Fado
Carlos Cano ha muerto. Habr¨¢ que avisar a algunas flores, las del Sur sobre todo. Es un deber personal, enti¨¦ndalo. Carlos Cano se ha muerto de verdad y eso es algo que me compete no sabe usted hasta qu¨¦ punto. Porque con qu¨¦ cara le cuento yo a esa ni?a de doce a?os, la misma a la que le ense?¨¦ desde muy peque?a a canturrear conmigo La alacena de las monjas o Mar¨ªa la portuguesa, que Carlos Cano, el due?o de esa voz que sonaba en est¨¦reo en mi Rover 600 cuando nos ¨ªbamos a cualquier parte, se ha muerto para siempre. Que s¨ª, Marina, que se ha muerto de verdad, justo en el momento en que iba a salir de la UCI. Tan dicharachero ¨¦l. Reconcili¨¢ndose de nuevo con ese coraz¨®n que se empe?aba en complicarle un poco m¨¢s la vida. El coraz¨®n, ya sabes. Qui¨¦n lo iba a decir. No s¨¦ c¨®mo explicarlo. De repente dice que ya basta y se detiene sin ninguna explicaci¨®n. Y eso no hay m¨¦dico que lo vaticine. Son caprichos o misterios biol¨®gicos que se escapan de la ciencia. Tendr¨¢s que entenderlo. T¨² lo sabes, t¨² sabes hasta qu¨¦ punto me ha dolido. Si hubiera sido otro, no s¨¦. Pero Carlos Cano, la verdad, me deja por los suelos. Y si lo miras bien, nadie est¨¢ a salvo de nada. De momento ocurre. La aorta se rompe y no hay dios que evite la cat¨¢strofe. Cualquiera est¨¢ expuesto a ese capricho.Ya lo s¨¦. A m¨ª eso de la copla me ven¨ªa algo grande, desfasado incluso. Me sonaba a posguerra y a patio de vecinos, a marujona tendiendo la colada con tonadilla de la Piquer. Pero luego me llega el Carlos Cano y me la sirve de ese modo, tan hecha a mi medida, con la gravedad de su voz, como diciendo que nadie se salva del asombro. Y yo, idiota de m¨ª, voy y le creo. Y me apunto a la agon¨ªa, que ya es decir, y me aprendo sus letras y su m¨²sica, y me hago su pros¨¦lito en el sal¨®n de casa, conduciendo incluso, a golpes de esa nostalgia ajena que me contagia el pu?etero. Y encima lo divulgo. Para que se muera ahora y me deje as¨ª, tan rid¨ªculo ante todo. Pensando que su coraz¨®n y el m¨ªo tienen su propia memoria y cualquier d¨ªa, en el momento exacto, extender¨¢ sus leyes. As¨ª, como quien no quiere la cosa. Lo mismo que un disparo. Sin avisar siquiera.
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