La huelga del 14-D y la Universidad
La huelga del 14-D ten¨ªa un justo transfondo reivindicativo salarial: siempre son los asalariados quienes tienen que contener la inflaci¨®n a costa de sus sueldos, mientras las ganancias del capital se disparan imp¨²dicamente cada a?o (?para cu¨¢ndo la distribuci¨®n de esas ganancias en una Espa?a que va tan bien?).No obstante, y en el caso concreto de la Universidad, algunos sectores de entre quienes nos movilizamos insistimos en que la cuesti¨®n reivindicativa es mucho m¨¢s profunda y de largo alcance.
Sabemos que cada vez es mayor la responsabilidad que se deposita en la educaci¨®n como resolvedora de las crecientes necesidades de la divisi¨®n social y t¨¦cnica del trabajo de las sociedades mundializadas bajo la hegemon¨ªa de una racionalidad capitalista cada vez m¨¢s incontestada.
Por eso, si en la educaci¨®n se vio siempre un camino de promoci¨®n social, es verdad que hoy cada vez ese camino est¨¢ m¨¢s ligado o pasa indefectiblemente por las exigencias del mercado laboral. Pero no s¨®lo por lo que se refiere a la asunci¨®n de sus objetivos, sino que ella misma como expresi¨®n institucionalizada se encuentra cada vez m¨¢s incrustada en la arena mercantil. Lo que quiere decir, entre otras cosas, que el aspecto cr¨ªtico de la educaci¨®n va cediendo terreno en todos los ¨¢mbitos al pragm¨¢tico.
La racionalidad del sistema ha hecho de las universidades p¨²blicas lugares de jerarquizaci¨®n y selecci¨®n del alumnado generalmente para el capital privado, por encima del aprovechamiento social de las diferentes capacidades. Sin embargo, parad¨®jicamente, en las universidades no se ense?an con tanta eficacia destrezas o aptitudes profesionales respecto al mercado, como s¨ª la aceptaci¨®n de los imperativos de ¨¦ste. Esto es, la interiorizaci¨®n de la sumisi¨®n: la manera de llegar a ser eficientes trabajadores aproblem¨¢ticos (es decir, contratables) el d¨ªa de ma?ana.
Por eso no importa, o incluso es conveniente que las universidades se hayan transformado en prolongaciones de los institutos, clonadas por doquier para garantizar aquella funci¨®n. Pueblerinizadas, en ellas el concepto de universitas como uni¨®n y confluencia de lo diverso que da lugar a pensamiento nuevo (siempre pensamiento cr¨ªtico) enriquecedor, es abandonado. Los alumnos van de casa a la Universidad y de ¨¦sta a casa haciendo cada vez menos vida social interna en ella. El sistema de cr¨¦ditos al que deben responder (parangonable a la intensificaci¨®n del trabajo en los sectores productivos) es tan demencial que apenas les queda tiempo para madurar lo recibido y gestionar sus recursos intelectuales en actividades investigadoras o de reflexi¨®n fuera de las clases regulares. Seminarios paralelos o cualquier otro proyecto que no tenga r¨¦dito en cr¨¦ditos, quedan en la pr¨¢ctica desterrados, dejando expedito el camino, en definitiva, al pensamiento reproductor.
Por otra parte, los m¨¢s aptos (generalmente los m¨¢s d¨®ciles) no tienen por qu¨¦ preocuparse por las mayores o menores deficiencias en su formaci¨®n. ?stas ser¨¢n subsanadas por la empresa privada con una m¨¢s rigurosa y concreta formaci¨®n seg¨²n sus propios requerimientos. Amoldando a los nuevos licenciados a su subjetividad.
Como asimismo se amolda la propia Universidad. Ya que no s¨®lo es que cada vez sea m¨¢s dependiende de fondos privados para la escas¨ªsima investigaci¨®n que en conjunto desarrolla el sistema universitario en nuestro pa¨ªs, sino que la composici¨®n de los consejos sociales es netamente empresarial (hoy ¨²nico agente al parecer con reconocimiento dirigente de lo social). Con ello se afianza la capacidad de incidencia de la empresa privada en los contenidos curriculares y hasta en las decisiones sobre las licenciaturas que se han de implantar en la Universidad.
Las universidades deben demostrar por su parte, que son dignas de los fondos privados, a trav¨¦s de la aplicaci¨®n de una estricta racionalidad competitiva, cada vez m¨¢s ensalzada y urgida desde las propias columnas de los diarios por sesudos gestores universitarios o apolegetas de la Universidad anglosajona.
Mientras, la precarizaci¨®n laboral, sobre la que poco hablan, se adue?a de su personal docente (contra la propia normatividad de las Universidades) y en conjunto se afirma la proletarizaci¨®n del mismo (lo cual nada tiene intr¨ªnsecamente de negativo sino fuera por las condiciones a que hoy lo proletario vuelve a estar sometido).
Seg¨²n los principios de lo que algunos soci¨®logos han llamado la nueva gobernabilidad, los poderes deben contar cada vez m¨¢s con la mayor aportaci¨®n de las energ¨ªas de los gobernados (que han de procurarse por s¨ª mismos su propia supervivencia ante la desregulaci¨®n del espacio social). Ah¨ª est¨¢n los planes estrat¨¦gicos departamentales para demostrarlo: competencia de concurso televisivo para ver qui¨¦n ofrece actividades m¨¢s atractivas a un alumnado convertido en cliente. Obviamente que esa atracci¨®n s¨®lo puede estar ligada, como dijimos, a la rentabilidad para el mercado. Hoy entidad rectora de todo lo humano.
En fin, se requiere de la educaci¨®n la reducci¨®n de lo seres humanos a elementos m¨¢s y mejor utilizables bajo el eufemismo de recursos humanos, la legitimaci¨®n de las nuevas divisiones t¨¦cnicas del trabajo y, en suma, la naturalizaci¨®n de la racionalidad dominante del mercado.
Ep¨ªtome de todo ello es el informe Bricall, joya de esa racionalidad aludida, que merece espacio aparte para una jugosa cr¨ªtica.
?Tendr¨¢n las fuerzas sociales que convocaron la huelga del pasado d¨ªa 14 visi¨®n de todo ello? ?Sabremos quienes hoy estamos implicados en los servicios p¨²blicos ir m¨¢s all¨¢ de nuestros bolsillos, por justo que sea tambi¨¦n atender a ellos?
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