El porqu¨¦ de la Intifada
Desde octubre pasado, el denominado proceso de paz palestino-israel¨ª ha vuelto a tornarse en conflicto y agresi¨®n, devolviendo esta cuesti¨®n al estadio anterior a Oslo. Pero lo que est¨¢ ocurriendo en la actualidad no es una simple revuelta cuya soluci¨®n consista en resolver una crisis en t¨¦rminos de seguridad -como la repetida focalizaci¨®n en el "cese el fuego" se empe?a en plantear-, sino que es, ante todo, un s¨ªntoma pol¨ªtico, y su resoluci¨®n debe ser fundamentalmente pensada en t¨¦rminos pol¨ªticos. La provocaci¨®n consentida de Ariel Sharon y la -desde un primer momento- desmedida represi¨®n de las fuerzas militares y de seguridad israel¨ªes han prendido la mecha de una frustraci¨®n y descontento cuyo poso ha ido aliment¨¢ndose de manera intensiva en los a?os precedentes, fruto de un marco negociador que se ha traducido mucho m¨¢s en seguridad que en territorios, y en el que los palestinos nunca han sido vistos como socios, sino como un riesgo para la seguridad que hab¨ªa que contener.En consecuencia, territorialmente, el proceso de paz se ha centrado en satisfacer la concepci¨®n de seguridad israel¨ª. Esto es, conservar territorio sin poblaci¨®n palestina y aislar los pedazos de territorio bajo control palestino. Es as¨ª que el reducido traspaso territorial a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) se ha limitado al 60% de la banda de Gaza y a las siete principales ciudades de Cisjordania (3% del territorio, donde se concentra el 70% de la poblaci¨®n), mientras que en Hebr¨®n, habitado por 140.000 palestinos, Israel ha conservado el 20% de la ciudad para una colonia de 400 jud¨ªos instalados en pleno centro urbano. En el 24% restante de Cisjordania, a los palestinos s¨®lo se les ha concedido la gesti¨®n municipal, en tanto que Israel conserva la seguridad. En consecuencia, Israel ha conservado el control absoluto sobre el 69% del territorio cisjordano, donde s¨®lo habitan unos 2.000 palestinos, y el 30% del de Gaza, donde 6.000 colonos controlan el 42% de las tierras cultivables (y el 58% restante es para 1.200.000 palestinos). Mientras tanto, se ampliaban las colonias jud¨ªas y se constru¨ªan m¨¢s carreteras para colonos, encerrando a¨²n m¨¢s el territorio bajo control palestino en islotes inconexos. En los acuerdos de Wye Plantation (1998), Israel no cumplir¨¢ el repliegue acordado para ampliar el territorio palestino de Cisjordania hasta el 13%, pero Arafat s¨ª cumplir¨¢ con celo los acuerdos sobre seguridad all¨ª decididos, por los cuales la ANP se comprometi¨®, a petici¨®n de Israel y con ayuda de la CIA, a perseguir y encarcelar a los contrarios a Oslo, principalmente los militantes de Ham¨¢s (en tanto que en Israel los contrarios al proceso de paz son invitados a formar parte de los Gobiernos).
En conclusi¨®n, a la exig¨¹idad del territorio devuelto a los palestinos se sumar¨¢ su extrema discontinuidad y fragmentaci¨®n en peque?as porciones, de manera que se va a reducir dr¨¢sticamente la libertad de desplazamiento de los palestinos fuera de los islotes bajo control de la ANP, en tanto que aumentar¨¢ la capacidad israel¨ª de aislar y encerrar a dichos palestinos no ya dentro de Cisjordania y Gaza como antes, sino incluso en su min¨²scula aldea o ciudad. El numantino sitio al que Israel est¨¢ sometiendo a los palestinos actualmente as¨ª lo demuestra, excediendo con mucho la situaci¨®n vivida en los peores momentos de la anterior Intifada entre 1987 y 1993.
Es por esto que la aparentemente generosa propuesta que se dice que Barak hizo a Arafat en Camp David no pod¨ªa tener viabilidad para los palestinos. Seg¨²n public¨® el peri¨®dico israel¨ª Haaretz, la propuesta israel¨ª se bas¨® en la oferta del 90% de Cisjordania a cambio de anexionarse un 10% en el que se agrupar¨ªa el 80% de los colonos (y 40 pueblos palestinos con 80.000 habitantes de futuro incierto). Otros 40.000 colonos quedar¨ªan en lo que se denomin¨® settlement clusters, que son aquellos situados en el centro de los territorios palestinos y que quedar¨ªan como islas de soberan¨ªa israel¨ª. De acuerdo con este plan, Palestina ser¨ªa un conglomerado de guetos territoriales separados por colonias, carreteras y controles israel¨ªes con capacidad para sitiar a los palestinos cuando la seguridad israel¨ª lo decidiese; adem¨¢s, esta propuesta israel¨ª iba unida a que los palestinos renunciasen al control de las principales arterias de transporte y del valle del Jord¨¢n. Para mayor inri, ning¨²n reconocimiento de los refugiados palestinos por parte israel¨ª se consigui¨® en Camp David. As¨ª, llegado ese momento, se podr¨ªa decir que la cuesti¨®n de Jerusal¨¦n no fue m¨¢s que el escenario grandilocuente tras el que se levantaba un proyecto americano-israel¨ª de una Palestina inviable.
Pero esa inviabilidad no es s¨®lo pol¨ªtico-territorial, sino tambi¨¦n econ¨®mica. En el proceso de paz, los israel¨ªes han cedido a los palestinos la jurisdicci¨®n en los ¨¢mbitos de sanidad, educaci¨®n y bienestar social, de manera que se han desembarazado de dichos gastos y responsabilidades, pero se han negado a la creaci¨®n de un banco central palestino y a la emisi¨®n de una moneda palestina propia, manteni¨¦ndose el shekel israel¨ª como moneda de curso legal. Se acept¨® la construcci¨®n de un aeropuerto y de un puerto en Gaza (con financiaci¨®n europea), si bien el atraque de buques y el vuelo de aviones sigue sometido a la autorizaci¨®n israel¨ª. El sistema fiscal acordado establece que el 60% de los impuestos que deben ser recaudados por los palestinos es recogido en primera instancia por Israel y transferido posteriormente a la Autoridad Nacional Palestina. De esta situaci¨®n se deriva una insoportable dependencia palestina de Israel, que retrasa o suspende las transferencias seg¨²n su criterio, como est¨¢ haciendo en la actualidad. A esto se a?ade que en torno al 92% de las tierras agr¨ªcolas y el 80% de los recursos h¨ªdricos de los territorios palestinos siguen bajo dominio israel¨ª.
El control en materia de empleo y comercio por parte de Israel sigue siendo tambi¨¦n una constante. Los territorios palestinos son un mercado cerrado al comercio exterior y una cantera de mano de obra barata para Israel supeditada a su sistema productivo (m¨¢s del 40% de los trabajadores palestinos ganan sus salarios en este pa¨ªs en sectores poco cualificados, como construcci¨®n, industria textil y agricultura). Su escasa productividad procede de la imposici¨®n israel¨ª de normas que protegen la potencial competencia palestina para sus industrias. As¨ª, mientras las exportaciones palestinas a Israel son muy reducidas, el gran contingente de importaci¨®n que los palestinos tienen que realizar procede en su 90% de Israel. De ah¨ª la capacidad israel¨ª de estrangular econ¨®micamente a los palestinos como est¨¢ ocurriendo hoy d¨ªa, pudiendo desencadenarse un escenario catastr¨®fico de hambre y enfermedades.
Los colonos, poblaci¨®n jud¨ªa civil armada, han incentivado sus agresiones no s¨®lo contra la poblaci¨®n palestina, por supuesto, sino tambi¨¦n contra los campos de olivos en plena campa?a de recogida de la aceituna, clave en la econom¨ªa palestina, y mientras Israel pide a la ANP que contenga las manifestaciones, los palestinos no ven que los militares contengan la violencia de los colonos. Y no hay que olvidar que esa poblaci¨®n de colonos est¨¢ implantada ileg¨ªtimamente en territorio palestino y que sus miembros provienen de los sectores fundamentalistas jud¨ªos m¨¢s ultras de Israel, con una mentalidad violentamente antipalestina y que disponen de un amplio armamento y protecci¨®n militar. Es decir, no se trata de una pobre poblaci¨®n acosada por elementos invasores que les atacan -a ellos y a "sus" tierras-, tal y como la propaganda israel¨ª, en su siempre muy diestra habilidad para lograr invertir la realidad, ha logrado filtrar en muchos medios de comunicaci¨®n.
Es por todas estas recalcitrantes realidades por lo que plantear el enderezamiento de la situaci¨®n actual en funci¨®n de recuperar la cooperaci¨®n palestino-israel¨ª en materia de seguridad y de encarrilar a la poblaci¨®n rebelde palestina en el marco de los acuerdos de Oslo y las propuestas de Camp David es, adem¨¢s de vergonzante, muy poco realista. Es el rechazo a este marco, utilizado como camuflaje para perpetuar la ocupaci¨®n y control israel¨ªes, lo que ha precipitado la Intifada actual. Dicha Intifada, lejos de ser objeto de la manipulaci¨®n de un perverso Arafat que sacrifica a sus ni?os para perjudicar la imagen de Israel, como han expuesto tambi¨¦n muchos medios de comunicaci¨®n voluntariamente manejados por el influyente lobby israel¨ª, ha procedido tanto de un movimiento de masas pol¨ªticamente desorganizado, compuesto principalmente por j¨®venes entre 15 y 25 a?os, como de sectores armados irregulares (armados quiere decir que tienen pistolas y metralletas frente a los tiradores de ¨¦lite y los sofisticados tanques, helic¨®pteros y misiles israel¨ªes). La estructura organizativa del levantamiento est¨¢ siendo provista por un bloque de fuerzas de oposici¨®n nacionalistas e islamistas en conjunci¨®n con Al Fatah, que viene a ser algo as¨ª como el partido gubernamental palestino. Esta coalici¨®n est¨¢ dominada por el sector Tanzim de Al Fatah sobre la base de un entendimiento informal con la oposici¨®n. Las relaciones entre dicha coalici¨®n y el Gobierno palestino no son de independencia, pero tampoco de subordinaci¨®n; m¨¢s bien var¨ªan seg¨²n la zona y seg¨²n las circunstancias lo piden o permiten. Probablemente, Israel est¨¢ determinado a continuar las radicales presiones pol¨ªticas, econ¨®micas y militares hasta que la ANP acepte volver al marco de Camp David o logre impon¨¦rselo con la ayuda americana y la hiriente ausencia europea como parte de pleno derecho en la mediaci¨®n. En ese punto, los palestinos estar¨¢n cada vez m¨¢s decididos a convertir el levantamiento en una aut¨¦ntica guerra de liberaci¨®n nacional de grandes consecuencias en la zona.
Gema Mart¨ªn Mu?oz es profesora de Sociolog¨ªa del Mundo ?rabe e Isl¨¢mico de la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
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