La inseguridad, m¨¢s all¨¢ de la prevenci¨®n ROBERTO BERGALLI
El mes pasado reflexion¨¦, en estas mismas p¨¢ginas, sobre lo que denomin¨¦ como "tormenta de la inseguridad veraniega". Pretend¨ª quejarme as¨ª de dos aspectos que me siguen pareciendo el resultado de manipulaciones en lo que ata?e al llamado "sentimiento de inseguridad". Uno, relativo a lo que, finalmente, hubo de entenderse por tal despu¨¦s de todas las contradicciones y ambig¨¹edades que se hicieron evidentes durante el verano pasado entre todos los elementos con que fue presentado dicho sentimiento. Otro, respecto a la utilizaci¨®n de las polic¨ªas para evitar una clase de inseguridad unitaria, aquella que en estricto sentido se presenta como riesgo para la integridad f¨ªsica o una puesta en riesgo de bienes materiales.En las pasadas semanas, en cambio, han aparecido informaciones que todav¨ªa permiten desvelar la naturaleza intr¨ªnsecamente pol¨ªtica de esas maniobras, las cuales, por tanto, hacen m¨¢s instrumentalizable dicho "sentimiento de inseguridad". Dos circunstancias permiten hacer esta afirmaci¨®n. Por un lado, se ha difundido un manifiesto de alcaldes socialistas del entorno de Barcelona reclamando un aceleramiento en el despliegue de los Mossos d'Esquadra pues, seg¨²n ellos, la reducci¨®n que ya han comenzado a sufrir las plantillas del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa en sus ciudades, ante el anunciado despliegue, derivar¨¢ a medio plazo en una situaci¨®n insostenible para la seguridad. A esta solicitud, la Generalitat ha respondido con una descalificaci¨®n, sostenida por otro partido pol¨ªtico (ERC), con apoyo en ciertos argumentos que le quitar¨ªan base constitucional y estatutaria. El fantasma de la Mancomunidad de Municipios del ?rea Metropolitana, que tendr¨ªa una clara coloraci¨®n pol¨ªtica, renace frente al poder policial del Gobierno catal¨¢n; una tensi¨®n que, a¨²n habiendo existido en otros campos de la gesti¨®n pol¨ªtica en Barcelona a lo largo de los veinte a?os de tirantez entre el pujolismo y el socialismo democr¨¢tico, en ¨¦ste de la seguridad-inseguridad desempe?a un papel desacreditante, tanto de las fuerzas de seguridad cuanto del verdadero "sentimiento" de los ciudadanos de la capital.
De otro lado, la inseguridad parece haber afectado al coraz¨®n mismo de la autoridad municipal. Nada menos que la concejal de seguridad del Ayuntamiento de Barcelona fue despojada en pleno Eixample de su bolso, mediante amenazas ejercidas por un individuo que esgrimi¨® una jeringuilla. Este hecho no desat¨® ¨²nicamente una operaci¨®n de barrido por agentes de la Guardia Urbana y del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa por toda la Ciutat Vella, la cual se sald¨® con casi un centenar de personas identificadas, sino que asimismo dio pie a unas manifestaciones del propio alcalde: "Estos delitos menores afectan mucho a la sensaci¨®n de inseguridad de los ciudadanos, que perciben un riesgo que en los ¨²ltimos meses es creciente". Lo m¨¢s significativo de las declaraciones del alcalde es que considera que estos delitos menores son m¨¢s una "cuesti¨®n judicial y de prevenci¨®n que policial"; a su juicio, existe una "disfunci¨®n entre el sistema jur¨ªdico, la Administraci¨®n de justicia y la prevenci¨®n". Qu¨¦ quiso decir el alcalde con estas manifestaciones es un punto que a m¨ª, por lo menos, se me escapa. Y se me escapa porque sigo sosteniendo que, por una parte, la sensaci¨®n de inseguridad es algo mucho m¨¢s complejo que lo que pueda entenderse como "prevenci¨®n". Cierto que tampoco puede afirmarse que la imagen de inseguridad que proyecta Barcelona empeora "porque la presencia de polic¨ªa local en la calle es ¨ªnfima", seg¨²n han sostenido representantes del grupo municipal de CiU.
Las polic¨ªas p¨²blicas, como instancias que son del sistema penal, funcionan con una l¨®gica reactiva, focalizada en individuos determinables (pareja delincuente / v¨ªctima), preponderantemente orientada hacia el pasado, sobre la base de determinados estereotipos criminales, teniendo como finalidad declarada la de identificar y atrapar (selectivamente) a los imputados de un hecho que ya se ha cometido. Con otra l¨®gica act¨²an los hoy tan desarrollados entes de seguridad no estatales, ya sean ¨¦stos de seguridad privada o comunitaria. Los cuerpos de seguridad p¨²blicos tienen como funci¨®n manifiesta y preponderante la de "prevenir" mediante la captura real opotencial de quien ya ha cometido un delito, para permitir su eventual inculpaci¨®n y posterior punici¨®n. En este sentido, la alardeada prevenci¨®n hacia el futuro que deber¨ªan realizar los cuerpos de seguridad siempre constituir¨¢ un objetivo fracasado, sobre todo porque producir seguridad con miras a lo que puede ocurrir, pone en riesgo el d¨¦bil equilibrio entre seguridad y libertad.
Esta confusi¨®n sobre la idea de inseguridad da lugar a paradojas como la que se puso de manifiesto en la reuni¨®n del Consejo de Seguridad de Barcelona del pasado d¨ªa 5 de diciembre. All¨ª se dijo que pese a que la peque?a criminalidad decrece, la "sensaci¨®n de inseguridad aumenta". Ambos datos parecen depender de estad¨ªsticas policiales y encuestas de cuya fiabilidad merece mi mayor desconfianza. El concepto de seguridad, y no s¨®lo en Barcelona, necesita una seria reconsideraci¨®n. Lo se?alaba Ramoneda (EL PA?S, 5 de diciembre) con clarividencia: la legionella y las vacas locas demuestran que el sentimiento de inseguridad es algo m¨¢s que un delito en las calles o en las casas, y que la inseguridad que transmiten los pol¨ªticos al afrontar estos problemas nos sumerge en la sociedad del riesgo. De tal manera, el gobierno, en el sentido que le asign¨® Michel Foucault, como "conducta de conductas", o modos de acci¨®n tendentes a dirigir las actividades y comportamientos de individuos o grupos, tiene serias responsabilidades en este asunto, pues implica un conocimiento en profundidad de las actividades de esos individuos y un sistema de pensamiento sobre la naturaleza de las propias actuaciones de tal manera que sean practicables tanto por los sujetos que las ejecutan como por aquellos que son sujetos de ellas. Esto es lo que Foucault denomin¨® una "codificaci¨®n prescriptiva" que permite separar lo falso de lo verdadero y producir discursos que fundamentan, legitiman y funcionan como principios de transformaci¨®n de las propias codificaciones prescriptivas.
Roberto Bergalli es jefe de estudios de Criminolog¨ªa y Pol¨ªtica Criminal de la UB.
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