Los reductos de un arte
Las pe?as mantienen viva la llama del flamenco en un camino lleno de obst¨¢culos
Las pe?as flamencas fueron desde su aparici¨®n verdaderos lugares de culto a este arte. All¨ª se reun¨ªan los aficionados para hablar y disfrutar del arte gitano-andaluz. "Eran otros tiempos, el flamenco estaba al alcance de la mano y la opini¨®n de los aficionados era muy respetada", dice Jer¨®nimo Rold¨¢n, presidente de la Pe?a Torres Macarena de Sevilla."Hace a?os, la pe?a era el campo de ensayo del artista, all¨ª se probaba, cantando, tocando y bailando ante un p¨²blico o una reuni¨®n en la que el artista se sent¨ªa respaldado y comprendido, al tiempo que sab¨ªa que se le estaba exigiendo m¨¢s que en ning¨²n otro sitio. Aquello s¨ª que era un verdadero intercambio", contin¨²a Rold¨¢n.
Y es l¨®gico que estos grandes aficionados a?oren aquellos tiempos, ya que las grandes muestras, como la Bienal de Sevilla, el Festival de la Uni¨®n (Murcia) o el Festival de la Guitarra de C¨®rdoba, elevan a?o tras a?o los cach¨¦s de los artistas, complicando la labor de las pe?as flamencas a la hora de poder montar sus programas de actividades.
"Aunque resulte parad¨®jico, estas grandes muestras, que son rentables desde un punto de vista econ¨®mico, generan muchas dificultades a las pe?as, porque los artistas quieren mantener sus honorarios al mismo nivel. Y eso es imposible. Se pasa as¨ª de un evento rentable a otro que cuesta dinero, porque comprar arte en una pe?a cuesta mucho dinero", asegura Antonio Fern¨¢ndez Cabrero, presidente de la Confederaci¨®n Provincial de Pe?as Flamencas.
En sus inicios la confederaci¨®n la formaban seis pe?as (Torres Macarena, La Fragua, El Chozas, El Pozo de las Penas, Fuentes de Andaluc¨ªa y Villanueva del Ariscal ). Hoy en d¨ªa son 87. No obstante, hay tres tipos de pe?a. En primer lugar est¨¢n las pe?as hist¨®ricas y econ¨®micamente poderosas, en las cuales se estudia y se analiza el flamenco. Estas pe?as suelen tener su propia biblioteca y organizan todas las actividades que sus posibilidades les permiten.
Existe un segundo tipo de pe?a, intermedia, con un nivel de actividad que depende m¨¢s de la Confederaci¨®n Provincial que de la propia pe?a. Y, por ¨²ltimo, hay un tercer tipo de pe?a que es m¨¢s un lugar de reuni¨®n con un bar que una pe?a propiamente dicha y apenas suele tener actividad.
"En otro tiempo, cualquier pe?a negociaba con un cantaor de la talla de Antonio Mairena o Fosforito, y con las cuotas de los socios se les pod¨ªa contratar. Pero hoy en d¨ªa es imposible", comenta Fern¨¢ndez Cabrero. "O est¨¢s dimensionado como lo est¨¢ Torres Macarena y cuatro pe?as m¨¢s a nivel provincial o tienes verdaderos problemas para contratar a los artistas. Y eso s¨ª, siempre mendigando, lo cual es a¨²n m¨¢s triste", asevera el presidente de la Confederaci¨®n Provincial de Pe?as Flamencas.
Por otra parte, el sistema de organizaci¨®n de las pe?as se ha ido quedando obsoleto con el paso del tiempo. El flamenco tiene entre los j¨®venes una implantaci¨®n que no ten¨ªa hace a?os; pero este hecho no ha provocado una reacci¨®n del lado de las pe?as, haci¨¦ndoles formar parte de sus directivas para hacerse eco de sus preferencias y poder dar un mayor atractivo cara a este importante estrato social.
"Las pe?as necesitan abrir la puerta a los j¨®venes. Un pueblo que no cuida a sus mayores y a sus j¨®venes est¨¢ abocado al desastre. Hacer esto significa negar a los viejos la posibilidad de ense?ar y a los j¨®venes, la necesidad de aprender", sentencia Fern¨¢ndez Cabrero.
El papel de las pe?as es, pues, decisivo para el flamenco. Las pe?as son el ¨²ltimo reducto que les queda a los buenos aficionados para poder soportar con paciencia los periodos entre grandes muestras.
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