Visiones de Espa?a
La m¨²sica moderna espa?ola para piano, en gran parte hija del romanticismo, cuenta con dos altas cimas, una interminable prospecci¨®n y un "coraz¨®n revelador": la Iberia, de Alb¨¦niz; Goyescas, de Granados; Fantas¨ªa b¨¦tica, de Falla, y todo el piano ¨ªntimo, primero "callado", y despu¨¦s, de Mompou. Si en Alb¨¦niz, el virtuoso pianista que encandil¨® a Liszt, el amor por la Espa?a del sur result¨® consustancial con su m¨¢xima creaci¨®n, en Granados el motivo inspirador, una y otra vez, fue el Madrid goyesco, cuya formalizaci¨®n m¨¢s leve y garbosa discurre por las Tonadillas en estilo antiguo, mientras su legado m¨¢s trascendente se alcanza, por partida doble, en Goyescas. Los majos enamorados. Digo doble porque vale tanto y tanto monta la obra pian¨ªstica en seis n¨²meros cuanto su conversi¨®n y ampliaci¨®n dram¨¢tica en forma de ¨®pera que se estren¨®, con total ¨¦xito, en el Metropolitan de Nueva York la noche del 28 de enero de 1916, casi dos meses antes de la muerte del compositor en el canal de la Mancha cuando el Sussex, en el que el matrimonio Granados regresaba a Europa, fue hundido por un torpedo de las fuerzas navales de Alemania.Son, en cualquier caso, dos visiones diferentes las de la Espa?a de Alb¨¦niz y la de Granados, y aun puesta la vista en el madrile?ismo casticista -sin concesiones, por supuesto- o en Andaluc¨ªa, Catalu?a est¨¢ en la ra¨ªz de ambas inmensas colecciones, dif¨ªciles de explicar sin tener en cuenta el fen¨®meno cultural del modernismo catal¨¢n. Conviven desde el primer momento las Goyescas pian¨ªsticas y las teatrales. Goyescas, como la obra hispanista de Granados, es, al decir de Debussy, como esos perfumes "m¨¢s persistentes que fuertes".
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