Lluch no se equivoc¨®
Desde hace algunas semanas, quiz¨¢ algunos meses, todo parece indicar que Ernest Lluch deseaba volver a participar en los debates sobre la econom¨ªa valenciana. El proyecto de reedici¨®n de su libro La v¨ªa valenciana, su colaboraci¨®n peri¨®dica en estas p¨¢ginas y sus frecuentes visitas acad¨¦micas a Valencia pudieron motivarle a ocuparse de nuevo en algo que tanto le apasion¨® como fue la econom¨ªa valenciana. Unas horas antes de ser asesinado, Lluch escribi¨® su ¨²ltimo articulo sobre la econom¨ªa valenciana que, con el t¨ªtulo Tamb¨¦ ens equivoquem, public¨® EL PA?S el pasado jueves 23 de noviembre.En este renovado esfuerzo por continuar con el estudio de la econom¨ªa valenciana, Lluch estaba ordenando sus ideas a partir de las interpretaciones m¨¢s comunes sobre el crecimiento econ¨®mico valenciano que imperaban cuando lleg¨® a Valencia y que ¨¦l tan acertada y despiadadamente atac¨®, as¨ª como de las posibles debilidades de su propia interpretaci¨®n. En esencia, en la sociedad valenciana de los a?os setenta estaba extendida la idea de que viv¨ªamos en una econom¨ªa fundamentalmente agraria y que el progreso s¨®lo se podr¨ªa conseguir a partir de una industria que surgiese de la base agraria o, alternativamente, de la instalaci¨®n de grandes empresas for¨¢neas con capacidad para impulsar la industrializaci¨®n por todo el pa¨ªs. Lluch trat¨® de explicar que todo esto era err¨®neo y lo era porque la industrializaci¨®n ya se hab¨ªa producido (aunque muchos no se hubiesen enterado) y porque lo hab¨ªa hecho sin necesidad de un apoyo agrario ni de grandes proyectos for¨¢neos.
Las ideas de Lluch motivaron la investigaci¨®n sobre los or¨ªgenes y formaci¨®n de la industria valenciana por parte de numerosos j¨®venes economistas, a los que nos inculc¨® la ilusi¨®n por el trabajo acad¨¦mico y el entusiasmo por conocer e indagar en los problemas relevantes de nuestra econom¨ªa. Nos encontramos con que, efectivamente, el Pa¨ªs Valenciano hac¨ªa tiempo que hab¨ªa dejado de ser una sociedad agraria y explicamos el tipo y las caracter¨ªsticas de la industria e industrializaci¨®n valenciana. La gran cantidad de trabajos realizados permiti¨® detectar con precisi¨®n las enormes carencias y debilidades que hab¨ªa que superar para garantizar la prosperidad econ¨®mica. Los economistas fuimos as¨ª, casi inconscientemente, elaborando, con la gu¨ªa de Ernest Lluch, un programa de acci¨®n para abordar los principales obst¨¢culos al progreso econ¨®mico.
Con ese diagn¨®stico de la econom¨ªa valenciana, los grandes proyectos for¨¢neos (IV Planta Sider¨²rgica y Ford), apoyados oficialmente como la salvaci¨®n de nuestra sociedad, fueron atacados por Lluch y la mayor¨ªa de los economistas. Los proyectos fueron atacados no por la singularidad de esas empresas, ni porque se considerasen perjudiciales, sino porque su implantaci¨®n se instrumentaliz¨® para justificar la ausencia de otras acciones de las autoridades dirigidas al est¨ªmulo de la peque?a y mediana empresa. De hecho, las autoridades espa?olas de la ¨¦poca jam¨¢s hicieron nada por el fomento de la industria valenciana. A lo sumo dejaban caer unas palabras alabando el car¨¢cter emprendedor del empresario valenciano y, por consiguiente, lo innecesario que era actuar en la regi¨®n. Lo malo es que algunos acad¨¦micos se lo creyeron, aunque no Lluch.
Las ideas que se hab¨ªan desarrollado en el entorno de Lluch acabaron llev¨¢ndose a la acci¨®n pol¨ªtica de la mano de algunos de sus disc¨ªpulos y amigos. Fueron Segundo Bru, Andr¨¦s Garc¨ªa Reche y Antonio Rico los que desde la Consejer¨ªa de Industria y Comercio y desde el Impiva, con la colaboraci¨®n de Ximo Maf¨¦ y Francisco Mas, elaboraron e instrumentaron el programa de modernizaci¨®n industrial m¨¢s ambicioso e inteligente que se haya hecho en el siglo XX en cualquier regi¨®n europea. En la ¨²ltima d¨¦cada, el caso valenciano de aquellos a?os se recoge con admiraci¨®n en libros y art¨ªculos de economistas europeos especializados en pol¨ªticas regionales.
Por todas estas razones, creo que Lluch nunca estuvo equivocado. Descartar la necesidad de que la industria se apoyase en una s¨®lida base agraria fue un acierto que permiti¨® no perder el tiempo en l¨ªneas de investigaci¨®n fallidas. Ignorar, o incluso menospreciar, la Ford y la IV Planta Sider¨²rgica para la industrializaci¨®n valenciana no fue ning¨²n error. Si en los a?os setenta los economistas valencianos hubi¨¦semos contemplado con satisfacci¨®n el modelo de crecimiento que se propugnaba desde los ¨¢mbitos oficiales (empresas for¨¢neas m¨¢s naranjas), seguramente no se hubiese conseguido la profunda transformaci¨®n que ha registrado nuestra econom¨ªa. Por eso Lluch no s¨®lo no se equivoc¨®, sino que sus reflexiones fueron esenciales para la sociedad valenciana.
J. A. Mart¨ªnez Serrano es catedr¨¢tico de Econom¨ªa Aplicada de la Universidad de Valencia.
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