Mi aventura tejana con Armstrong
El ciclista asturiano Chechu Rubiera correr¨¢ en el equipo de Lance Armstrong, con quien ya se ha concentrado. EL PA?S publica parte de su diario americano
Mi aventura americana empez¨® el 1 de diciembre en el aeropuerto de Madrid. All¨ª cogimos un avi¨®n de la compa?¨ªa Continental que nos llev¨® al aeropuerto de Nueva York. Fue un viaje de ocho horas largo y pesad¨ªsimo. Antes de aterrizar tuvimos que rellenar un extra?o formulario que s¨®lo pod¨ªa ser obra de los americanos. Nos preguntaban si ten¨ªamos intenciones de entrar a los Estados Unidos para cometer alg¨²n tipo de acto delictivo o para traficar con estupefacientes. La mejor de todas fue la pregunta en la que nos interrogaban sobre si hab¨ªamos prestado alg¨²n tipo de colaboraci¨®n con los nazis durante la segunda guerra mundial. ?Qu¨¦ colaboraci¨®n iba a prestar yo si ni siquiera hab¨ªa nacido?Una vez en el aeropuerto, y mientras esper¨¢bamos los controles de inmigraci¨®n, pude ver desde unos enormes ventanales la ciudad de Nueva York. El Empire State, las Torres Gemelas... Una envidia tremenda para m¨ª que no conozco la ciudad. Casi nada m¨¢s aterrizar nuestras peores expectativas se hicieron realidad. Nos resultaba casi imposible entender nada de lo que dec¨ªan los americanos cuando nos hablaban deprisa y con su caracter¨ªstico acento. Algo tan sencillo como pedirnos que encendi¨¦ramos nuestros tel¨¦fonos m¨®viles (turn on the telephone, please, nos repiti¨® hasta la saciedad una desesperada funcionaria) para comprobar que no ocult¨¢bamos nada en ellos, se convirti¨® en toda una odisea.
En Nueva York cogimos otro avi¨®n para volar a Austin, nuestro destino final. Un coche del hotel nos esperaba para llevarnos al que ser¨ªa nuestro alojamiento durante 10 d¨ªas. Nunca antes hab¨ªa hecho ese trayecto, pero todo me parec¨ªa familiar. Las enormes carreteras, las enormes casas, los enormes coches... Yo todo eso ya lo hab¨ªa visto en las pel¨ªculas americanas.
Al d¨ªa siguiente nos juntamos para el primer entrenamiento. Eran las diez y ya nos estaba esperando el capo, Lance Armstrong. ?l era afortunado, dorm¨ªa en casa. La ma?ana estaba muy fr¨ªa. Nos sorprendi¨® aunque nos comentaron que no era normal esa temperatura tan baja. V¨ªctor Hugo Pe?a, el colombiano, tambi¨¦n nuevo en el equipo, y yo volvimos a entrar en el hotel para coger m¨¢s ropa de invierno. El hotel era tan grande que nos perdimos por los pasillos. Ese primer d¨ªa el entrenamiento dur¨® entre dos y tres horas. Para no hacer demasiados kil¨®metros, Lance decidi¨® coger un atajo y cuando llev¨¢bamos unos cuantos kil¨®metros por este camino el asfalto se acab¨® y nos toc¨® recorrer unos cinco kil¨®metros por un camino de tierra. A los europeos nos dio la risa. Tantas autopistas, carreteras de cuatro carriles y pa¨ªs superdesarrollado para acabar entrenando por una pista sin asfaltar...
Lance dirig¨ªa habitualmente los entrenamientos. Todo eran cruces en los que ¨¦l indicaba qu¨¦ direcci¨®n tomar. Un l¨ªo de carreteras, algunas de acceso a zonas residenciales con las t¨ªpicas casas americanas de madera, su valla, su jard¨ªn y sus buzones made in USA. Un d¨ªa que Lance no vino a entrenarse con nosotros porque ten¨ªa que hacer la prueba en el t¨²nel del viento, de cada cuatro cruces nos equivoc¨¢bamos en uno. Una vez incluso fuimos a parar a una calle sin salida, en una zona residencial. Al final del tramo de carretera s¨®lo hab¨ªa dos canastas de baloncesto. Les coment¨¦ a los compa?eros que casi mejor jug¨¢bamos un partido, pero la idea no cuaj¨®.
Por las carreteras de Tejas pasamos bastante desapercibidos. Los conductores eran bastante prudentes con nosotros los ciclistas y nos respetaban en los adelantamientos, aunque idiotas los hay en todas partes. Me sorprendi¨® la poca importancia que se daba a un bicampe¨®n del Tour de Francia. S¨®lo alg¨²n conductor nos levantaba el pulgar en se?al de reconocimiento y unos pocos se pararon incluso a hacernos fotos. Yo pensaba que en Espa?a un equipo profesional entrenando al completo por las carreteras nacionales, con Lance Armstrong en sus filas no habr¨ªa pasado tan desapercibido.
Durante los entrenamientos, rara vez encontr¨¢bamos a alg¨²n cicloturista, por eso cuando ve¨ªamos alguno, a m¨ª me sorprend¨ªa. Lo que s¨ª nos encontramos eran muchos animales muertos en la orilla de la carretera.... Ciervos, mapaches y algunos otros que no sab¨ªa que eran. Incluso los llegamos a ver vivos. En Espa?a es casi imposible.
Un d¨ªa despu¨¦s de dormir la siesta, Christian, Alejandro (un masajista tambi¨¦n espa?ol) y yo, nos fuimos a jugar al golf. Para nosotros los espa?oles era una nueva experiencia y muy entretenida por cierto. Casi todos los americanos del equipo hab¨ªan jugado alguna vez y el medico Luis Garc¨ªa nos coment¨® que Armstrong tambi¨¦n lo practicaba pues le gustaba y le relajaba mucho.
En las comidas hab¨ªa muy buen ambiente aunque a los nuevos nos costaba un mont¨®n entender a los americanos cuando se pon¨ªan a hablar entre ellos. V¨ªctor Hugo Pe?a comentaba que se cansaba de poner tanta atenci¨®n para entender algo como de entrenar. A m¨ª me pasaba lo mismo. S¨®lo al final notamos una ligera mejor¨ªa en nuestras entendederas, pero muy ligera. Yo pensaba en mis a?os de estudio de ingl¨¦s en el colegio, en el bachillerato y en la universidad... L¨¢stima que entonces s¨®lo pensaba en aprobar.
Las tardes las ten¨ªamos libres y los europeos sol¨ªamos pedirle a Vince, el mec¨¢nico, que nos llevara a Austin o a alg¨²n centro comercial para poder ver cosas o hacer compras. En esos paseos hab¨ªa mucho que ver y todo era muy diferente a lo conocido. A los americanos les encantan las luces de Navidad. Fachadas enteras est¨¢n iluminadas y son visibles a kil¨®metros de distancia y en todos los jardines hay bombillas alumbrando ¨¢rboles enteros. Y no faltan ni los renos ni los Pap¨¢s Noel. Los hay a millares. Lo que no vimos fue ni un solo bel¨¦n ni un ni?o Jes¨²s.
Mi primera experiencia americana me descubri¨® un pa¨ªs donde todo es grande. Las carreteras, las casas, los camiones... Las banderas. Hay muchas banderas y algunas de ellas son gigantescas. Al final mis compa?eros me despejaron la inc¨®gnita: "En Am¨¦rica todo es grande, pero en Tejas todo es a¨²n m¨¢s grande".
La siguiente concentraci¨®n nos espera en Tucson, Arizona. Dicen que aquello es puro desierto. No s¨¦ lo que me encontrar¨¦ all¨ª pero lo que s¨ª s¨¦ es que el ambiente que hay es muy bueno y que el equipo est¨¢ muy bien organizado, y eso es muy importante.
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