Violeta
Un viaje fuera de Espa?a me impidi¨® asistir al entierro de Violeta Friedmann, repitiendo lo que ya ocurriera con ocasi¨®n, hace pocos a?os, de la presentaci¨®n de su autobiograf¨ªa, hecha posible por el concurso eficaz y entra?able de ?ngeles Caso. Violeta era una persona de apariencia dura, pero de gran sensibilidad. La experiencia de Auschwitz como adolescente la hab¨ªa marcado para siempre, f¨ªsica y espiritualmente, llev¨¢ndola de forma tard¨ªa a seguir el ejemplo de otros supervivientes del holocausto, en el doble sentido de prestar a costa del propio dolor un testimonio permanente de lo all¨ª sucedido, mirando a las nuevas generaciones, y de adoptar posiciones activas frente a cualquier intento de falsear o encubrir el horror. Segu¨ªa tambi¨¦n de cerca el conflicto palestino-israel¨ª, con el coraz¨®n l¨®gicamente al lado de los suyos, separando cuidadosamente el pasado del presente y con un deseo ferviente de que se lograra una soluci¨®n pac¨ªfica. Del holocausto no extrajo s¨®lo la consecuencia de que era preciso extirpar de ra¨ªz cualquier brote de antisemitismo, sino sobre todo que resultaba imprescindible anticiparse a cualquier tendencia a la xenofobia y a la discriminaci¨®n racial.Por eso la evocaci¨®n de Violeta Friedmann es imprescindible cuando tienen lugar episodios como el rechazo de los ni?os marroqu¨ªes en un colegio de Ceuta o cuando un energ¨²meno en Canarias habla de poner en pie una pol¨ªtica de exclusi¨®n de cara a los inmigrantes. Porque la lecci¨®n de Violeta era clara: de nada serv¨ªan las componendas cuando se pon¨ªa en marcha la din¨¢mica del racismo. Una cosa es no sentir esp¨ªritu de venganza, y otra bien distinta optar por un perd¨®n que se asocie al olvido. ?Por qu¨¦ hay que perdonar a Himmler o a Eichmann, a los militares asesinos de Argentina, a los verdugos de ETA o de los GAL? El olvido del holocausto equivale a una condena de una memoria que al reproducir una y otra vez la imagen del horror recuerda a todos ese papel activo que contra los movimientos fascistas, autoproclamados tales o encubiertos, deben asumir los dem¨®cratas. No cabe conformarse con la soluci¨®n conciliatoria alcanzada en Ceuta, que ofrece todas las apariencias de una victoria de la discriminaci¨®n: los problemas de la ense?anza conjunta de ni?os pertenecientes a las dos comunidades se sit¨²an en el terreno de la t¨¦cnica pedag¨®gica. Toda actitud colectiva de rechazo blanco es racismo y para encontrar la soluci¨®n no valen medias tintas. De otro modo ir¨ªamos hacia la consolidaci¨®n de una discriminaci¨®n f¨¢ctica, preludio de d¨ªas peores. Fue muy significativo que cuando hace unos d¨ªas el presidente Aznar hizo nuestro venturoso balance de situaci¨®n se refiriera a que antes Espa?a era un pa¨ªs de emigrantes; ahora tenemos "el problema de la inmigraci¨®n". Por ah¨ª vamos hacia lo peor en el peor de los mundos.
Violeta luch¨® en los tribunales hasta lograr que la puesta en cuesti¨®n del holocausto por revisionistas, nazis nuevos o viejos (L¨¦on Degrelle), fuera considerada delito. M¨¢s tarde las Cortes hicieron de tal sentencia ley, abriendo el camino para una conveniente regulaci¨®n normativa del antifascismo, que aqu¨ª y ahora resultar¨ªa imprescindible aplicar a quienes defienden p¨²blicamente la violencia terrorista, la discriminaci¨®n racial o de g¨¦nero, y los m¨¦todos fascistas. Las idas y venidas sobre la libertad de expresi¨®n tienen poco fundamento en este tema, ya que es de esperar que los jueces sepan leer y que tengan idea de qu¨¦ es la connotaci¨®n. Al legislador y/o al juez que le surjan dudas ante los casos que contemplamos cada d¨ªa m¨¢s vale llevarle a un curso elemental de ling¨¹¨ªstica y de ¨¦tica. La impunidad para quienes propagan y defienden el crimen nada tiene que ver con la libertad en el Estado de derecho.
El ejemplo de Violeta Friedmann fue de tolerancia, no de transigencia. Porque resulta demasiado f¨¢cil inhibirse en estos temas pensando, de acuerdo con la c¨¦lebre advertencia de Bertolt Brecht, que nada va a pasarme si me separo de quienes se comprometen con la causa de la justicia. Tal era el sentido de las conferencias que, siempre que su salud lo permit¨ªa, imparti¨® durante a?os nuestra superviviente de Auschwitz en los m¨¢s distintos lugares, y especialmente en centros universitarios. La acogida y los resultados eran impresionantes. Sin embargo, parece que un homenaje p¨®stumo a su persona ha sido boicoteado. Ya hace un a?o, con ocasi¨®n de una conferencia suya en Pol¨ªticas y Sociolog¨ªa, hubo una curiosa convergencia en contra suya de revisionistas e izquierdistas (por aquello de la libertad de expresi¨®n, adem¨¢s el verdadero culpable de todo es el capital). Se?al de que algo huele a podrido.
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