Pol¨ªtica universitaria clientelar FRANCESC DE CARRERAS
Por noticias de prensa nos vamos enterando, con cuentagotas, de ciertas corruptelas o determinados errores pol¨ªticos que van desmitificando el discurso triunfalista del Gobierno de la Generalitat durante los ¨²ltimos 20 a?os. Los fraudes en ayudas de la Comunidad Europea y los 200 municipios con el agua contaminada por los purines de las granjas de cerdos forman parte del cap¨ªtulo de las corruptelas. La pr¨¢ctica desaparici¨®n de la industria del cine y la p¨¦rdida de peso de la industria editorial son errores pol¨ªticos debidos al fundamentalismo nacionalista.Una noticia aparecida estos d¨ªas en la prensa pone de relieve otra de las caracter¨ªsticas de los sucesivos gobiernos de Pujol: el clientelismo. ?Qu¨¦ es el clientelismo? El profesor Jim¨¦nez de Parga -hoy magistrado del Tribunal Constitucional- nos lo ense?aba en sus clases de Derecho Pol¨ªtico. Es aquella forma de gobernar mediante la cual se toman decisiones pol¨ªticas no en virtud de los intereses de la mayor¨ªa, sino simplemente para satisfacer a unos pocos grupos de inter¨¦s. En estos casos, los poderes p¨²blicos adoptan formalmente decisiones que en realidad han sido previamente acordadas por los m¨¢s diversos grupos de presi¨®n y responden a intereses particulares que no resistir¨ªan el menor debate p¨²blico. Se gobierna, en realidad, desde los pasillos del poder mediante secretas influencias.
Se invierte as¨ª el orden l¨®gico de un proceso pol¨ªtico democr¨¢tico: analizar desde los poderes p¨²blicos las necesidades de la sociedad e intentar ponerles remedio adoptando l¨ªneas de actuaci¨®n pol¨ªtica, debatidas p¨²blicamente en el Parlamento, que respondan a los intereses de la mayor¨ªa. Una tal racionalidad pol¨ªtica, sin embargo, es escasamente practicada por el Gobierno de la Generalitat y ello es debido, en buena parte, a que tampoco es exigida por la oposici¨®n. De ah¨ª nacen los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n y tambi¨¦n los errores pol¨ªticos.
La noticia que queremos comentar es la insuficiencia de titulados en telecomunicaciones y en inform¨¢tica que se licencian en las universidades catalanas. El mercado de trabajo necesita a estos profesionales, y los estudiantes reclaman plazas que la Universidad no puede atender, mientras que sobran otras en licenciaturas con mucha menor demanda y que apenas responden a necesidad social alguna. Las cifras hablan por s¨ª solas: entre 1994 y 1998, las universidades catalanas graduaron a 2.200 titulados superiores en inform¨¢tica y telecomunicaciones, y en el mismo periodo, el n¨²mero de profesionales en el mercado de trabajo de este sector pas¨® de 20.300 a 46.200. La ingenier¨ªa de telecomunicaciones s¨®lo ofrece en Catalu?a 450 plazas anuales, y 2.487 las ingenier¨ªas en inform¨¢tica. Las universidades de Madrid -que tambi¨¦n producen insuficientes profesionales en este campo- multiplican por dos, sin embargo, estas cifras de estudiantes. Esta lamentable situaci¨®n es debida a la mala pol¨ªtica universitaria del Gobierno de la Generalitat.
Las universidades catalanas fueron traspasadas por el Estado a la Generalitat en la segunda mitad de los a?os ochenta. Era el momento de efectuar una planificaci¨®n general de los estudios universitarios adaptada a la realidad de los centros entonces existentes, al descenso de la curva demogr¨¢fica y a las nuevas necesidades sociales. En lugar de todo ello, la pol¨ªtica de la Generalitat fue producto de la influencia de dos grupos de presi¨®n muy determinados. Por un lado, el grupo de presi¨®n configurado por intereses corporativos universitarios que multiplicaron el n¨²mero de carreras y facultades a los solos efectos de crear plazas y consolidarse profesionalmente, sin ninguna atenci¨®n a las necesidades sociales. Por otro lado, los grupos de presi¨®n locales, encabezados a menudo por los propios alcaldes, encuentran en la creaci¨®n de universidades una ocasi¨®n para contentar a las mesocracias de su ciudad y, adem¨¢s, aprovechan la ocasi¨®n para obtener inversiones en urbanismo. Que ambos grupos presionaran es, en cierta manera, comprensible, pero el poder pol¨ªtico existe precisamente para arbitrar estas situaciones imponiendo soluciones que se correspondan con los intereses de la mayor¨ªa. La pol¨ªtica universitaria catalana respondi¨®, sin embargo, a los intereses de estos grupos, no a los intereses p¨²blicos.
En el momento del traspaso de las universidades, la Generalitat dud¨® entre una doble posibilidad: hacer una nueva universidad fuerte en el ¨¢rea de Barcelona -en ello coincid¨ªan con los intereses corporativos universitarios- o bien crear nuevas universidades en las otras tres capitales de provincia, objetivo de los grupos de presi¨®n locales. La soluci¨®n salom¨®nica, muy pujoliana, fue intentar satisfacer a todos: crear la Pompeu Fabra en Barcelona y, a la vez, universidades en las otras tres capitales. Despu¨¦s, adem¨¢s, se han creado universidades privadas financiadas con fondos p¨²blicos -Universitat Oberta y Vic- y dos universitades netamente privadas -la Ramon Llull y la Internacional.
El grave error ha tenido una triple consecuencia. En primer lugar, obviamente, no hay dinero suficiente para atender sus necesidades y ello, adem¨¢s, ha repercutido en las universidades ya consolidadas, la de Barcelona, la Aut¨®noma y la Polit¨¦cnica. En segundo lugar, se han duplicado carreras y titulaciones, sin atender a las necesidades realmente existentes. Derecho, ciencias econ¨®micas, humanidades, filolog¨ªas de todo tipo, ciencias pol¨ªticas y periodismo, entre otras, se han multiplicado innecesariamente. Ninguna de las facultades de la Pompeu Fabra hac¨ªa falta, muy probablemente, en el sistema universitario catal¨¢n. En tercer lugar, necesidades reales -como es el caso flagrante de telecomunicaciones e inform¨¢tica- no han sido atendidas. En definitiva, los intereses pol¨ªtico-electorales-clientelares primaron por encima de la racionalidad y el inter¨¦s p¨²blico. A pesar de ello, hay bastantes facultades, departamentos y equipos de investigaci¨®n excelentes.
Dentro de unos d¨ªas, Jordi Pujol, en su habitual serm¨®n de fin de a?o retransmitido por TV-3, otra vez nos dir¨¢, en frase bastante cursi, que su Gobierno tiene como objetivo que Catalu?a sea un "pa¨ªs de calidad". Por favor, no le crean.
Francesc de Carreras es catedr¨¢tico de Derecho Constitucional de la UAB
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