Una de majaretas
Diga usted que s¨ª, se?or Arias Ca?ete, ponga contento al comisario Franz Fischler y que se revisen -otra Inspecci¨®n T¨¦cnica, una m¨¢s- trescientas mil vacas. Adem¨¢s, para que nadie se queje de discriminaci¨®n, p¨¢sele esta papeleta a las autonom¨ªas y se ahorra una pasta.Reivindicaba una se?ora presidenta de alguna asociaci¨®n de consumidores andaluza el derecho aut¨®ctono a tener controladas y, como no, condenadas y condenados vacas locas, toros turulatos, p¨¢jaros bobos, cabras perdidas y replantear la clasificaci¨®n de nuestros cochinos; el pata negra pasar¨ªa a pata esquizofr¨¦nica y el blanco a paranoide. Porcus porcus, no: porcus trastornatus, s¨ª.
Las piscifactor¨ªas de Sancti Petri, Huelva y otras no tendr¨¢n tal denominaci¨®n, se llamar¨¢n ictiocomios de doradas o lubinas seg¨²n el tipo de pienso ingerido por tan sabrosos e inocentes animales.
Todo el mundo sabe que aqu¨ª, en esta tierra jacarandosa, tanto el personal b¨ªpedo como el otro es propenso a la juerga. S¨®lo hay que pensar en los or¨ªgenes de la feria sevillana. El tinglado lo montaron un catal¨¢n y un vasco viendo al ganado andaluz arrancarse por sevillanas mientras que las vacas suizas y frisonas no eran capaces, no de tocar palmas, sino de saltar a la comba siquiera.
Se dijeron los se?ores pr¨®ceres de pela y txapela: "Pongamos unos toldos y a forrarse". As¨ª fue, pero de ah¨ª a que nuestro ganado sea capaz de transmitir el terrible mal de Creutzer-Jacobs o encefalopat¨ªa esponjiforme va un abismo.
?Cu¨¢ntos casos hay registrados en esta comunidad?, ?y en el resto del territorio nacional?: cero.
Pero no, aqu¨ª gustan las alarmas, de la inconsciencia del "bichito que si se cae se mata" se pasa directamente a encerrarse en casa con los ni?os a comer ?hamburguesas! llenas de colesterol, sin control ninguno, y lechuga ali?ada con lej¨ªa.
Se acoge con alborozo que una vez demostrada la ineficacia de la puntilla con preservativo para no transmitir el mal a todo el organismo se den alternativas tales como ense?ar a los toreros la suerte de matar como Frascuelo o solicitar a Carnicerito de Texas (feliz hallazgo en la tertulia de I?aki Gabilondo para apodar al gobernador y casi presidente George Bush) uno de sus verdugos sobrantes para que lo mande despu¨¦s del recuento. Lo malo ser¨¢ el asunto del idioma y que un toro cabreado, no majareta, no se deja amarrar a la camilla as¨ª como as¨ª. ?A qui¨¦n habr¨ªa que dar luego la oreja?.
Que se hagan las cosas bien, investiguen el Gobierno central y auton¨®mico, regulen y ordene quien tenga esa responsabilidad sin asustar gratuitamente a nadie.
Para sustos ya tenemos uno bien grande, y lo que nos queda: el submarino Tireless aparcado en el coraz¨®n del campo de Gibraltar.
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