T¨¢pense las narices

Los habitantes del peque?o municipio de Mes¨ªa (A Coru?a) han comprobado en cuatro d¨ªas lo poco que importan a sus gobernantes. La Xunta ha elegido una mina al aire libre de esa localidad para arrojar sin las debidas precauciones y sin dar aviso a la poblaci¨®n centenares de reses muertas. El resultado ha sido un orificio infecto, situado a 200 metros de viviendas y 500 de una escuela, del que rebosan materiales putrefactos y que, al decir de los afectados, ha contaminado un manantial cercano. Tal desmesura, que s¨®lo ha cosechado cr¨ªticas, habr¨ªa bastado para que cualquier administraci¨®n diese marcha atr¨¢s y buscase mejor dep¨®sito para los cad¨¢veres de las vacas. Pero la Xunta, haciendo o¨ªdos sordos a las protestas de los vecinos, ha anunciado su intenci¨®n de seguir enterrando vacas en ese pudridero improvisado.

Este grosero empecinamiento no s¨®lo muestra una completa falta de sensibilidad en un momento de m¨¢xima alarma social ante el fen¨®meno de las vacas locas, sino que posiblemente vulnera la normativa vigente. Entre las contradictorias explicaciones emanadas de la Xunta cuando el dep¨®sito fue descubierto por los vecinos estaba la afirmaci¨®n de que s¨®lo los animales con s¨ªntomas de padecer la encefalopat¨ªa espongiforme bovina hab¨ªan de ser sometidos a incineraci¨®n. Tambi¨¦n aleg¨® que su planta incineradora no daba abasto, por lo que estaba facultada para arrojar provisionalmente a los animales muertos sin sospecha de enfermedad en un vertedero controlado.

Bastaron dos d¨ªas para que estas razones empezaran a debilitarse y la propia Xunta, ante la evidencia de las filtraciones que se produc¨ªan en la fosa, reconociese que los 'trabajos de adaptaci¨®n' del vertedero, es decir, de la mina a cielo abierto, no hab¨ªan terminado. Afirmaci¨®n que equivale a admitir que los animales han sido arrojados en un lugar inadecuado para ese fin. Tampoco parece tenerse en pie el argumento de que s¨®lo los animales sospechos de encefalopat¨ªa han de ser incinerados. Aparte de la grave sospecha de que la Xunta no les ha practicado las pruebas pertinentes para descartar la infecci¨®n, el propio real decreto que regula la eliminaci¨®n de materiales espec¨ªficos de riesgo, en vigor desde el pasado 25 de noviembre, obliga a incinerar todos los cad¨¢veres de bovinos de m¨¢s de 12 meses y s¨®lo reconoce como almacenes intermedios espacios cubiertos especialmente habilitados al efecto. El propio ministro de Agricultura ha afirmado que las vacas muertas en granjas, est¨¦n o no enfermas, han de ser obligatoriamente incineradas, debido a que el prion s¨®lo desaparece a partir de los 800 grados. Una pr¨¢ctica que otras comunidades gobernadas por el PP, como la de Madrid, ya han puesto en marcha.

Es inconcebible que ning¨²n responsable de la Xunta haya salido a dar explicaciones. Tampoco es normal que no intervenga el ministro de Agricultura, una de cuyas funciones es la de coordinar la sanidad animal en Espa?a. En Mes¨ªa, entre tanto, el ¨²nico mensaje procedente de sus autoridades que perciben los vecinos es ¨¦ste: t¨¢pense las narices.