El duque que quer¨ªa ser rey
Le describen como un hombre culto, simp¨¢tico y de f¨¢cil conversaci¨®n, mecenas de artistas, meticuloso con la contabilidad de su inmensa fortuna, pero con un deseo sin l¨ªmites por el que estaba dispuesto incluso a matar: ce?ir una corona. Antonio de Orleans (1824-1890), duque de Montpensier, hijo del rey de Francia Luis Felipe de Orleans y Mar¨ªa Amalia de N¨¢poles, estuvo muy vinculado a Sevilla: hizo del Palacio de San Telmo, su residencia, una mansi¨®n de estilo franc¨¦s que la reina Isabel II denomin¨® la "corte chica".El escritor onubense Carlos Ros -autor de varias obras sobre personajes sevillanos- acaba de publicar una biograf¨ªa de Antonio de Orleans, un hombre inmensamente rico que estuvo mezclado en todas las intrigas que se sucedieron en torno al trono de Espa?a. El duque de Montpensier. La ambici¨®n de reinar (editorial Castillejos) descubre la vida y la compleja personalidad del arist¨®crata, desde su nacimiento en Neuilly-sur-Seine (Francia) hasta su muerte en Sanl¨²car de Barrameda, su residencia veraniega.
Apodado El Naranjero, porque vend¨ªa las naranjas del Palacio de San Telmo, Antonio de Orleans fue una figura decisiva en el reinado de Isabel II, cuya defenestraci¨®n financi¨®. "Ten¨ªa una ambici¨®n sin l¨ªmites que he querido reflejar. Aunque era el menor de los hijos del rey Luis Felipe, era el que m¨¢s se parec¨ªa. Ambos ten¨ªan la misma ambici¨®n de reinar. El padre lo consigui¨®, el duque, no", cuenta Ros.
Antonio de Orleans se cas¨® con la infanta Mar¨ªa Luisa Fernanda, hermana de Isabel II. "Luis Felipe quer¨ªa casar a su hijo con ¨¦sta, pero Inglaterra se opuso, pues no quer¨ªa otro Orleans en el trono de Espa?a. As¨ª que pens¨® que su hijo tendr¨ªa posibilidades de reinar si se casaba con la hermana de Isabel, ante la delicada salud de ¨¦sta. Francia cre¨ªa que morir¨ªa pronto y sin descendencia". Isabel II se despos¨® con Francisco de As¨ªs, el duque de C¨¢diz - al que llamaban Paquita y cuya impotencia estaba prevista- en la misma ceremonia que su hermana.
La pareja formada por el duque de Montpensier y Mar¨ªa Luisa Fernanda vivi¨® en Par¨ªs hasta que la revoluci¨®n de 1848, que oblig¨® al padre de aqu¨¦l a abdicar, les hizo abandonar el pa¨ªs. Tras pasar por Inglaterra, donde no fueron bien recibidos, fueron a Espa?a, donde tambi¨¦n importunaban. "Molesta la presencia de ambos; de ¨¦l, porque reclama para la infanta el reparto de la herencia de Fernando VII y la dote del Estado; de ella, porque est¨¢ encinta y a la reina se le resiste la maternidad", escribe el autor.
Le invitaron a abandonar la corte y se dirigieron a Sevilla, donde tras residir en el Alc¨¢zar decidieron comprar en 1849 el Palacio de San Telmo, antigua Universidad de Mareantes en el siglo XVII, que despu¨¦s fue Colegio de Marina para j¨®venes de la nobleza y Colegio de Humanidades. "Compran al Gobierno el edificio y las huertas y lo convierten en un palacio con unos jardines al estilo de Versalles, los actuales jardines de Mar¨ªa Luisa, que cedi¨® la duquesa, ya viuda, a la ciudad", dice el escritor.
Decoraron y embellecieron la nueva residencia, cambiando la tapia que rodeaba el edificio por verjas de hierro fundido con la flor de lis como punta de asta. "All¨ª hacen una pinacoteca por la que pasaron acuarelistas franceses, escultores...." En torno al palacio se form¨® una peque?a corte, un remedo, seg¨²n Ros, m¨¢s del Par¨ªs de Luis Felipe que de Madrid. "No hay personaje que asome por Sevilla que no acuda a cumplimentar a los duques". Incluso la emperatriz de Austria Isabel Amalia, la c¨¦lebre Sissi, fue recibida por el duque en 1861 de regreso de la isla de Madeira, a donde hab¨ªa acudido por problemas de salud. Tambi¨¦n pusieron los duques de moda veranear en C¨¢diz y los puertos, haciendo de Sanl¨²car de Barrameda su ciudad estival.
Y desde esa "corte chica", el duque se dedic¨® a intrigar para conseguir su objetivo. Su obsesi¨®n por reinar era tan grande que incluso puj¨® por el reino de M¨¦xico, donde finalmente Napole¨®n III coloc¨® a Maximiliano de Austria. Esa ambici¨®n de Montpensier por ocupar un trono le llev¨® no s¨®lo a apoyar la revoluci¨®n septembrina, que en 1868 provoc¨® la ca¨ªda de Isabel II, sino que Ros confirma la tesis que sostienen investigadores como Antonio Pedrol Rius y Javier Rubio: que el duque fue el inductor del asesinato del general Prim -que hab¨ªa impedido su coronaci¨®n- aunque el ejecutor material fuera un jerezano republicano, Poli Angulo.
Tambi¨¦n analiza Ros la posible adscripci¨®n a la masoner¨ªa del duque de Montpensier. "Me extra?a que fuera mas¨®n. Su padre y su abuelo lo fueron, y el duque de Sevilla, Enrique de Borb¨®n, a quien mat¨® en duelo, recibi¨® un funeral mas¨®nico", reflexiona Ros, que no ha conseguido reunir una documentaci¨®n fidedigna sobre este extremo. Teniendo en cuenta el clima religioso de la ¨¦poca y la beater¨ªa de Mar¨ªa Luisa Fernanda, se inclina por pensar que, en todo caso, ser¨ªa un "mas¨®n durmiente".
"Ella era una mujer beata, religiosa; ¨¦l era m¨¢s esc¨¦ptico y volteriano, aunque lo disimulaba en la Espa?a cat¨®lica de entonces", comenta. Para Ros, se trata de una figura que influy¨® decisivamente en la pol¨ªtica espa?ola, con el esp¨ªritu de mecenas significativo de la segunda mitad del XIX. Con la Restauraci¨®n mon¨¢rquica, su deseo se apag¨®. Antonio de Orleans no lleg¨® a reinar, pero s¨ª lo hizo su hija, Mercedes, que se cas¨® con el rey Alfonso XII.
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