De la(s) globalizacion(es) y sus efectos
En dos art¨ªculos publicados en este peri¨®dico los d¨ªas 29 de septiembre y 14 de noviembre, Guillermo de la Dehesa aborda qui¨¦n gana y qui¨¦n pierde con la globalizaci¨®n y la racionalidad o irracionalidad de las posturas ante ella. Para polemizar con fundamento con algunas de sus tesis intento clarificar el sentido de la globalizaci¨®n, para analizar luego sus supuestos efectos.La propuesta es que por globalizaci¨®n o mundializaci¨®n -tanto monta, monta tanto- entendamos la situaci¨®n que se crea cuando existen relaciones, flujos, comportamientos, actores, procesos y valores que tienen origen, act¨²an, se reproducen, repercuten o se identifican en el espacio mundial, debiendo quedar claro que su mera existencia nada dice de su importancia relativa. Hoy son muchas las mundializaciones en curso y densas sus interdependencias. Pero, seg¨²n hablemos de la mundializaci¨®n de la tecnolog¨ªa, de los procesos ambientales, de los valores, de la cultura, de las instituciones, del discurso econ¨®mico o de la realidad comercial, productiva o financiera, podremos afirmar cosas distintas de sus causas, de su naturaleza, del grado alcanzado, de sus tendencias y de sus efectos. Es imprescindible ser conscientes de que lo que es pertinente para un tipo de globalizaci¨®n no lo es para otra, y viceversa. Adem¨¢s, aunque la globalizaci¨®n que hoy impera no es pura ideolog¨ªa, y en eso lleva raz¨®n De la Dehesa, es indudable que hay tambi¨¦n una fuerte componente ideol¨®gica cuando, a escala mundial, se presenta la lectura de los procesos que propone el paradigma neoliberal como la ¨²nica posible, la verdadera: ciencia en estado puro.
Si restringimos el campo de observaci¨®n y nos centramos en la econom¨ªa, ?qu¨¦ es y hace la globalizaci¨®n econ¨®mica? ?Acaso su esencia es mundializar la econom¨ªa de mercado? La respuesta debe ser radicalmente negativa. No, lo que hace es globalizar el sistema econ¨®mico capitalista, dentro del que el mercado es s¨®lo uno de los componentes -adem¨¢s, de condici¨®n concreta muy variada- junto a relaciones y grupos sociales muy espec¨ªficos, estructuras de poder e instituciones de car¨¢cter dispar. Ser¨¢ harto dif¨ªcil anudar un debate serio con quienes consideran que la globalizaci¨®n es algo radicalmente diferente de lo aqu¨ª postulado o con los que saltan de una a otra acepci¨®n seg¨²n convenga, hablando de todas como si fueran una sola y misma cosa, sin hacer las distinciones precisas para evitar aplicar razonamientos o conclusiones propios de un ¨¢mbito a otro, al que en modo alguno corresponden.
Para establecer sus principales efectos y los colectivos afectados por ellos se formula primero una cr¨ªtica a algunas de las tesis m¨¢s usuales, para a rengl¨®n seguido proponer una lectura alternativa.
Cinco son los efectos gen¨¦ricos, supuestamente inducidos por la globalizaci¨®n, que van a ser objeto de cr¨ªtica.
1. La globalizaci¨®n conlleva un aumento de la competencia. Cuando hablamos de competencia, los economistas solemos referirnos a una situaci¨®n que requiere el cumplimiento de unas exigencias muy estrictas y de la que surge una asignaci¨®n ¨®ptima de los recursos. Pretender que los aumentos de apertura y de rivalidad entre grandes complejos empresariales conducen a esa situaci¨®n de competencia, con la que se asocia todo un rosario de efectos positivos, es incorrecto, porque algunos de los aspectos m¨¢s profundos de la globalizaci¨®n econ¨®mica nacen precisamente de situaciones de oligopolio y reproducen su existencia. Lo cual no empece para que est¨¦ bien apreciada la mayor competencia que tiende a producirse entre pa¨ªses.
2. La globalizaci¨®n provoca una reducci¨®n de los precios. Sin entrar en tecnicismos y tomando el mercado que m¨¢s espectacularmente parece globalizarse, en la fase de auge de la globalizaci¨®n financiera, los tipos de inter¨¦s reales, descontado el efecto de la inflaci¨®n, tienden a subir respecto al nivel alcanzado en otros momentos hist¨®ricos, con consecuencias beneficiosas para los prestamistas y negativas para todos los prestatarios. De forma similar, el impacto de la globalizaci¨®n sobre el precio de los bienes y servicios resulta, cuando menos, incierto, al combinarse la desaparici¨®n de mercados protegidos en algunos pa¨ªses con el auge de situaciones de oligopolio y el predominio de pol¨ªticas antiinflacionistas.
3. La globalizaci¨®n induce afluencia de capitales extranjeros productivos hacia el mundo subdesarrollado. Enfatizar la "aparici¨®n de nuevos capitales extranjeros que producir¨¢n localmente en el mundo subdesarrollado" (29 de septiembre) no soporta la contrastaci¨®n emp¨ªrica, porque los dirigidos al mundo subdesarrollado suponen una proporci¨®n absolutamente minoritaria de los totales y su recuperaci¨®n en los a?os noventa est¨¢ marcada por procesos de privatizaci¨®n y por su concentraci¨®n en muy pocos pa¨ªses, con exclusi¨®n de la inmensa mayor¨ªa de los pa¨ªses subdesarrollados.
4. La globalizaci¨®n es un eficaz mecanismo para evitar la emigraci¨®n forzosa. Es una afirmaci¨®n parad¨®jica, salvo que sea la expresi¨®n de un buen deseo, porque lo ¨²nico que, en efecto, no se globaliza es el movimiento de personas. Sin embargo, los emigrantes potenciales de los pa¨ªses subdesarrollados no renuncian a emigrar y se radican en sus sociedades de origen porque la globalizaci¨®n cree actividades econ¨®micas viables en esos espacios, sino por la sistem¨¢tica elevaci¨®n de barreras de entrada en los pa¨ªses ricos, cada vez mejor coordinadas y m¨¢s sofisticadas.
5. La globalizaci¨®n es generadora de crecimiento y convergencia generalizados. Postular que "el proceso de globalizaci¨®n y progreso econ¨®mico, en estos ¨²ltimos 50 a?os, ha conseguido un elevado crecimiento de la econom¨ªa mundial" o aludir a "las ganancias extraordinarias de la globalizaci¨®n" no se ajusta a los hechos. La globalizaci¨®n actual se acelera a partir de los setenta y el crecimiento de la econom¨ªa mundial, desde esa fecha, est¨¢ siendo claramente inferior al de fases anteriores.
Frente a los criticados, se seleccionan, a modo de propuesta alternativa, cinco efectos derivados de la globalizaci¨®n, que tienen una enorme relevancia para entender lo que realmente significa.
1. La globalizaci¨®n modifica la correlaci¨®n de fuerzas, en favor del capital y en perjuicio del trabajo. Dado que el capital se escinde en m¨²ltiples capitales y la globalizaci¨®n favorece al primer grupo en detrimento del segundo -lo hace porque aumenta la incertidumbre, es mayor la movilidad de los capitales y suben los tipos de inter¨¦s reales-. En cuanto al trabajo, tiene raz¨®n De la Dehesa cuando considera que pueden salir beneficiados los trabajadores cualificados en general y abiertamente perjudicados los no cualificados de los pa¨ªses desarrollados. En cambio, es excesiva su tesis sobre el impacto positivo para la gran mayor¨ªa de los trabajadores de los pa¨ªses subdesarrollados; puede ser el caso para los que se emplean en las empresas de capital extranjero o en los entornos directamente vinculados a ellas, pero para los dem¨¢s -la inmensa mayor¨ªa de la fuerza de trabajo- el impacto ser¨¢ mucho m¨¢s complejo y dependiente del que se produzca sobre el conjunto de sus econom¨ªas y de sus sociedades. Finalmente, el efecto sobre los consumidores es m¨¢s ambiguo de lo que postula De la Dehesa, porque no puede darse por supuesto el impacto sobre los ingresos ni la reducci¨®n de los precios de bienes y servicios o del capital.
2. La globalizaci¨®n profundiza el desajuste entre los espacios con capacidad reguladora p¨²blica y los espacios en los que opera y se reproduce el capital. Es una consecuencia de trascendencia social: el capital o escapa a la red reguladora tejida a su alrededor o consigue que mute su condici¨®n, pasando de p¨²blica a privada. Esto sucede aunque haya crecido la trama de instancias reguladoras en el ¨¢mbito internacional. Las implicaciones son enormes y hay que coincidir con De la Dehesa en el prop¨®sito de b¨²squeda de instituciones que aumenten la solidaridad mundial, difundan de forma paritaria los beneficiosos efectos potenciales de la revoluci¨®n tecnol¨®gica por todo el mundo y regulen el proceso de globalizaci¨®n. Pero dif¨ªcilmente podremos ponernos a la tarea, ni menos a¨²n ser eficaces en su prosecuci¨®n, si no logramos una comprensi¨®n de lo que est¨¢ sucediendo, ni somos conscientes de los intereses en juego, ni de las poderosas fuerzas subyacentes.
3. La mundializaci¨®n del modelo de producci¨®n y consumo dominante en los pa¨ªses desarrollados produce un impacto ecol¨®gico de rango tambi¨¦n global. No es algo que pueda tratarse al margen de los procesos de globalizaci¨®n econ¨®mica, porque procede directamente de ellos. De poco vale que nos ocupemos del calentamiento global, el cambio clim¨¢tico o los alimentos transg¨¦nicos si lo hacemos al margen de la l¨®gica que impulsa todo el proceso econ¨®mico, escrupulosamente preocupados por no interferirla.
4. El auge de las finanzas mundiales y la fragilidad que le acompa?a conciernen a su propio ¨¢mbito, pero, a la vez, generan un riesgo sist¨¦mico que amenaza el funcionamiento de la econom¨ªa en su conjunto. El vivir una fase que podr¨ªamos denominar de reino de las finanzas induce aumento de la incertidumbre y perturba el funcionamiento de la econom¨ªa en su conjunto, en particular el de sus componentes m¨¢s vulnerables. Hasta ahora hemos vivido amagos -contagio de crisis financieras- que son un mero indicio de lo que puede llegar a suceder si no se rectifica a tiempo.
5. Finalmente, frente al se?uelo de la globalizaci¨®n como homogeneizaci¨®n y convergencia a escala universal, hay indicios de que aumenta la marginaci¨®n de un gran n¨²mero de espacios sociales. No es s¨®lo que las circunstancias internas de los pa¨ªses m¨¢s desfavorecidos "... les impide aprovecharse de la globalizaci¨®n y del progreso t¨¦cnico" (14 de noviembre), sino que la propia l¨®gica de la mundializaci¨®n tiende a producir este resultado.
Muchos de los activamente implicados en los movimientos antiglobalizaci¨®n ni se ver¨¢n reflejados ni considerar¨¢n que la caracterizaci¨®n propuesta por De la Dehesa representa con fidelidad la compleja din¨¢mica en la que participan -"sindicalistas de pa¨ªses ricos..., algunas ONG respetables... y, los m¨¢s numerosos, grup¨²sculos radicales y violentos de estudiantes y activistas de pa¨ªses desarrollados, que pueden pagarse el viaje..."-. No vamos a entrar en ese debate, pero, en cambio, s¨ª comentar la afirmaci¨®n de que no tiene ning¨²n sentido pr¨¢ctico criticar "los procesos generales inherentes al desarrollo de la econom¨ªa mundial" y, en cambio, s¨ª lo tienen las "protestas contra situaciones concretas" (14 de noviembre). Dista de estar claro, porque es m¨¢s pr¨¢ctico llegar a las causas que s¨®lo actuar contra los efectos; no se debe confundir lo pr¨¢ctico con lo m¨¢s f¨¢cilmente alcanzable; no es m¨¢s pr¨¢ctico soplar el humo -consecuencia- que combatir el fuego -causa-, aunque sea m¨¢s sencillo lo primero que lo segundo. Es necesario desvelar la l¨®gica de los procesos y el car¨¢cter de sus efectos, analiz¨¢ndolos con rigor y denunci¨¢ndolos cuando haya lugar, aunque al hacerlo se vaya contracorriente, porque son poderosas las fuerzas que los sostienen. El que la cr¨ªtica no vaya a conseguir resultados inmediatos ni valida la consistencia del discurso dominante ni la bondad de la realidad que defiende, ni priva de sentido profundo a los que critican.
?ngel Mart¨ªnez Gonz¨¢lez-Tablas es catedr¨¢tico de Econom¨ªa Internacional y Desarrollo de la UCM.
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