La gran ocasi¨®n puede concretarse
Despu¨¦s de las dos challenge rounds perdidas, ante Australia, en 1965 y 1967, ahora se presenta la gran ocasi¨®n para que el tenis espa?ol figure en la peana de la ambicionada Ensaladera. Se ha alcanzado la final por tercera vez pero esta vez no ser¨¢ sobre la maldita hierba de Sydney y Brisbane, sino sobre la tierra batida del Palau Sant Jordi, donde 15.000 espectadores asistir¨¢n a lo que, esperan, sea un acontecimiento hist¨®rico en nuestro deporte. La verdad es que el camino seguido por Espa?a en esta edici¨®n de la Copa Davis ha sido impecable, aunque tambi¨¦n afortunada, porque los dos grandes huesos que obstaculizaban nuestras pretensiones, EEUU y Rusia, no ofrecieron, por distintas causas, la resistencia esperada. Y lo que es una paradoja, se ha alcanzado esta final¨ªsima gracias a que salvamos en Nueva Zelanda la permanencia.Tal vez no se ha rendido el tributo de admiraci¨®n debido a Pato Clavet, Mantilla y Balcells, con Santana de capit¨¢n, que se impusieron en aquel dif¨ªcil choque, dif¨ªcil por el viaje, el jet lag, los cambios de alimentaci¨®n y el nerviosismo, m¨¢s que por la calidad de nuestros rivales. Lo ¨²nico que importaba era ganar y as¨ª se echaron los cimientos para lo que ahora hemos de terminar de construir. Es el momento, como decimos, de rematar la faena. ?lex Corretja, Albert Costa, Juan Carlos Ferrero y Joan Balcells se enfrentan a un reto ¨²nico. Y aparte de que tendr¨¢n que jugar al 100% de su rendimiento, la mayor¨ªa de los pron¨®sticos les son favorables. Corretja ha demostrado en el Masters hallarse en un momento dulce y su victoria sobre Hevitt ha reforzado su confianza; Costa es un modelo de luchador, inextinguible al desaliento, y capaz de marear al mejor. Ferrero, con sus 20 a?os, empuja decididamente para alcanzar los top-ten, cosa que est¨¢ a su alcance, y Balcells es una piedra de buen hacer. Claro que los contrarios no son mancos ni mucho menos. Rafter, Hewitt, Woodforde y Stolle -el hijo de aquel magn¨ªfico doblista de los sesenta- son ases con un palmar¨¦s envidiable y con un tenis de 18 quilates.
Dicen los entendidos que si Espa?a consigue ponerse 2-0 en la jornada inicial del viernes, la Ensaladera ser¨¢ nuestra aunque perdamos el doble. Samaranch apuesta por un 4-1, Arilla y otros t¨¦cnicos lo rebajan al 3-2, y Joan Gisbert ha declarado que ya en el 65 o 67, en pista de tierra, Espa?a hubiese sido campe¨®n. Personalmente, estimo que nuestra formaci¨®n puede ganar, sufriendo, eso s¨ª, lo suyo. La gran ocasi¨®n, en fin, puede concretarse. Pero prepar¨¦monos para un rito que no ser¨¢ de color de rosas. Eso me dice la raz¨®n. El coraz¨®n, disparado, va por supuesto, por otro lado.
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