Enamorado del f¨²tbol, militante del Bar?a
Ni hablando de f¨²tbol, y de f¨²tbol sab¨ªa un rato largo, perd¨ªa Ernest Lluch el tono sereno, brillante y acompasado de sus argumentos. Por clara y convincente, su voz calaba incluso entre la hinchada de a pie, ruidosa como ninguna, api?ada en los fondos. A su condici¨®n de historiador, a?ad¨ªa una memoria futbol¨ªstica que disuad¨ªa a cualquier charlat¨¢n, propia de quien descubri¨® el f¨²tbol al lado del padre y del hermano mayor. Por tanto, le requer¨ªan en los programas deportivos, sobre todo el lunes, porque frente a la ch¨¢chara, Lluch impon¨ªa un periodismo deportivo de tesis, salido del conocimiento. Lluch era sabio por su condici¨®n de historiador, que le permit¨ªa explicar el porqu¨¦ de un escudo o una zamarra, y por ser portavoz de la tradici¨®n oral del f¨²tbol. Lluch era un referente barcelonista y, al mismo tiempo, un socio activo, vecino del Camp Nou, fiel seguidor del Bar?a, habitual en los campos de Mestalla, San Mam¨¦s o Anoeta -o antes, Atotxa-, porque hablaba del f¨²tbol vasco como si fuera un hicha de la Real.Manten¨ªa unas relaciones correctas con el presidente barcelonista, Joan Gaspart, y nunca se declar¨® antinu?ista, aunque discrep¨® de sus ¨²ltimos a?os de gesti¨®n. Fiel a su ideario, no es de extra?ar que en las pasadas elecciones figurara en la candidatura de Llu¨ªs Bassat como presidente de la comisi¨®n social. "Hay que expandir la idea del barcelonismo", repet¨ªa.
Cuando la llamada generaci¨®n Cruyff le recordaba que el dream team era el mejor equipo de la historia cul¨¦, replicaba con su humanidad: "No est¨¦ tan seguro". Y le recordaba al Bar?a de les Cinc Copes, a Helenio Herrera, a Basora, C¨¦sar, Kubala, Moreno y Manch¨®n. Y apostillaba: "El Bar?a no s¨®lo es el dream team". Y cuando dec¨ªa lo manten¨ªa ante quien fuera, con su voz sensata, nada pedante y racionalmente futbol¨ªstica.
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