Espa?a grande
El Gobierno de Aznar ha intentado convencer a los espa?oles de que, en virtud de la negociaci¨®n realizada en la cumbre de Niza sobre las aritm¨¦ticas institucionales, Espa?a se ha convertido en uno de los cinco Estados grandes de la Uni¨®n Europea. Aznar practica en esta cuesti¨®n, como en muchas otras, el adanismo, la actitud pol¨ªtica que lleva a considerarse a s¨ª mismo como el primer hombre. Espa?a ya era uno de los cinco grandes de la UE antes de que Aznar llegara a La Moncloa, y fue despu¨¦s cuando empez¨® a perder peso. Presentar la situaci¨®n como un tr¨¢nsito desde "el m¨¢s grande de los peque?os" hasta el "m¨¢s peque?o de los grandes" es ignorar el terreno ganado en Europa entre 1986 y 1996. Adem¨¢s, el peso de un pa¨ªs en la UE no responde s¨®lo a criterios institucionales. Resulta, ante todo, de lo que aporta a esta comunidad de naciones, y no de lo que saca de ella. Espa?a tiene mucho que aportar: en poblaci¨®n, en dinamismo social y apertura de su econom¨ªa, en inversiones exteriores, en unas relaciones ¨²nicas con Am¨¦rica Latina ahora asentadas tambi¨¦n sobre la econom¨ªa, en su lengua y cultura y en muchos otros elementos, incluidos los militares. Pero no se puede ser grande hacia afuera con un servicio exterior con un n¨²mero de diplom¨¢ticos similar al que ten¨ªa durante el franquismo, cuando la preocupaci¨®n central era Gibraltar y el discurso del ministro en las Naciones Unidas. O con un rimbombante Plan Estrat¨¦gico de Acci¨®n Exterior sin reflejo en los Presupuestos para 2001.
En las posiciones con que acudi¨® a Niza -primer Consejo Europeo en que el Gobierno no informa al Parlamento sobre su estrategia de negociaci¨®n-, Espa?a no ha aportado una sola idea de peso. Un importante diario alem¨¢n ha se?alado esta semana que Aznar "carece de visi¨®n y de prestigio para poder participar en la construcci¨®n de Europa". Sin duda es una exageraci¨®n, pero tambi¨¦n lo son los arcos triunfales que se ha erigido a s¨ª mismo un dirigente que goza del plus de ser el referente del centro-derecha en una UE dominada por socialdem¨®cratas.
El resultado de Niza, dadas las circunstancias, no ha sido malo. Pero no es tan bueno como pretende el Ejecutivo, pues, pese a ganar en votos m¨¢s que ning¨²n otro Estado en el Consejo de Ministros, Espa?a ha perdido en capacidad de bloqueo. Fue el propio Gobierno el que apunt¨® m¨¢s alto, anunciando su pretensi¨®n de equipararse a los m¨¢s grandes, cosa que no ha conseguido. Incluso la gran victoria de retener el derecho de veto sobre las perspectivas financieras para el periodo 2007-2013 puede restarle capacidad de maniobra a Espa?a. Tendr¨¢ derecho de veto, pero tambi¨¦n lo tendr¨¢n Polonia o Hungr¨ªa, que previsiblemente estar¨¢n entonces en la UE. Como pa¨ªs grande dispuesto a abandonar paulatinamente su acceso a los fondos de cohesi¨®n, Espa?a podr¨ªa haber mejorado su posici¨®n negociadora futura si esta cuesti¨®n hubiera pasado a decidirse por mayor¨ªa cualificada.
Pero esto es aritm¨¦tica, y lo que m¨¢s se echa en falta es enfoque estrat¨¦gico, una idea de Europa desde Espa?a. El debate parlamentario el pr¨®ximo mi¨¦rcoles sobre los resultados de Niza, m¨¢s que enzarzarse en discusiones sobre votos, deber¨ªa ser la ocasi¨®n de profundizar en un proyecto propio para esta UE que se va a transformar con la ampliaci¨®n al Este. Podr¨ªa servir para alimentar la pr¨®xima reforma, ya programada para 2004. Otros pa¨ªses ya han empezado.
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