No empujen SERGI P?MIES
La reci¨¦n estrenada campa?a navide?a irrumpe en nuestras vidas con los modales de un terrible y viscoso Godzila.En una ¨²nica formulaci¨®n, a¨²na dos conceptos objetivamente odiosos. Por un lado, campa?a, que suena a maniobra militar, en este caso el avance de las tropas capitalistas sobre un pueblo que las aclama, no se sabe si por convicci¨®n o porque, por puro sentido de la supervivencia, acepta arruinarse a cambio de seguir viviendo en un sistema basado en la opulencia y sus espejismos.
Por otro lado, navide?o, adjetivo que, con el uso, se ha convertido en simple tr¨¢mite de etiquetaje, coartada para abusos y sobredosis de toda clase que son al consumo racional lo que la gula a los pecados capitales.
No entrar¨¦ en el componente moral del despilfarro ni les amargar¨¦ el domingo con un discurso de incienso solidario pol¨ªticamente correcto: detesto la campa?a navide?a por lo que tiene de gregaria. Sin m¨¢s argumento que el del beneficio y la salud de nuestra econom¨ªa, se subvierten horarios, normativas vigentes y otras formas de civilizaci¨®n con la excusa de que las fechas as¨ª lo requieren.
?Como si el resto del a?o los amantes de las compras no tuvi¨¦ramos derecho a estas mismas facilidades de pago y de ruina! Sin m¨¢s imaginaci¨®n que la de un triste calendario, se moviliza al soldado de a pie del ej¨¦rcito consumista para exigirle que siga las ¨®rdenes marcadas por un estado mayor despiadado. "No empujen, por favor", pensamos los que todav¨ªa respetamos nuestra facultad de gastar cuando nos apetezca. Pero la maquinaria productiva presiona y bombardea con una contaminaci¨®n que, por excesiva, anula los matices y el placer ef¨ªmero pero intenso de la compra a su debido tiempo.
Gastar s¨®lo porque toca banaliza el sagrado acto de invertir una pasta a cambio de algo. Dejarse arrastrar por un pelot¨®n de compradores teledirigidos por una hipnosis hip¨®critamente entra?able, justificada por un lejano y tergiversado pesebre causado por el overbooking de plazas hoteleras en Bel¨¦n, perjudica al consumidor que se respeta a s¨ª mismo.
Por eso me abstendr¨¦ de comprar nada en los pr¨®ximos d¨ªas y seguir¨¦ mi credo de consumidor que defiende el derecho a comprar todos los d¨ªas del a?o menos cuando se nos incita de un modo tan descarado y chabacano como en estas fechas. Me declaro, pues, objetor navide?o. A ver cu¨¢nto resisto.
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