros de aqu¨ª). Unos a?os atr¨¢s, 10 personas de esa villa, tambi¨¦n funcionarios, murieron en el incendio de un hotel en Estambul cuando estaban de vacaciones. "Wels est¨¢ maldita", coment¨® el mismo hombre.
Kaprun no era motivo de atenci¨®n por los medios desde que a principios de los cincuenta se inaugur¨® aqu¨ª uno de los primeros pantanos para generar electricidad. Los lugare?os no saben c¨®mo tratar a aquellos que les preguntan por algo m¨¢s que la tarifa hotelera, incluso las autoridades locales parecen inc¨®modas frente al increpar de los periodistas. En la estaci¨®n de bomberos de la villa, se halla uno de los hombres que acaba de bajar de las tareas de rescate de la monta?a. Es muy joven, pero con toda naturalidad explica que las tareas para recuperar los cuerpos del t¨²nel iban a comenzar en la noche de ayer. Reconoce que las autoridades civiles est¨¢n ejerciendo una fuerte presi¨®n para que los cuerpos sean recuperados lo m¨¢s pronto posible.
En las cercan¨ªas de la ciudad ya hay una tienda montada en la que muy probablemente a partir de hoy por la ma?ana se depositen aquellos cad¨¢veres que sean factibles de ser reconocidos por sus familiares. Los cuerpos irreconocibles ser¨¢n trasladados al tanatorio de Salzburgo para que sean identificados por los forenses. El bombero apaga su cigarrillo y se despide. "No creo que pongamos muchos en la tienda, creo que no hay ninguno reconocible", dice. "Ser¨¢ otra noche muy larga", a?ade.
Los equipos de rescate van y vienen por la ¨²nica avenida de doble sentido de la villa. Entre camiones de bomberos y utilitarios de la gendarmer¨ªa, circulan tambi¨¦n ambulancias y peque?os camiones del Ej¨¦rcito. Seg¨²n un polic¨ªa local, ser¨¢n j¨®venes soldados los encargados de ir sacando los cuerpos poco a poco. "Es tan espantoso lo que van a ver los equipos que trabajen directamente en la extracci¨®n de los cuerpos del t¨²nel, que tambi¨¦n para ellos habr¨¢ asistencia psiqui¨¢trica. La mayor¨ªa de los muertos ten¨ªan la edad de esos soldados", comenta el polic¨ªa que guarda las puertas de la Gemeindeant (la oficina del Gobierno local). All¨ª est¨¢ reunido por lo menos la mitad del Gobierno del Estado austriaco, junto a las autoridades del Gobierno del Estado Federal de Salzburgo.
Desde la acera de enfrente se los ve discutir acaloradamente detr¨¢s de un gran ventanal. Hay m¨¢s de una treintena de periodistas abajo, procedentes de todas partes de Europa, sobre todo de Alemania, y de Jap¨®n. Aparte de los austriacos, una gran parte de los muertos proced¨ªa de estos dos pa¨ªses.
La noche en Kaprun ser¨¢ larga para todos. A pesar de la quietud del pueblo, tanta que parece que aqu¨ª no pas¨® nada, en el Ayuntamiento habr¨¢ luz hasta que lo sorprenda el amanecer. Tambi¨¦n en la estaci¨®n de bomberos y en la estaci¨®n de polic¨ªa junto a la Gemeindeant. Desde todos esos sitios se puede ver la estaci¨®n de esqu¨ª en la cima del Kitzsteinhorn.
La monta?a domina y rodea todo el pueblo, es imposible mirar hacia cualquier sitio sin recordar la tragedia del s¨¢bado a la mitad de su cima. El segundo punto m¨¢s alto de la villa es la iglesia del pueblo, rodeada por un cementerio centenario en cuyas tumbas hay encendidas velas rojas. La vista es escalofriante desde all¨ª.
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