Las termitas
Por esta ¨¦poca los peri¨®dicos suelen hacer balances o res¨²menes de lo que ha sido el a?o en sus diferentes aspectos. Uno va a dejar a los profesionales del periodismo que hagan esta labor en el ¨¢mbito de la cultura por diversas razones, entre ellas la muy principal de que lo que le preocupa a uno ahora es la s¨²bita llegada de las termitas. Hablo bien, digo bien, no me confundo: las termitas, s¨ª se?or.Ya est¨¢n, helas ah¨ª, convertidas en due?as y se?oras, en monarcas anticonstitucionales, en el teatro Mar¨ªa Guerrero, antes Teatro de la Princesa, ahora de las Termitas, que han obligado a cerrar mientras sus responsables se aprestan a la lucha contra ellas, que ser¨¢ dura, larga y dif¨ªcil. Las termitas han venido, por lo visto, de golpe, de modo inexplicable, como un cicl¨®n de diminutas presencias, como la primavera inversa de Machado. No eran, no estaban y de pronto est¨¢n y son -son, son, son- clamorosas y b¨¦licas, vigorosas reinas de las astillas y las vigas.
Eso significa que el Mar¨ªa Guerrero tendr¨¢ este a?o vacaciones excepcionalmente prolongadas; no vamos a decir que vacaciones porque el Centro Dram¨¢tico Nacional ven¨ªa tom¨¢ndoselo con calma y sus periodos de sesteo, o de preparaci¨®n de actividades, dicho sea con el eufemismo que requieren las circunstancias, ven¨ªan siendo m¨¢s bien intensos. (Eso s¨ª, todos cobrando todo el a?o.)
O sea, que las termitas echan su cuarto a espadas en esto de tener cerrada la sala. "No hay mal que por bien no venga", dijo el conmemorado innombrable.
Mientras tanto, los trabajadores de no s¨¦ qu¨¦, pero tambi¨¦n de la teatrer¨ªa oficial, amenazan, o han amenazado, o amenazar¨¢n, con plantarse como es debido. Y al ministerio le crean en el ¨ªnterin un organismo para preocuparse de la pol¨ªtica cultural en el exterior. Debe de ser para que se dedique activamente, en exclusiva, a las termitas, que es ardua empresa: todos contra las termitas.
Al equipo de Cultura le crecen, pues, las termitas y los organismos y los cat¨¢logos de vivos, muertos y ausentes. Alg¨²n comunicador airado y experto en crisis ha pedido ya la dimisi¨®n ("dimisi¨®n, ya") de alg¨²n dirigente con argumentos que ruborizan, pero es que lo del rubor es hoy cosa de tontos. Ruborizarse es de d¨¦biles mentales. La gente como es debido no se ruboriza. Mamporros, s¨ª; rubores, no.
Estamos, mientras tanto, a la espera de lo que haya pasado (aguardamos datos fiables) con la liberalizaci¨®n de los precios de los libros de texto. Una medida que tiene en contra toda la experiencia de la Uni¨®n Europea. Por si acaso, un alto responsable de Cultura ha dicho que lo que tienen que hacer las peque?as librer¨ªas es especializarse, como en Nueva York, oiga, en New York, en Manhattan, ya digo, o sea, que la papeler¨ªa del pueblo de Castilla la Vieja -vamos a usar las antiguas denominaciones- tiene que poner una librer¨ªa especializada en el lino, en su reciclaje, destrucci¨®n o metamorfosis, que debe de ser asunto bien complejo aunque se lleva mucho y hay acreditados expertos. Una librer¨ªa de lino, y otra, en otro lugar, de teor¨ªa de la comunicaci¨®n, donde, adem¨¢s de explicar a Bell o a Wiener, se explique c¨®mo puede uno ganar cuatro mil millones de pesetas libres de polvo y termitas. Prometo comprar el primer ejemplar que salga de la obra, porque convendr¨¢n en que los agraciados con el Gordo son todos, comparativamente, unos pardillos.
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