La edad de oro JAVIER CERCAS
La escena transcurre en Madrid, en la calle de la Victoria, la tarde del 29 de octubre de 1933. Dos amigos caminan hacia el Palacio de la Prensa, donde se proyecta por vez primera en Espa?a L'age d'or, la pel¨ªcula de Luis Bu?uel. Los dos amigos son Agust¨ªn de Fox¨¢ y el propio Bu?uel. Alguien los aborda: les dice que, a la misma hora en que se proyecta la pel¨ªcula en el Palacio de la Prensa, en el Teatro de la Comedia se celebra el primer acto p¨²blico de un nov¨ªsimo partido, Falange Espa?ola, en el que interviene Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera. Fox¨¢ mira a Bu?uel, duda: finalmente decide que cualquier otro d¨ªa puede ver L'age d'or, pero que el acto de la Comedia es ¨²nico, as¨ª que deja a Bu?uel y va al acto de la Comedia. Es curioso que los dos amigos hayan recordado, cada uno por su lado, este episodio: Bu?uel se lo cuenta a Max Aub, que lo reproduce en Conversaciones con Bu?uel; Fox¨¢ lo novela -cambiando nombres y apellidos y suprimiendo a Bu?uel y su pel¨ªcula- en Madrid de corte a cheka. Por lo dem¨¢s, los dos actos resultaron un fiasco: la pel¨ªcula no gust¨® demasiado entre la intelectualidad madrile?a de izquierdas -o no gust¨® a quien a Bu?uel le hubiera gustado que gustara: a Lorca, por ejemplo-; en cuanto al acto de Falange, antes de la guerra nunca pas¨® de ser un partido residual, pero aquella tarde Jos¨¦ Antonio, el gran gomoso, deslumbr¨® a Fox¨¢ -y al protagonista de su novela-, que se cay¨® del caballo y se hizo falangista. Tres a?os despu¨¦s estallaba la guerra, y al acabar Fox¨¢ pase¨® por las embajadas del mundo su ingenio legendario y la melancol¨ªa de millonario aristocr¨¢tico que satura sus mejores poemas, mientras que Bu?uel, exiliado a la fuerza y por momentos pobre como una rata, realiz¨® el prodigio de dirigir en M¨¦xico, trabajando casi siempre por encargo y con los medios de una industria cinematogr¨¢fica subdesarrollada, algunas de las pel¨ªculas m¨¢s originales, imaginativas e hilarantes que conoce la historia del cine.No regres¨® a Espa?a hasta 1960, tras m¨¢s de 20 a?os de exilio, para rodar Viridiana. "El problema de volver -o no- a Espa?a", anota Max Aub en su diario, un a?o antes de volver a Espa?a tras 30 a?os de exilio, "no es Franco sino el tiempo: uno mismo. El exiliado muri¨®: lo que ha cambiado es Espa?a". Apenas aterriz¨® en Barajas, Bu?uel tuvo que ser ingresado durante dos semanas en la cl¨ªnica de la Paloma, no se sabe si porque era la primera vez que volaba o por la impresi¨®n del regreso. En Madrid le esperaban varios j¨®venes antifranquistas, entre ellos "el hijo del que hace los yogures, un muchacho catal¨¢n". Era, por supuesto, Pere Portabella, quien el otro d¨ªa record¨® su experiencia de coproductor de Viridiana en la Fundaci¨®n Universitat de Girona, que ha organizado durante todo el oto?o un ciclo de conferencias y actividades con motivo del centenario de Bu?uel. Algunas de las cosas que record¨® Portabella est¨¢n en los libros, como el hecho de que debamos a la mano enferma de la censura el estupendo final de la pel¨ªcula, que convierte una simple cita amorosa en un m¨¦nage ¨¤ trois; otras no. Portabella recuerda que, para recuperar de alg¨²n modo el Madrid que el exilio le hab¨ªa arrebatado, Bu?uel promovi¨® una tertulia, en el Caf¨¦ de Viena, con Jos¨¦ Bergam¨ªn: los dos ilustres exiliados se sentaban uno a cada extremo de una larga mesa, pero, como Bu?uel estaba sordo y Bergam¨ªn hablaba muy bajito, es muy probable que no consiguieran intercambiar ni una sola palabra. Portabella recuerda a Bu?uel durmiendo desnudo, sobre una manta tendida en el suelo de su apartamento, con la ventana abierta de par en par al invierno tremendo de Madrid, y le recuerda tambi¨¦n convenciendo a Domingo Domingu¨ªn, torero, comunista y amigo suyo, cuya biblioteca rebosaba de libros que ni siquiera hab¨ªa abierto, de que Franz Kafka estaba planeando una visita a Madrid y de la conveniencia de que, para atraer la atenci¨®n de la prensa, su hermano Luis Miguel y Luc¨ªa Bos¨¦ fueran a recibirlo a Barajas... El resultado de todo esto es tambi¨¦n conocido y es todav¨ªa m¨¢s bu?uelesco: Espa?a, por entonces el pa¨ªs m¨¢s clerical del mundo, present¨® al festival de Cannes de 1961 la pel¨ªcula m¨¢s anticlerical del mundo, que fue premiada con la Palma de Oro y provoc¨® la inmediata destituci¨®n de un director general y contribuy¨® decisivamente, a poco tardar, a la de un ministro.
Despu¨¦s de estallar la guerra, Fox¨¢ y Bu?uel no volvieron a verse. Fox¨¢ muri¨® en Madrid, en 1959, meses antes del primer regreso de Bu?uel a Espa?a. Como Aub, Bu?uel muri¨® en M¨¦xico, 14 a?os m¨¢s tarde. Si no me enga?o, siempre se recordaron con afecto; tambi¨¦n recordaron a menudo una tarde de octubre en la calle de la Victoria, justo antes de que los j¨®venes espa?oles decidieran que s¨®lo se pod¨ªa ser con decencia comunista o fascista. Lo cierto es que Fox¨¢ se equivoc¨®: despu¨¦s de su primera proyecci¨®n en el Palacio de la Prensa, L'?ge d'or tard¨® muchos a?os en volver a verse en Espa?a. Me pregunto si, de haber visto la pel¨ªcula aquella tarde de octubre, le hubiera gustado; lo m¨¢s probable es que no. Me pregunto si alguna vez lleg¨® a verla.
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