?Qui¨¦n lee su e-mail?
El uso del correo electr¨®nico en las empresas genera un debate sobre el derecho a la intimidad de los empleados
"Pasi¨®n imperecedera", "Estupefacientessss", "Cosas del matrimonio", no son obras literarias sino los t¨ªtulos que Gregorio Gim¨¦nez, un catal¨¢n de 48 a?os, le puso a los mensajes de correo electr¨®nico que mandaba desde su puesto de trabajo en el Deutsche Bank, en Barcelona. Envi¨® 140 mensajes en algo m¨¢s de un mes y ahora una sentencia considera procedente su despedido por el uso indebido de una herramienta de su empresa. ?Qui¨¦n ley¨® sus mensajes?, ?fue un pinchazo autorizado?, ?se viol¨® su intimidad?Un juicio que pod¨ªa haber despertado el debate jur¨ªdico sobre el derecho a la intimidad de los trabajadores en las empresas unido al uso -o abuso- de las nuevas tecnolog¨ªas, se ha reducido a una cuesti¨®n de productividad laboral y de deslealtad.
"Fueron los compa?eros de Gregorio Gim¨¦nez los que se quejaron porque recib¨ªan mensajes obscenos y eso empuj¨® a la empresa a intervenir su correo", explica Antonio Jord¨¢, abogado defensor del Deutsche Bank. "Una normativa interna establece el uso profesional del correo electr¨®nico y, en este caso, el 100% de los mensajes eran de car¨¢cter personal, lo que refleja una actuaci¨®n desleal del empleado", a?ade, aunque admite que ning¨²n juez autoriz¨® la intervenci¨®n del buz¨®n de correo.
La versi¨®n de Gregorio es bien distinta: "El jefe de personal me llam¨® una ma?ana y, mostr¨¢ndome las copias impresas de mis mensajes, me dijo: te vas a la calle. Despu¨¦s, el banco prohibi¨® el uso personal del correo".
Lo sorprendente del caso es que ni demandante ni demandado han aludido al derecho a la intimidad y, menos a¨²n, a la idea de violaci¨®n de este derecho fundamental, pese a que en lo autos del juez consta el contenido ¨ªntegro de cada uno de los mensajes enviados por Gim¨¦nez. S¨®lo se ha tratado de derechos y obligaciones laborales, por lo que la sentencia no sirve para justificar el hecho de que los empresarios husmeen en el correo electr¨®nico de los trabajadores.
"El debate jur¨ªdico y pol¨ªtico contin¨²a abierto a la espera de la primera sentencia penal que aplique el art¨ªculo 197 del C¨®digo Penal. Dicho art¨ªculo establece una pena de hasta cuatro a?os de c¨¢rcel para el que, por descubrir los secretos de otro, se apodere sin su consentimiento de sus cartas o mensajes electr¨®nicos, sin que se establezca excepci¨®n en el ¨¢mbito laboral", dice Carlos S¨¢nchez Almeida, portavoz de Kript¨®polis, grupo de defensa de derechos civiles en la red.
Lo cierto es que, hoy por hoy, casi todas las empresas se encuentran conectadas a la red y casi el 100% de sus empleados tienen correo electr¨®nico. Esto significa que, con sentencia o sin ella, hay m¨²ltiples cuestiones sobre la mesa: ?hasta qu¨¦ punto tiene derecho una empresa a controlar el correo de sus empleados?, ?puede un jefe leer el contenido de los mensajes o debe limitarse a ver qui¨¦nes son los destinatarios y los emisores, al igual que puede hacer con las llamadas telef¨®nicas?, ?debe advertirse a los empleados y exigir un uso profesional del correo?, ?Se puede salvaguardar la intimidad de los empleados respetando el derecho de la empresa a velar por su seguridad?.
No existe una respuesta un¨ªvoca porque no hay regulaci¨®n sobre el tema pero, de hecho, muchas empresas ya est¨¢n tomando medidas sin necesidad de ley. Por ejemplo, el Lloyd Bank, la primera entidad bancaria del Reino Unido, controla sistem¨¢ticamente el correo electr¨®nico de sus empleados, plenamente conscientes de esa medida, para evitar fugas de secretos empresariales. "No podemos ver el contenido porque el sistema avisa al empleado de que su correo ha sido le¨ªdo, pero comprobamos que va dirigido a un cliente", explica Julio Semper, t¨¦cnico inform¨¢tico.
De otro modo, la Agencia Tributaria tiene una red interna y cifrada de correo que s¨®lo permite descifrar los mensajes a los trabajadores, y s¨®lo algunos tienen acceso a Internet para recibir los correos de los contribuyentes, seg¨²n explica Santiago Segarra, director de Inform¨¢tica.
En otras empresas m¨¢s peque?as como es Crisa, que fabrica equipos electr¨®nicos, s¨®lo tiene acceso a Internet quien lo necesita y el resto usa el correo interno igual que el tel¨¦fono. Estas medidas de seguridad demuestran que es compatible, con el uso de las nuevas tecnolog¨ªas, salvaguardar la intimidad de los empleados y preservar la seguridad de las empresas. Pero, a falta de una regulaci¨®n com¨²n, hay tantas pol¨ªticas de seguridad empresarial como empresas. Al final, todo queda en manos del administrador inform¨¢tico, el "amo de llaves".
Seg¨²n los especialistas en seguridad inform¨¢tica la soluci¨®n a la cuesti¨®n de la intimidad de los trabajadores en las empresas pasa, adem¨¢s de por el desarrollo de una legislaci¨®n unificada, por la formaci¨®n continua de los usuarios. Jos¨¦ Lu¨ªs Gonz¨¢lez S¨¢nchez, un conocido experto en estos temas, considera que la mayores riesgos provienen de la escasa concienciaci¨®n de los usuarios. "El desconocimiento de las debilidades de las herramientas que se utilizan es el mayor agujero de seguridad. Es necesaria una concienciaci¨®n no alarmista".
Recuerda Joaqu¨ªn Ros¨¦s, presidente de la Asociaci¨®n de Internautas, que Internet fue creado para servir al libre flujo de informaci¨®n, y es justo la conciencia de que se trata de ¨¦se material poderoso la que ha generado una necesidad: la de controlar sin ser controlado. S¨®lo queda que los mecanismos de control no atenten contra derechos fundamentales y no se pase de estar en red a estar atrapado por la red.
El mensaje oculto
Un mensaje puede recorrer todo el planeta antes de llegar a su destinatario. Se trata de un viaje inesperado en el que s¨®lo se conoce el punto de partida y el de llegada, ya que var¨ªa seg¨²n la congesti¨®n de la red. Primero se dirige a un servidor de correo local que est¨¢ conectado a nuestra red y, desde all¨ª, entra en Internet. En teor¨ªa, podr¨ªa leerse en cada uno de los servidores por los que pasa y en los que, por defecto, queda registrado.Sin embargo, existen formas de ocultar los mensajes. Los dos programas m¨¢s populares de correo, Messenger de Netscape y Outlook Express de Microsoft, llevan incorporada la posibilidad de codificar los mensajes pero, para hacerlo, es necesario instalar un certificado digital v¨¢lido. Uno de los sistemas m¨¢s conocidos de cifrado es PGP, que evita que los correos enviados de una entidad a otra puedan ser le¨ªdos por una tercera que pudiese estar a la escucha.
Se basa en un sistema de claves en el que cada usuario dispone de dos: una p¨²blica y otra privada. El emisor del mensaje lo codifica con la clave p¨²blica del destinatario y el receptor lo descifra con su clave privada. As¨ª, s¨®lo puede leer el mensaje aquel al que va dirigido y que tiene la clave correcta para descodificarlo. Las claves p¨²blicas son, como su nombre indica, p¨²blicas y se pueden dar tranquilamente a cualquier persona que queramos que nos mande un mensaje, porque s¨®lo el due?o de esa clave p¨²blica podr¨¢ descifrar el contenido del mismo con su clave privada. Esta ¨²ltima s¨ª es secreta, es como un abrecartas particular sin el cual, aunque tuvi¨¦ramos la carta en nuestras manos, no la podr¨ªamos abrir.
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