Clinton en Hanoi
Bill Clinton no va a obtener del r¨¦gimen comunista de Hanoi la apertura y el respeto a los derechos humanos que tuvo ayer el privilegio de reclamar en directo a trav¨¦s de la televisi¨®n vietnamita, aunque la traducci¨®n alterara algunas de sus frases. Pero desde una perspectiva hist¨®rica no cabe mejor cierre para su ciclo, ni m¨¢s profundamente simb¨®lico, que este viaje -que acaba hoy en la antigua Saig¨®n- a lo que fue el coraz¨®n de las tinieblas estadounidense, el pa¨ªs pobre y atrasado que al precio de tres millones de vidas derrot¨® a la primera superpotencia del planeta.Ning¨²n otro conflicto en este siglo ha moldeado tanto la conciencia de millones de estadounidenses como la guerra de Vietnam, incluyendo la de un Clinton que se opuso a ella y consigui¨® esquivarla; en el pa¨ªs asi¨¢tico se buscan todav¨ªa los restos de 1.500 soldados de EE UU "desaparecidos en acci¨®n", entre los 58.000 que murieron en la contienda. Para Vietnam, la lucha desigual que acab¨® hace un cuarto de siglo significa simplemente la raz¨®n ¨²ltima de su identidad contempor¨¢nea. Los vietnamitas no han olvidado el uso inmisericorde por su enemigo de cualquier medio al servicio de una destrucci¨®n sin precedentes.
Estas circunstancias otorgan valor a?adido a las declaraciones de los dirigentes de Hanoi anunciando el comienzo de una nueva era en sus relaciones. Pasos sustanciales han ido d¨¢ndose en los ¨²ltimos a?os con el levantamiento por Washington del embargo comercial, en 1994, y el restablecimiento de relaciones diplom¨¢ticas el a?o siguiente. En alg¨²n momento de 2001, los respectivos Parlamentos aprobar¨¢n el tratado firmado este verano que asegura al pa¨ªs asi¨¢tico un normal comercio bilateral. Otros factores auguran una progresiva normalizaci¨®n. Vietnam es un r¨¦gimen de partido ¨²nico cuya nomenklatura controla todo el poder, censura a la prensa, impide los viajes o reprime a los disidentes. Pero ese aparato es cada vez menos monol¨ªtico. M¨¢s de la mitad de los 80 millones de vietnamitas no conocieron la guerra y por razones generacionales se sienten fascinados por lo que Estados Unidos representa.
Hanoi no se va a americanizar arroj¨¢ndose s¨²bitamente en brazos del mercado, pero su proceso liberalizador parece imparable. La apertura econ¨®mica que los dirigentes comunistas tienen en mente est¨¢ en la onda del poderoso y odiado vecino chino: una descentralizaci¨®n controlada que permita seguir mandando a los mismos. Pero los hechos demuestran que ¨¦se es un camino sin vuelta atr¨¢s. Aunque todav¨ªa quedan muchos puentes por construir, este viaje es a la vez una reparaci¨®n debida y un comienzo esperanzador. Como dijo el propio Clinton: "Vietnam es un pa¨ªs, no una guerra".
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