Felicidad
Estas Navidades se ha hablado mucho de la gen¨¦tica, de las clonaciones y de las vacas locas, pero nada de esa "mol¨¦cula de la felicidad" que dicen que genera nuestro cerebro y que tambi¨¦n debe ser hereditaria, por lo menos en cuanto a capacidad para ser feliz, como dice Luis Rojas-Marcos, porque ya despu¨¦s la vida se encarga de facilitarla o machacarla.Es comprensible que no se hable de ello en Navidad, cuando los sentimientos son tan contradictorios que pasan de la risa al llanto por cualquier tonter¨ªa y en cuesti¨®n de segundos. En ese estado de ¨¢nimo la palabra felicidad puede hacer estragos; mejor limitarse de verla en los ni?os sin pronunciarla. Pero una vez pasada la Nochebuena voy a aprovechar el par¨¦ntesis que queda hasta fin de a?o para darle una vuelta por encima al tema porque creo que se lo merece, no es broma, que puede pasar como con la clonaci¨®n, que de repente nos encontramos con la foto de la ovejita Dolly. No es que rechace los adelantos cient¨ªficos, pero a saber lo que puede ser de nosotros cuando metan esa mol¨¦cula en tarros. Lo primero que se me ocurre es que no se tratar¨ªa de hacernos sino de ponernos felices, y eso da que pensar.
El primer efecto de la p¨ªldora habr¨ªa de ser el del olvido, que olvid¨¢ramos todo lo que no nos conviene recordar, lo que hicimos mal, lo que no hicimos y lo que nos hicieron; ni sentimientos de culpa, ni rencores, ni nada de nada, como reci¨¦n nacidos. El segundo milagro ser¨ªa que nos gustara lo que somos y tenemos. Para empezar, la autoestima por las nubes: el f¨ªsico perfecto, la inteligencia preclara, la simpat¨ªa a raudales, n¨¦ctar y ambros¨ªa lo que comamos y bebamos, nuestra ciudad un para¨ªso sin fieras.
Despu¨¦s quedan muchos interrogantes como, por ejemplo, el machismo, ?desaparecer¨ªa o lo necesitar¨ªan los hombres para ser felices? ?Y el f¨²tbol?, ?nos gustar¨ªa a todos? Y as¨ª nos podemos preguntar sobre muchas cosas que a Aldous Huxley se le pasaron de puro modernas y que son a tener en cuenta. Sin ir m¨¢s lejos y para terminar, queda un problema tan amplio y numeroso que es dif¨ªcil de encajar en este mundo feliz; ya se pueden imaginar cual es: el del Tercer Mundo.
BEGO?A MEDINA
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