La contaminaci¨®n acorta la vida
Varios estudios destacan la relaci¨®n entre poluci¨®n, muertes prematuras y diversas enfermedades
No es necesario vivir en Cracovia (Polonia) o Atenas (Grecia), dos de las ciudades europeas que padecen una peor salud medioambiental, para sufrir los efectos de la poluci¨®n. En lugares con niveles de contaminaci¨®n medios -un segmento en el que se encuentran las principales ciudades espa?olas- el humo del tr¨¢fico y, en menor medida, el industrial o el procedente de incineradoras de residuos, interviene de forma notable en patolog¨ªas cardiovasculares hasta el punto de que son uno de los factores que acortan la vida de los ciudadanos.
'Niveles moderados de contaminaci¨®n tambi¨¦n suponen un riesgo para la salud'. Ferran Ballester, doctor de la unidad de epidemiolog¨ªa y estad¨ªstica de la Escuela Valenciana de Estudios de la Salud, apoya esta afirmaci¨®n en los resultados obtenidos en un trabajo realizado junto a Jos¨¦ Mar¨ªa Ten¨ªas y Santiago P¨¦rez-Hoyos que publica este mes el Journal of Epidemiology and Community Health.
El estudio muestra una asociaci¨®n significativa entre la contaminaci¨®n atmosf¨¦rica y las urgencias cardio y cerebrovasculares atendidas en los hospitales, mientras que no aprecia relaci¨®n con las dolencias g¨¢stricas. Entre 1994 y 1996 los investigadores valencianos midieron los niveles diarios de humos negros, di¨®xido de azufre (SO2), di¨®xido de nitr¨®geno (NO2), mon¨®xido de carbono (CO) y ozono (O3) del aire de la ciudad de Valencia y lo compararon con los ingresos de urgencias registradas en los dos principales hospitales, el Cl¨ªnico y La Fe. Un aumento en los niveles de di¨®xido de azufre y de mon¨®xido de carbono se vincul¨® a un incremento de las urgencias por enfermedades de coraz¨®n. Por cada aumento de 10 microgramos por metro c¨²bico de SO2 -la media en la ciudad es de 25,6- se observ¨® que los de ingresos por enfermedades cardiovasculares aumentaban en un 3%.
Part¨ªculas en suspensi¨®n
En el caso de las part¨ªculas en suspensi¨®n se observ¨® una relaci¨®n similar. Estos contaminantes, uno de los principales agentes pat¨®genos que se encuentran en el aire de las ciudades, son restos min¨²sculos de materia, fruto de la combusti¨®n incompleta del carb¨®n y derivados del petr¨®leo que, gracias a su peque?o tama?o -unas 10 micras- entran con facilidad en el aparato respiratorio y de los pulmones pasan al torrente sangu¨ªneo, provocando problemas cardiovasculares y respiratorios.
Un incremento de 10 microgramos c¨²bicos de estas part¨ªculas -frente a una media de 43,7- iba seguida de un aumento de l,5% de ingresos hospitalarios, seg¨²n recoge el estudio. Estas evidencias se suman a otro estudio elaborado por Ferran Ballester y sus colaboradores entre 1991 y 1993. En este caso, el objetivo fue relacionar los efectos de la contaminaci¨®n atmosf¨¦rica en la ciudad de Valencia -con niveles comparables a Par¨ªs, Londres o Barcelona- y la mortalidad registrada. El equipo valenciano encontr¨® una asiociaci¨®n significativa entre indicadores de poluci¨®n y fallecimientos, m¨¢s clara en las part¨ªculas de suspensi¨®n que en el di¨®xido de azufre. A cada aumento de 10 microgramos de part¨ªculas por metro c¨²bico de aire analizado le acompa?aba un incremento del 0,8% en la mortalidad diaria.
Ballester precisa que los niveles de contaminaci¨®n de las ciudades espa?olas no son los mismos de hace 20 a?os. De una poluci¨®n b¨¢sicamente industrial se ha pasado a otra en la que los principales agentes son los motores de los veh¨ªculos. De los tubos de escape sale ya m¨¢s de la mitad de los agentes contaminantes. Estos cambios han provocado que el nivel de contaminaci¨®n en Espa?a sea medio -en ocasiones bajo- y que haya descendido notablemente las emisiones de di¨®xido de azufre, de origen b¨¢sicamente industrial.
Adem¨¢s del impacto en la mortalidad y de los peligros cardiovasculares, existen evidencias de que los niveles actuales de contaminaci¨®n atmosf¨¦rica urbana repercuten tambi¨¦n en el sistema respiratorio. El proyecto APHEA, realizado en varias ciudades europeas y publicado en 1997, demostr¨® que a un aumento de 50 miligramos por metro c¨²bico de NO2 segu¨ªa un incremento de ingresos por asma del 3%. El mismo incremento en niveles de ozono se asoci¨® con un 4% m¨¢s de casos de ingresos por enfermedad pulmonar obstructiva cr¨®nica.
Los peligros de la salida a la atm¨®sfera de todos estos elementos pat¨®genos 'no son muy elevados a nivel individual', matiza Ballester, 'aunque s¨ª son importantes en t¨¦rminos de salud p¨²blica'. Son las personas m¨¢s d¨¦biles quienes tienen m¨¢s probabilidades de que las enfermedades de base cardiacas o pulmonares que padecen se agraven y deriven en una muerte prematura.
Estudios elaborados en Europa han ido mucho m¨¢s lejos a la hora de traducir en cifras los efectos mortales de la contaminaci¨®n atmosf¨¦rica. Un trabajo elaborado por la Universidad de Basilea y publicado recientemente en la revista Lancet achaca directamente a la poluci¨®n hasta 40.000 de las muertes que tienen lugar anualmente en Austria, Francia y Suiza, el 6% del total de fallecimientos. Seg¨²n este trabajo, la mitad de todos estos casos se deben a la contaminaci¨®n ocasionada por los veh¨ªculos. Ballester se?ala que los ¨ªndices de contaminaci¨®n de estos pa¨ªses son equiparables, si no m¨¢s bajos, a los que registran las principales ciudades de Espa?a. El trabajo tambi¨¦n indica que el coste sanitario de la contaminaci¨®n causada por veh¨ªculos con motor supone en los tres pa¨ªses un 1,7% del producto interior bruto (PIB).
Nuevas directivas
La evidencia demostrada por los estudios de los efectos que tiene la contaminaci¨®n en la salud ha llevado a la Uni¨®n Europea a revisar las directivas que regulan los criterios de calidad del aire de las ciudades. Una norma de junio de 1999, que recoge los estudios elaborados a lo largo de la d¨¦cada pasada, modifica a la baja los baremos permitidos establecidos en otra directiva de 1987. En aspectos como la cantidad de di¨®xido de azufre no se recogen modificaciones sustanciales. Sin embargo, en relaci¨®n a otros agentes, como el di¨®xido de nitr¨®geno, el m¨¢ximo permitido se ha reducido hasta una quinta parte de los establecido en la norma anterior y ha pasado de las 200 miligramos por metro c¨²blico a 40. La norma establece un plazo de dos a?os para su entrada en vigor, aunque establece periodos de adaptaci¨®n de hasta 10 a?os para algunos contaminantes.
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