Nueve jueces por obligaci¨®n
M¨¢s de 25.000 espa?oles han sido seleccionados desde 1996 para ser jurados populares
Culpable. A las tres de la tarde del viernes 24 de noviembre, el reo, un joven de origen africano, escuch¨® por fin el veredicto en la Audiencia Provincial de Madrid.Cinco mujeres y cuatro hombres hab¨ªan entrado pocos minutos antes en la sala y expuesto ante el juez el resultado de sus deliberaciones tras haber pasado dos d¨ªas y medio incomunicados. Culpable de haber asesinado a su esposa. Otros dos acusados fueron declarados igualmente culpables de encubrimiento y omisi¨®n de socorro. El juez dicta esta sentencia en los d¨ªas posteriores e impone la pena.
Se acab¨®. Hab¨ªa sido una experiencia interesante, reconoc¨ªan todos. Pero no quer¨ªan volver a pensar en ella. "Yo dej¨¦ bien claro que no estaba all¨ª voluntariamente", declara d¨ªas despu¨¦s Mar¨ªa, una profesional universitaria de 43 a?os. Ni a ella, ni a su compa?era de jurado, Elisa, de 35, les gusta emitir juicios sobre los dem¨¢s, dicen. ?C¨®mo entonces iban a decidir la suerte de un hombre? Eso les agobi¨® los casi 30 d¨ªas que dur¨® el proceso. "Me entr¨® una responsabilidad enorme. Pensaba que no podr¨ªa, que yo no sab¨ªa de leyes; que no iba a soportar la mirada del acusado", recuerda Elisa. "Simplemente debo de ser justa", se dijo, una vez all¨ª sin remedio. "Nos pas¨® a todos", abunda Mar¨ªa. "Aunque no est¨¦s predispuesta, te lo tienes que tomar muy en serio".
Magistrados, fiscales y abogados han coincidido en destacar la absoluta entrega del jurado desde que ¨¦ste se puso en pr¨¢ctica en Espa?a en 1996. Se han celebrado unos 600 juicios de este tipo y, mediante sorteo, m¨¢s de 25.000 espa?oles han sido designados candidatos a ejercer la justicia popular. S¨®lo 35 son llamados en cada juicio. De ellos se elegir¨¢ a nueve titulares y a dos suplentes, que asistir¨¢n a todas las sesiones y estar¨¢n disponibles todo el proceso por si fallara alguno de los anteriores. Tras la vista de cada d¨ªa pueden volver a sus domicilios, pero el tiempo de deliberaciones, lo que dure, se hace en total incomunicaci¨®n con el exterior. Su cama estar¨¢ en un hotel.
Ning¨²n espa?ol puede zafarse de este, a un tiempo, derecho y deber ciudadano, seg¨²n consagra la ley del jurado. S¨®lo podr¨¢n librarse aquellos que la ley considera incompatibles y los que demuestren su incapacidad.
Una obligaci¨®n laboral no sirve como excusa. A pesar de que en algunos casos el trastorno es grave. "Si tienes un trabajo fijo, buscar un sustituto puede ser un problema, pero lo es a¨²n m¨¢s para algunos j¨®venes que, precisamente, son contratados por meses. La obligaci¨®n de participar en un jurado es algo que todav¨ªa desconoce la gente. Sabes que se hizo una ley, pero cre¨ªas que era una experiencia piloto. No te das cuenta de que es real hasta que te mandan una carta con tu nombre. Igual que nos avisan a nosotros deber¨ªan dirigir una carta a las empresas. Nos facilitar¨ªa las cosas", pide Mar¨ªa.
Durante el tiempo del proceso, su vida cotidiana queda en suspenso. Han entrado a la fuerza en una historia dom¨¦stica de malos tratos que acaba con el asesinato de una joven inmigrante a manos de su marido. Se suceden los testigos, las pruebas, los informes periciales. Ning¨²n dato puede obviarse. Si tienen dudas, preguntan. De su decisi¨®n depende que un hombre cumpla condena de 20 a?os de c¨¢rcel. Le tienen enfrente, esposado.
Salvo en que son ellos los que emiten finalmente el veredicto, en poco se parece a lo visto en pel¨ªculas norteamericanas. No hay espect¨¢culo, ni juez impasible, ni abogado grandilocuente que arranca con su alegato las l¨¢grimas de nueve ciudadanos piadosos.
El jurado espa?ol trabaja m¨¢s. No s¨®lo se define entre culpabilidad o inocencia, sino que debe declarar probado o no probado cada uno de los hechos que ha planteado el juez en un escrito final llamado objeto del veredicto. En este caso eran 15 folios y con tal precisi¨®n que la m¨¢s m¨ªnima contradicci¨®n provoca la devoluci¨®n del fallo. Es f¨¢cil entrar en contradicciones con este formulario, reconoci¨® el propio juez en la ¨²ltima sesi¨®n y as¨ª fue. Tras deliberar tres d¨ªas a puerta cerrada, el jurado se aprest¨® a corregir sus errores en una reuni¨®n maratoniana frente a la amenaza de pasar el fin de semana como los chicos de Gran Hermano. Porque, si es duro estar todo el d¨ªa reunido en el juzgado, m¨¢s duras son las noches en un hotel, sin televisi¨®n, ni tel¨¦fono, ni peri¨®dicos y custodiados. Se intenta evitar as¨ª cualquier interferencia del exterior en la toma de decisiones. Tiene su l¨®gica, reflexiona Mar¨ªa. "Aquellos d¨ªas eran continuos los reportajes en televisi¨®n sobre mujeres maltratadas y luego me han dicho que televisaron una pel¨ªcula sobre un juicio con jurado en EE UU. Pod¨ªa habernos influido", sospecha.
Para magistrados, fiscales y abogados la vida tambi¨¦n ha cambiado. Su lenguaje ya no sirve. Muchos abogados est¨¢n siguiendo cursillos acelerados para hacerse accesibles y, lo que es m¨¢s importante, para convencer. "El juez es un profesional y, a poco que preguntes a un testigo, sabe lo que pretendes. El jurado no lo intuye. Tu interrogatorio debe ser evidente, muy detallado. Y el informe final ha de ser muy sencillo, un relato de los hechos igual al que yo puedo hacer a mi madre", explica Bel¨¦n Mart¨ªn, abogada de la familia de la v¨ªctima.
Quienes han criticado el jurado popular, entre ellos algunos presidentes de audiencias provinciales, alegan que es caro y que no aporta m¨¢s justicia a la justicia. "Es una escuela de ciudadan¨ªa", defiende, citando a Tocqueville, Ram¨®n S¨¢ez, vocal del Consejo Superior del Poder Judicial y autor del informe sobre el jurado popular encargado a esta instituci¨®n. La conclusi¨®n es que "funciona bien", resume S¨¢ez, salvo en un tipo de delitos en los que por su escasa entidad terminan pactando las partes antes de convocar un jurado. S¨¢ez cree que en la reforma anunciada por el Partido Popular podr¨ªan desaparecer de esta ley este tipo de causas e introducirse otras relacionadas con los nuevos valores sociales. "Tambi¨¦n nueve ciudadanos pueden interpretar la ¨¦tica colectiva". Para este juez, "con el jurado no se busca una justicia m¨¢s r¨¢pida. Se busca, dentro de la potestad de juzgar, un espacio en el que quepan los ciudadanos".
El coste son unos 270 millones de pesetas anuales, seg¨²n informa el Ministerio de Justicia. Adem¨¢s de la estancia en el hotel, cada jurado recibe una dieta diaria en torno a las 9.000 pesetas.
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