'Novedades'
Las visitas a librer¨ªas de viejo siempre aportan alguna sorpresa agradable. Hace pocos d¨ªas encontr¨¦ varios ejemplares de la revista Novedades. No dud¨¦ en hacerme con ellos para disfrutar del tratamiento fotogr¨¢fico que ofrec¨ªan desde sus p¨¢ginas. Este semanario ilustrado se empez¨® a publicar en junio del a?o 1909 en San Sebasti¨¢n. Su puesta en marcha fue iniciativa de Rafael Picavea, un industrial, propietario tambi¨¦n del diario El Pueblo Vasco, instalado en la capital donostiarra. El estilo de la revista y su contenido se dirig¨ªa a un p¨²blico con holgura econ¨®mica. El precio de 20 c¨¦ntimos no pod¨ªa resultar muy atractivo a la gente humilde, m¨¢s preocupada por alimentar a la prole todos los d¨ªas. La portada era toda una fotograf¨ªa que, al pie, dejaba espacio suficiente para incorpora el nombre de la publicaci¨®n y un escueto texto explicativo de la imagen. Se empleaban dos tipos de papel, el de inferior calidad era para publicidad y comentarios escritos, aunque tambi¨¦n aceptaba dibujos y espor¨¢dicamente alguna foto. La informaci¨®n gr¨¢fica propiamente dicha se ubicaba en un cuadernillo central con diecis¨¦is p¨¢ginas, l¨¢minas de papel satinado donde se imprim¨ªan las fotograf¨ªas por el sistema de huecograbado. La calidad de reproducci¨®n era espl¨¦ndida. El resultado magn¨ªfico.Las im¨¢genes pod¨ªan llegar de cualquier punto de la regi¨®n vascongada, incluida Navarra, el resto de Espa?a y el extranjero. Instant¨¢neas y poses estudiadas se repart¨ªan el espacio. Trataban temas muy diversos. Los asuntos de la familia real merec¨ªan atenci¨®n especial, no en vano Picavea hab¨ªa destinado dos reporteros a cubrir de manera permanente todos los viajes y visitas de los reyes. As¨ª, nos encontramos, entre otras muchas escenas, al rey Alfonso XIII acompa?ando a los infantes Carlos y Luisa en un paseo por el monte Ulia, desembarcando de su yate en el puerto de Getaria, o revistando tropas. La reina Victoria Eugenia, con la infanta Mar¨ªa Teresa, dentro de la iglesia del Buen Pastor, ped¨ªa a la Virgen (as¨ª reza el comentario) "protecci¨®n y triunfo" para la campa?a de Melilla del Ej¨¦rcito espa?ol. En otros momentos, la regia figura entregaba premios a los ganadores del concurso internacional de "lawn-tenis"o presid¨ªa la tribuna del hip¨®dromo de Ondarreta durante un concurso h¨ªpico. Los cortesanos y otro p¨²blico elegante tambi¨¦n jugaba su protagonismo. All¨ª estaban los participantes en las regatas de balandros en el Abra o los que acud¨ªan a presenciar las competiciones aeron¨¢uticas en Biarritz.
Con todo, el intuitivo sentido comercial de Picavea no imped¨ªa combinar sus criterios elitistas con otro tipo de manifestaciones m¨¢s populares. Las corridas taurinas, los partidos de rebote en el front¨®n de Atocha, las fiestas de San Ferm¨ªn en Pamplona o sencillamente el ambiente veraniego de la playa de La Concha mostraban su cara m¨¢s alegre. Los participantes en la carrera de cintas en la villa de Placencia, las alumnas de la Escuela Normal de Maestras de Bilbao, los hu¨¦rfanos y abandonados del asilo o los ni?os de los caser¨ªos de Loyola ba?¨¢ndose desnudos en el r¨ªo Urumea, eran otra parte del paquete informativo. Las tradicionales fiestas "euskaras" en Azkoitia o las del batzoki de Bego?a cubr¨ªan el espectro nacionalista. Im¨¢genes de Perezagua lanzando un mitin en Gallarta o un sentada frente a la Diputaci¨®n de Vizcaya serv¨ªan para ilustrar huelgas y reivindicaciones obreras. En definitiva, al igual que hoy d¨ªa, una informaci¨®n gr¨¢fica diversificada para ampliar el numero potencial de compradores.
En su aspecto formal, las tomas se pueden considerar muy convencionales. Con cierta ingenuidad, emprenden incursiones compositivas, al amparo de la instanteneidad y lo imprevisto, pero no terminan por romper las cintas de un cors¨¦ est¨¦tico tradicional. Su valor incuestionable es el documental. Abren ventanas al pasado, nos dan claves olvidadas de nuestra propia identidad, de unos comportamientos con frecuencia olvidados que ayudan a comprender el presente.
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