El combustible y la pesca R. FRANQUESA/J. LLEONART/P. OLIVER/J. L. S?NCHEZ-LIZASO
El reciente conflicto de la pesca ha puesto sobre el tapete la especificidad del sector: no es el mercado el que marca los l¨ªmites de la explotaci¨®n, sino la propia naturaleza. Y ah¨ª deben intervenir las administraciones.
Peri¨®dicamente surgen noticias sobre los problemas de la pesca. La m¨¢s reciente ha sido la protesta por parte de los pescadores por el aumento del precio del combustible; en anteriores ocasiones las causas hab¨ªan sido otras. Las manifestaciones son diversas, pero la enfermedad es la misma: la sobreexplotaci¨®n. Dicho brevemente, el poder de la pesca es superior al que es necesario para explotar los recursos de una manera sostenible, es decir, capaz de satisfacer tanto las necesidades de las generaciones presentes como de las futuras, de manera continuada y sin provocar el deterioro del recurso.Esto es algo que sucede en todo el mundo. El sobredimensionamiento de las flotas es el resultado de la carrera para obtener una riqueza que es del primero que llega y conduce al agotamiento de los recursos. Una pesca sostenible implica mantener en la mar una poblaci¨®n de peces suficiente para generar unos excedentes de biomasa que son los que tendr¨ªamos que limitarnos a explotar. Si se supera ese l¨ªmite las capturas y los beneficios disminuyen. En esta situaci¨®n un aumento de la intensidad de pesca puede producir beneficios a corto plazo pero resulta contraproducente a medio y largo plazo. Sin embargo la tentaci¨®n de convertir en dinero un recurso que otro, m¨¢s avispado, puede obtener antes que nosotros constituye un est¨ªmulo casi irresistible. As¨ª se cae en la espiral de la sobrepesca, invirtiendo cada vez m¨¢s en tecnolog¨ªa y potencia para hacer la pesca rentable a corto plazo. En esta carrera, la necesidad de correr m¨¢s que los dem¨¢s estropea la eficacia de la propia pesca en forma de descartes masivos de pescado que, peque?o, deteriorado o poco comercial, es devuelto al mar sin vida, con lo cual su contribuci¨®n al ciclo vital es nula o muy escasa.
Los s¨ªntomas de la enfermedad, la sobrepesca, son los problemas econ¨®micos que se manifiestan en forma de protestas por las tallas m¨ªnimas, las mallas legales, los fondos de pesca, las vedas y, ahora, el precio del carburante, que, en definitiva, no son sino demandas de m¨¢s captura o de subvenci¨®n. Las soluciones que se dan tradicionalmente a estos problemas son econ¨®micas, es decir, no muy distintas de las que se aplican a la producci¨®n de cualquier otra mercanc¨ªa: soluciones econ¨®micas a problemas econ¨®micos. Sin embargo el recurso pesquero no se deja regular s¨®lo por este sistema. Tratar un recurso natural autorrenovable como si fuera capital es algo que no funciona. Para la econom¨ªa neocl¨¢sica "capital monetario" y "capital natural" son diversas formas de una misma categor¨ªa, y por tanto, intercambiables. Pero la cosa no funciona as¨ª. La explotaci¨®n de los recursos renovables, ya sea pescado o agua potable, no puede crecer indefinidamente. No es el mercado quien marca los l¨ªmites de un recurso natural, es la naturaleza. ?Quiere esto decir que nuestras pesquer¨ªas est¨¢n abocadas al colapso? No necesariamente. Pero para evitarlo se tiene que hacer algo m¨¢s que arreglos econ¨®micos. Se necesita una planificaci¨®n del sector que tenga en cuenta el potencial pesquero de nuestras aguas y que contemple una flota moderna, bien dimensionada y que sea respetuosa con el medio natural. Una correcta gesti¨®n de la pesca tiene que afrontar el conflicto existente entre la b¨²squeda de una rentabilidad a corto plazo, que conduce a la sobreexplotaci¨®n, y una explotaci¨®n sostenible y rentable a largo plazo.
Este ¨²ltimo conflicto del carburante ha puesto en evidencia adem¨¢s la potencia excesiva de algunas embarcaciones de la flota pesquera del Mediterr¨¢neo. La normativa pesquera limita la potencia m¨¢xima de los arrastreros que faenan en el Mediterr¨¢neo a 500 caballos. No obstante, se ha tolerado y subvencionado el aumento de potencia, cuando en realidad la ¨²nica raz¨®n para que existan arrastreros en el Mediterr¨¢neo de m¨¢s de 1.000 caballos es que ya existen arrastreros de m¨¢s de 1.000 caballos. Un pacto de no superar por ejemplo los 400 o 500 caballos de potencia permitir¨ªa pescar a todo el mundo con costes claramente inferiores a los actuales. Claro que en este caso es necesario cooperar, ya que quien viole el pacto sacar¨¢ ventaja inici¨¢ndose otra vez la alocada carrera hacia una potencia absurda.
Existen otras posibles medidas de gesti¨®n, pero en todo caso se debe escoger el camino de la sostenibilidad. Nuestro mundo va hacia el encarecimiento del combustible f¨®sil, cosa por otra parte bastante previsible, de forma que los procesos que estamos viviendo son dif¨ªcilmente reversibles.
Es dif¨ªcil pensar que el problema se resuelva con acuerdos del tipo de los que se han estado negociando. Precisamente es a partir de las situaciones menos agudas cuando hay que empezar a actuar, desactivando de forma gradual pero en¨¦rgica las ra¨ªces del problema: la sobreinversi¨®n, el exceso de capacidad en relaci¨®n con los recursos existentes, el predominio excesivo de m¨¦todos de pesca muy intensivos en el uso de energ¨ªa y, por tanto, muy vulnerables al aumento de precio del carburante
Son los gobiernos a trav¨¦s de sus administraciones pesqueras quienes deben tomar la iniciativa, dirigir, coordinar y reconducir el sistema pesquero, y no que el sistema les dirija a ellos. Deben ser capaces de crear el marco adecuado y tener la voluntad pol¨ªtica de gestionar con visi¨®n de futuro el uso de un recurso que pertenece, no lo olvidemos, al conjunto de la sociedad. Asimismo es imprescindible que el sector se involucre en la toma de decisiones de gesti¨®n. El sector debe tomar consciencia del problema que supone la explotaci¨®n sostenible de los recursos pesqueros y reclamar un papel activo en su gesti¨®n, abandonando el tradicional sometimiento a una gesti¨®n de car¨¢cter paternalista por parte de las administraciones pesqueras que supuestamente le eximen de responsabilidad ante las consecuencias de ¨¦sta. Amparado en ello, el sector pesquero se enfrenta a la situaci¨®n de sobrepesca de los recursos y a la consecuente falta de rentabilidad de su actividad exigiendo m¨¢s y m¨¢s subvenciones y haciendo o¨ªdos sordos a las se?ales de alarma provenientes de la realidad socioecon¨®mica en la que se mueve y del agotamiento de los recursos sometidos a explotaci¨®n.
R. Franquesa es economista pesquero del Gabinete de Econom¨ªa del Mar de la Universidad de Barcelona, J. Lleonart es bi¨®logo pesquero del CSIC, P. Oliver bi¨®logo del IEO y J.L. S¨¢nchez-Lizaso profesor de la Universidad de Alicante y presidente del Foro Cient¨ªfico sobre la pesca espa?ola en el Mediterr¨¢neo.
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