El Boca hace pagar al Madrid su desidia
El equipo espa?ol pis¨® el c¨¦sped sin tensi¨®n, regal¨® dos goles en seis minutos y entreg¨® el t¨ªtulo al argentino
El Real Madrid entreg¨® la Copa Intercontinental de una forma intolerable. Por desidia, por desinter¨¦s, por entrar distra¨ªdo al partido, con los cinco sentidos desconectados. El Boca Juniors castig¨® su falta de atenci¨®n con dos goles en los primeros seis minutos. O sea, con una estocada de muerte. Cuando Roberto Carlos despert¨® al Madrid, ya era demasiado tarde. Un gol fue posible, casi al instante adem¨¢s, y tambi¨¦n asumir una enga?osa iniciativa. Pero poco m¨¢s. Porque el Boca, un consumado especialista en manejar los resultados, troce¨® el resto del duelo a su gusto y lo fue empujando hasta la meta al ritmo escalonado que le conven¨ªa, priv¨¢ndolo de continuidad y llen¨¢ndolo de Riquelme, un lujo para la vista. El conjunto argentino logr¨® as¨ª coronarse como el mejor del planeta. Porque era eso, pese a que la actitud del Madrid diera a entender otra cosa, lo que se pon¨ªa ayer en juego en Tokio.El Boca sal¨ªa predispuesto para una final al uso -los minutos de tanteo, el respeto mutuo, los ojos bien abiertos- cuando descubri¨® al rival con los brazos ca¨ªdos, sin la tensi¨®n exigida. Fue Basualdo el primero en advertir la huelga del adversario al comprobar que Geremi le sacaba a ¨¦l de banda y que Delgado le marcaba un desmarque en diagonal y nadie le segu¨ªa. At¨®nito se qued¨® ante lo que vino despu¨¦s, cuando Hierro se limit¨® a mirar la jugada; Karanka, a dejar correr el pase delante de sus narices, y Roberto Carlos, como si no fuera la cosa con ¨¦l, a dejarse birlar la posici¨®n por Palermo. Gol.
REAL MADRID 1BOCA JUNIORS 2
Real Madrid: Casillas; Geremi, Hierro, Karanka, Roberto Carlos; Figo, Makelele (Morientes, m. 76), Helguera, McManaman (Savio, m. 65); Guti y Ra¨²l.Boca Juniors: C¨®rdoba; Ibarra, Berm¨²dez, Traverso, Matell¨¢n; Battaglia (Burdisso, m. 90), Serna, Riquelme, Basualdo; Delgado (Guillermo Schelotto, m. 88) y Palermo. Goles: 0-1: M. 3. Basualdo profundiza, a la espalda de Geremi, para Delgado, que centra; Karanka deja pasar el bal¨®n y Palermo, anticip¨¢ndose a Roberto Carlos, marca. 0-2: M. 6. Riquelme habilita en largo para Palermo, que gana a Geremi en la carrera y bate a Casillas con un tiro cruzado y abajo. 1-2. M. 12. Figo bombea, Ibarra despeja de cabeza en corto y Roberto Carlos, anticip¨¢ndose a Battaglia, deja caer el bal¨®n y conecta una volea a la escuadra. ?rbitro: Ruiz Acosta (Colombia). Amonest¨® a Geremi, Helguera, Ibarra y Battaglia. Unos 55.000 espectadores en el estadio Nacional de Tokio. Palermo fue nombrado el mejor jugador del encuentro.
Vicente del Bosque hab¨ªa alertado sobre la velocidad de Delgado y el olfato de Palermo. Hasta hab¨ªa dise?ado un plan. Pero su defensa, tal vez por aquello del desfase horario, decidi¨® arruinarlo posponiendo el comienzo del partido, su acceso al mismo. Para el Boca la cita s¨ª empez¨® a su hora.
No le hab¨ªa dado tiempo a Geremi a decir, desperez¨¢ndose, "me pareci¨® escuchar que ha ocurrido algo", cuando lleg¨® el 0-2. A Riquelme -otro sobre cuyo peligro no hab¨ªa apenas noticias ni instrucciones para evitarlo- le entregaron en celof¨¢n un amplio espacio libre por detr¨¢s de la defensa, un hueco a la medida de Palermo, quien no cedi¨® en la carrera con Geremi ni tampoco en su posterior remate.
Hubo un punto de sorpresa en la doble maniobra goleadora de los bonaerenses -el Madrid esperaba que explotara su contragolpe por la espalda de Roberto Carlos y, sin embargo, fue la de Geremi la que busc¨® el Boca en ambos lances-, pero hubo mucho m¨¢s de pasividad madridista.
Pasados seis minutos, sobresaltado por la corneta de Roberto Carlos -primero, con un trallazo al larguero con la pierna derecha; despu¨¦s, con un golazo por la escuadra con la izquierda-, el Madrid decidi¨® empezar a jugar la final. Pele¨® a partir de ah¨ª por agarrar la pelota, por imponer un ritmo vivo y por confundir al rival con los movimientos entre l¨ªneas de sus delanteros y con sus penetraciones por los costados. Pero se encontr¨® entonces no s¨®lo con un resultado angustioso en la nuca, sino tambi¨¦n con un oponente incomod¨ªsimo. Y se vio sin la suma de alguno de sus futbolistas m¨¢s importantes -Ra¨²l y Figo a la cabeza- y la resta de algunos de los secundarios -Geremi, un horror, y Karanka-.
Pero no fue finalmente el peso del 1-2 lo que encogi¨® progresivamente al Madrid ni la mala tarde de sus futbolistas, sino la conciencia t¨¢ctica del Boca, su minuciosidad para interpretar el partido y llenarlo de bombas.
El Boca no se llev¨® por delante al Madrid a base de golpes, racaner¨ªa defensiva, pelotazos a granel y juego trabado. No. El Boca lo tumb¨® por inteligencia. Convulsion¨® el partido, alternando el juego a toda pastilla -la supers¨®nica velocidad de Delgado abri¨® siempre heridas- y el ralent¨ª. No admiti¨® mordiscos en la defensa ni discusiones en el centro del campo, donde Battaglia puso tes¨®n, Basualdo oficio y Serna kilos de ambas cosas. Pero, por encima de estas cuestiones, incluso de la voracidad goleadora de Palermo y hasta de la sabidur¨ªa de Carlos Bianchi; por encima de todo y todos pas¨® Riquelme, un futbolista fabuloso.
Riquelme llev¨® el partido cosido a su pie. Lo engrandeci¨® con gestos deliciosos. Surg¨ªa por cualquier rinc¨®n para ofrecerse y reclamar la pelota. Y, cuando la agarraba, se dejaba llevar por su variedad de repertorio. Unas veces conduc¨ªa el bal¨®n; otras lo pisaba, lo escond¨ªa o lo enviaba a un claro inesperado. Tambi¨¦n lo dorm¨ªa o lo llevaba de ronda de regates. Lo tocaba en corto o se lo regalaba a un compa?ero en profundidad. Pero nunca se lo dejaba al rival, eso seguro. Si Europa ten¨ªa alguna duda al respecto, Riquelme las enterr¨® todas. Es un jugador enorme, de los que da gusto mirar.
Riquelme puso la est¨¦tica al d¨ªa. Pero toda la actuaci¨®n del Boca result¨® ejemplar. Principalmente, porque se tom¨® la final como correspond¨ªa, vivi¨¦ndola en intensidad con la suficiente antelaci¨®n, con muchas semanas de adelanto. El Madrid, en cambio, decidi¨® que daba igual llegar tarde. Y regal¨® el t¨ªtulo. Se lo qued¨® el Boca, que s¨ª ten¨ªa ganas de ganar.
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