"La biolog¨ªa no ha programado la vejez, sino la supervivencia"
"No existe programa alguno para el envejecimiento ni para la muerte, sino para la supervivencia". As¨ª lo afirma Tom Kirkwood, profesor de biolog¨ªa gerontol¨®gica en la Universidad de Manchester (Reino Unido) y presidente de la Sociedad Brit¨¢nica de Investigaci¨®n del Envejecimiento. Contrariamente a lo que sostiene un n¨²mero creciente de cient¨ªficos en todo el mundo, Kirkwood se muestra convencido de que la vejez es debida a la acumulaci¨®n de da?os a nivel molecular, de modo que es el estr¨¦s celular el que marca los l¨ªmites de la longevidad. Experimentos recientes con el gusano C. elegans y con cultivos celulares, afirma, apoyan su controvertida teor¨ªa.Kirkwood, que imparti¨® la pasada semana una conferencia en el Museo de la Ciencia de la Fundaci¨®n La Caixa de Barcelona, donde present¨® su ¨²ltimo libro, El fin del envejecimiento (Tusquets), admite que su idea del "soma perecedero" puede levantar suspicacias entre muchos investigadores. Entre otras razones, porque la idea del programa biol¨®gico que desencadena la vejez como paso previo a la muerte est¨¢ "ampliamente extendida". Pero no cuadra ni con sus investigaciones ni con lo que ¨¦l considera una evidencia: la estrategia ¨ªntima de los humanos, as¨ª como la de otros muchos animales, es asegurar la supervivencia de generaciones futuras, algo que s¨®lo se logra, razona, "administrando la energ¨ªa" de cada organismo, una energ¨ªa necesaria b¨¢sicamente para asegurar el ¨¦xito reproductivo.
"Hasta hace poco m¨¢s de un siglo", dice Kirkwood, "viv¨ªamos en un delicado equilibrio gen¨¦tico". Un equilibrio que derivaba, en su opini¨®n, de armonizar los requerimientos energ¨¦ticos de la reproducci¨®n con los de la supervivencia en un medio hostil. La parte positiva de ese "pacto gen¨¦tico" se traduc¨ªa en la posibilidad de tener descendencia y energ¨ªa suficiente para velar por ella el tiempo necesario. El ¨¦xito m¨¦dico y las mejoras sociales, conseguidas sobre todo durante el ¨²ltimo siglo y medio, "han roto ese equilibrio", de modo que con el envejecimiento se manifiesta "la falta de previsi¨®n" de nuestro c¨®digo gen¨¦tico. "Reparar errores en los genes o contra el da?o celular consume mucha energ¨ªa", insiste. Ahora es posible administrarla, contin¨²a, gracias a la seguridad que ofrece el entorno.
El investigador brit¨¢nico apoya su tesis en resultados experimentales. En un trabajo publicado recientemente en la revista Evolution, Kirkwood describe c¨®mo la administraci¨®n de dietas hipocal¨®ricas a ratones de laboratorio reduce de forma notable sus niveles de actividad hasta llegar a un estado casi let¨¢rgico. En estas condiciones "los animales viven m¨¢s tiempo y desarrollan m¨¢s tarde las enfermedades propias de la vejez" pero pagando "un alto precio": la ausencia total de actividad sexual y una racionalizaci¨®n extrema del consumo de energ¨ªa. La vuelta a condiciones normales, asegura, permite recuperar el nivel de actividad pero acelera el envejecimiento.
La misma explicaci¨®n encuentra para los ¨²ltimos resultados obtenidos con C. elegans. "No existe un gen del envejecimiento", considera, sino un grupo de genes que, al activarse, aletargan al gusano mientras las condiciones ambientales son hostiles. Durante ese tiempo, el gusano no consume energ¨ªa ni se reproduce, y su longevidad es mayor.
En los humanos la teor¨ªa tambi¨¦n le cuadra a Kirkwood. La prueba m¨¢s definitiva, indica, son experimentos recientes llevados a cabo por su grupo en Manchester con cultivos celulares de distintas especies animales. Lo que han visto, tal y como esperaban, es que las c¨¦lulas de los animales con mayor longevidad son precisamente las que mejor soportan el estr¨¦s oxidativo a que fueron sometidas. Ello viene a demostrar, en su opini¨®n, la inexistencia de un gen del envejecimiento y, por el contrario, sugiere la existencia de un gen de la supervivencia.
"Estamos programados para sobrevivir, aunque no indefinidamente". La clave residir¨ªa entonces en dar con alguna f¨®rmula para prevenir o reducir el da?o celular, al tiempo que para fomentar mecanismos gen¨¦ticos y bioqu¨ªmicos que pudieran repararlo. De esta forma, no s¨®lo se mejorar¨ªa la calidad de vida, sino tambi¨¦n la longevidad. En paralelo, Kirkwood considera imprescindible impulsar un cambio de actitud de la sociedad con respecto a la vejez y al proceso de envejecimiento.
"Envejecer no es enfermar", sino "acumular errores y da?os". En esa etapa de la vida, concluye Kirkwood, el da?o celular es tan manifiesto que se resienten los tejidos y, por tanto, el organismo entero. En la medida que pueda combatirse ese da?o, por ejemplo acomodando los estilos de vida, evitando factores de riesgo y aportando f¨®rmulas para frenar los procesos degenerativos que aparecen con la edad, ser¨¢ posible vivir m¨¢s a?os y en mejores condiciones. Algo que, seg¨²n la OMS, ser¨¢ m¨¢s que habitual en buena parte del planeta: el 20% de la poblaci¨®n mundial tendr¨¢ m¨¢s de 65 a?os, tres veces m¨¢s que en la actualidad.
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