La prosa
No ten¨ªa boli, iba por la calle y he comprado uno para escribir de Umbral. La tinta me sale a gusto. De su cabeza, Umbral se hizo otra cabeza que, como mascar¨®n de proa de su prosa, le fuese anticipando el talento en los puertos m¨¢s bulliciosos de las letras patrias y ahora ha ido a atracar la singladura en lo del asunto del Cervantes, y mire usted qu¨¦ bien. Umbral es su cl¨¢sico, pero ya lo era, no hab¨ªa m¨¢s que leerle para notarlo. La melena exquisita de su prosa, a veces concisa, a veces contundente, se nos ha venido a desmelenar ahora con el viento fresco del galard¨®n, y por eso celebramos que esa cabeza que Umbral se hizo hace ya tiempo se le llene de pronto de laureles, pero su magisterio no va por ah¨ª.Umbral nos ha contado de la vida con la lupa perra de la literatura, al tiempo que nos escrib¨ªa una literatura repleta de vida hasta la bola para as¨ª demostrarnos que la una sin la otra no merece la pena ser hollada y que la otra sin la una s¨®lo es camelo. ?se es su arte, su habilidad, el hueco por el que se nos ha metido de cabeza en la may¨²scula de las letras. Sus libros son retazos de vida y, por lo tanto, hierven, subyugan, atormentan. La emoci¨®n se eleva en ¨¦l a teor¨ªa literaria y la p¨¢gina empre?a entonces igual que el semen e incluso m¨¢s a veces, que me corregir¨ªan por ah¨ª.
El espacio para literatura, lo mismo que el espacio para la vida, ¨¦l va y lo traslada a los peri¨®dicos. La columna se erige entonces en salvaguardia ¨²ltima del arte m¨¢ximo de escribir, y m¨¢s all¨¢ de lo que cuenta en la cr¨®nica, la palabra que usa, lo va envolviendo todo con el papel caduco del peri¨®dico. ?D¨®nde est¨¢ la frontera, cu¨¢l es el l¨ªmite? ?l sabr¨¢. Una vez ley¨¦ndole un art¨ªculo casi caigo desfallecido. El ritmo de las frases era tal, la tensi¨®n de los verbos tan sorprendente, que ni advertir pude que lo que hab¨ªa escrito era la prosa intencionada de un poema. La transgresi¨®n magn¨ªfica de los g¨¦neros la hab¨ªa ejecutado donde menos nadie hubiera nunca intuido, y eso en arte s¨®lo tiene un calificativo, el de chuler¨ªa.
Aquel art¨ªculo me pill¨® de sorpresa y me afili¨¦ desde entonces al espacio diario de sus columnas sin importarme m¨¢s lo que dec¨ªa que el c¨®mo lo iba diciendo. Fui remat¨¢ndole as¨ª de quiosco en quiosco lo mucho que antes ya le hab¨ªa aprendido por los libros, esos de p¨¢gina encuadernada y lomo tocho en los que iba dej¨¢ndose el existir, no en vano la sintaxis es una facultad del alma, que dice el propio Umbral, citando a Val¨¦ry, en La noche que llegu¨¦ al Caf¨¦ Gij¨®n. ?se es tambi¨¦n su magisterio, la sintaxis; se conoce que el alma la debe tener ya honoris causa por alguna universidad no de este mundo. Ahora le va a tocar ir a la de Alcal¨¢ a que le escuchen de su boca el magisterio que le sale de la pluma. Vale, pero no aprende quien puede, sino quien quiere. Nosotros, los mortales, sin tanto oropel ni tanta leche, nos conformaremos con seguir releyendo sus p¨¢ginas una tras otra para ver si de paso se nos pega algo, no s¨¦, un adjetivo, un adverbio con vocaci¨®n presunta de navaja, la met¨¢fora acaso de un mundo que se vive porque se escribe, y viceversa, por lo mismo.
Umbral es la prosa, y el que lo dude, miente. En ella hemos aprendido que la emoci¨®n puede ser sin¨®nimo de literatura y que la literatura se escribe, m¨¢s que nada, con ideas. Con cabezas tambi¨¦n, al menos con cabezas como la suya, ahora ennoblecidas por los racimos frescos de la gloria. Lo dec¨ªa en La noche que llegu¨¦ al Caf¨¦ Gij¨®n; lo primero era hacerse una cabeza que destacase por el panorama literario. ?l se hizo una de tinta larga como una cabellera sin pan, que luego con el tiempo se le puso cana de miga. Muchos ya quisi¨¦ramos. Yo, las veces que he ido al Gij¨®n, nunca le he visto, y eso que me he fijado. No me importa. Poseo sus libros, los atesoro incluso, y hasta a veces me reprimo el releerlos para aprender un poco por m¨ª mismo, que ya est¨¢ bien.
El Umbral es ahora de Cervantes, aunque sea al contrario que tanto monta. Gaudeamus igitur. A¨²n nos queda mucho boli. Por cierto, Umbral, que me ha costado doscientas pelas ¨¦ste que uso. A ver si me las pagas.
Fernando Royuela es novelista. Su ¨²ltima obra publicada es La mala muerte (Alfaguara).
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