Los mensajes cifrados del 'blues'
Hay quien sostiene que Raimundo Amador cuando piensa no maneja ideas sino ritmos y melod¨ªas. "Ran, ran, ran, ratapl¨¢n", piensa Amador, mientras ultima unos espaguetis con tomate, y en esta frase abstracta est¨¢ contenida tanta o m¨¢s informaci¨®n que en un tratado sobre est¨¦tica. Por eso Amador nunca habla de la interioridad de la m¨²sica. A lo sumo cita a Camar¨®n y B. B. King, otros dos conspicuros seguidores de esta t¨¦cnica reflexiva basada en la m¨²sica.Con Camar¨®n, ambos tomaban sus guitarras y se transmit¨ªan mensajes cifrados que al chocar entre s¨ª, como si fueran de piedra pedernal, arrojaban chispas luminosas. Por ejemplo, una tarde estaban el uno junto al otro, sin hacer el menor caso a la compa?¨ªa, tanteaban las guitarras, musitaban palabras sueltas, hasta que centelle¨® el genio y Amador canturre¨® estos versos: "Te voy a hacer un sombrerito/ del ala de mi sombrero". En pocos segundos hab¨ªa nacido un cante.
Con B. B. King la relaci¨®n corre por caminos a¨²n m¨¢s indesfrables. Ambos se admiran y si juntan sus guitarras, como ocurri¨® la memorable noche del 22 de julio de 1998 en la plaza de las Ventas de Madrid, surge una m¨²sica que no es m¨¢s de uno que de otro, blues y flamencos juntos, unidos por una sorprendente coincidencia. Pero ni uno sabe ingl¨¦s ni el otro espa?ol. Es decir, el meollo de ese entendimiento sobrecogedor se fundamenta en afinidades musicales, en formas indeterminadas que entre ellos cobran una pasmosa concreci¨®n.
Raimundo Amador es un personaje ca¨®tico, delirante, simp¨¢tico, incomprensible, quiz¨¢ porque tambi¨¦n su personalidad est¨¢ constituida con elementos que el com¨²n de los mortales no puede juzgar y mucho menos clasificar seg¨²n los estereotipos. ?C¨®mo reunir los rasgos m¨¢s sobresalientes de un tipo que no se deja catalogar? Quiz¨¢ el ¨²nico medio posible sea la escritura mec¨¢nica o la enumeraci¨®n ca¨®tica.
Raimundo naci¨® en Sevilla, en 1959, y aprendi¨® a tocar de su padre, que actuaba para los americanos en la base de Rota. Con doce a?os a¨²n no era Raimundo sino Sargento Platillo, porque era el encargado de pasar el plato de la propina despu¨¦s de que actuara con un grupo de amigos en la calle o en un bar. En los a?os setenta, con Kiko Veneno, y m¨¢s tarde con su hermano Rafael, form¨® el grupo Veneno, que puso en marcha una fusi¨®n de pop y flamenco, que luego ampliaron al rock y al blues. Adopt¨® una guitarra como si fuera una criatura, Gerundina, y empez¨® a concebir hijos en un piso del barrio sevillano de las Tres Mil Viviendas. Para mantener a la familia, cada a?o m¨¢s numerosa, hasta los seis actuales, comenz¨® a dar "guitarrazos". A cada hijo nuevo, una raci¨®n a?adida de guitarrazos. El primer trabajo discogr¨¢fico del tr¨ªo lo firmaron como Pata Negra, que dur¨® hasta 1987. Amador grab¨® luego dos discos, uno con Kiko Veneno y otro con el grupo Arrajatabla, y comenz¨® una serie de colaboraciones con artistas como Enrique Morente, Sorderita, Ketama, Martirio, Rosario o Luis Auser¨®n.
Los a?os noventa los vivi¨® peligrosamente. Las drogas lo arrinconaron pero finalmente pudo vencer el temblor de la adicci¨®n y presentar lo que las cr¨®nicas consideran su primer disco en solitario y que en realidad en un disco de pareja: con Gerundina. Ahora, la droga es un pitillo que convierte la palabra en plata y el silencio en oro. "?Cigarro de qu¨¦?", le han preguntado. "Si el pitillo es de tabaco, chocolate o mar¨ªa es secundario. Lo importante es el vacil¨®n y el punto que tengan las cosas".
Hace seis a?os que abandon¨® su piso de las Tres Mil Viviendas, pero no su coraz¨®n ni sus amigos, que all¨ª lo esperan con el mismo entusiasmo c¨®mplice. Ahora reside en el campo. Tambi¨¦n en el campo ha preparado su ¨²ltimo disco, Un okupa en tu coraz¨®n, que ha dispersado sus fotos por todos los peri¨®dicos de Espa?a. Pero la fama no ha ordenado su laber¨ªntica personalidad, y Raimundo sigue envuelto en su revoltillo particular y sus obsesiones inextricables: la principal, aparte de la m¨²sica, la familia. Hace poco naci¨® su sexta hija y la bautiz¨® Luz del Alba, un nombre tribal y primario que ¨¦l atribuye a la inventiva de las hijas mayores. Por ciertos que dos de ellas, Carmen y Encarni, son las encargadas de los coros en una de las canciones de su ¨²ltimo trabajo, titulada Papeles no quiero, un alegato en contra de la burocracia, los carn¨¦s, las cartillas y todo tipo de permisos.
"A nosotros los gitanos", ha advertido, "no nos interesan los papeles. Siempre lo hemos hecho as¨ª y no nos han hecho falta ni iglesias ni juzgados ni nada para celebrar nuestro ritual. El amor es as¨ª de sencillo". Es decir, ni justicia humana ni justicia divina. El amor vuela solo.
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