Un artista chino de formaci¨®n francesa
El premio Nobel de literatura de este a?o se llama Gao Xingjian, tiene 60 a?os y vivi¨® en China desde su nacimiento en Ganzhou y hasta 1988. Entonces escogi¨® instalarse en Bagnolet, en los alrededores de Par¨ªs, en un piso alto que le sedujo tanto por su moderado alquiler como porque le permit¨ªa ver la torre Eiffel. Desde 1998 tiene la nacionalidad francesa.La capitalidad cultural de una ciudad o de un pa¨ªs se mide no s¨®lo por su capacidad para generar una cultura aut¨®ctona que contin¨²e una tradici¨®n, sino tambi¨¦n por su apertura hacia lo que llega de fuera. Par¨ªs (Francia) ya no es el centro del mundo, pero el peso de su cultura sigue estando muy por encima de sus 60 millones de habitantes, del n¨²mero de personas que comprenden su idioma o del PIB del pa¨ªs.
Gao Xingjian ha encontrado junto al Sena la misma libertad y respeto que hall¨® en su d¨ªa Andrei Tarkovsky para producir Sacrificio. No se le ha impuesto un idioma, no se le ha exigido que su trabajo se adecuase al modelo dominante; se le ha dejado ser chino porque precisamente le interesaba por eso. No ha habido ¨¦xito f¨¢cil ni inmediato. Raramente los periodistas habr¨¢n descubierto un Nobel que viva m¨¢s modestamente que Xingjian. Modestamente pero apreciado por la cr¨ªtica y por ese mundillo al que demasiado a menudo se le acusa de perder el tiempo mir¨¢ndose el ombligo. El festival de teatro de Avignon, desde hace ya tiempo, le ha encargado que escriba para ellos.
"Fue mi profesor de franc¨¦s en China el que me hizo so?ar con Par¨ªs. Ten¨ªa nostalgia de su juventud y dibujaba, en una pizarra negra y con el trazo grueso de la tiza, delicados zapatos de mujer, con tacones altos...", ha evocado Gao Xingjian. Para ¨¦l, la cultura, su trabajo, forma parte de un "patrimonio contempor¨¢neo que no tiene nada que ver con la memoria ¨²nica, deformada, impuesta por un poder totalitario, sino con memorias m¨¢s ricas, variadas, m¨¢s vivas. Memorias individuales y plurales". En las que unos zapatos de tac¨®n puedan ser motivo suficiente como para que convertirse en motor de la dif¨ªcil pero feliz b¨²squeda de otra patria.
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