Las reinas del sical¨ªptico
El asesor de la Embajada espa?ola en Budapest Miguel Moreta publica un libro sobre las estrellas del cupl¨¦
A Miguel Moreta-Lara (Tetu¨¢n, 1952) le encanta ense?ar la lengua y las letras de su pa¨ªs. Por eso se hizo profesor de Literatura. Pero ante todo le apasiona lo popular, 'la cultura que a¨²n pervive en las calles y que se transforma como pura energ¨ªa', dice. Y por eso se qued¨® a vivir en M¨¢laga hace a?os, antes de marcharse como asesor de Educaci¨®n a la Embajada espa?ola en Budapest (Hungr¨ªa), un lugar, a?ade, 'donde creen que todos los espa?oles somos andaluces'. Y es que, precisa Moreta, en Andaluc¨ªa, a¨²n pervive esa cultura popular, oral, t¨¢ctil y ritual que a ¨¦l le pone m¨¢s que el sacro silencio de una biblioteca. Y por eso escribe libros sobre refranes, supersticiones o pasteler¨ªa olvidada de monjas y abuelas andaluces. O, como le pasa al ¨²ltimo que acaba de publicar, sobre las reinas del cupl¨¦: las diosas del deseo en la Espa?a prefranquista.
En M¨¢s amor y m¨¢s sufrir. Cancionero de Cupl¨¦s, Moreta hace un divulgativo repaso por el entorno social y est¨¦tico de unas mujeres, las cupletistas, que fueron sue?o de varones y pesadilla de se?oras burguesas durante m¨¢s de cien a?os. La obra recoge, adem¨¢s de una antolog¨ªa de letras de tonadillas, solos de zarzuela, cupl¨¦s y coplas, algunas fotograf¨ªas de aquellas cupletistas. Eran tiples que encend¨ªan el erotismo sazonando de gestualidad p¨ªcara canciones tan peregrinas como esa tonadilla del siglo XVIII que dec¨ªa: 'Dame el mandinguillo/ dame el mandingoy/ porque a enmandingarme/ contigo me voy', que cantaba una motrile?a, La Caramba, junto a Miguel Garrido.
Llam¨¢base sical¨ªptico entre finales del siglo XIX y los primeros a?os del XX a un espect¨¢culo donde reinaba la insinuaci¨®n sexual. Se practicaba en teatros o caf¨¦s y, entre n¨²meros variopintos de re¨ªrse, mucho vestuario y algo de arte aflamencado, siempre surg¨ªa la gran figura: actriz, cantante, empresaria y directora art¨ªstica del cotarro. La cupletista no ten¨ªa necesariamente que cantar La Pulga y ense?ar la liga, pues las hab¨ªa que con 'su voz, donaire y galanura' ya romp¨ªan corazones.
Eran nombres m¨ªticos como La Bella Dorita, La Fornarina, La Chelito, Tina de Jarque, La Yankee, La Goya, Anita Delgado, una malague?a que acab¨® cas¨¢ndose con el Maraj¨¢ de Khapurtala, o Raquel Meller. Casi todas, fueran andaluzas o no, nutr¨ªan su est¨¦tica de cierto aire t¨®pico andaluz. Sol¨ªan ser rellenitas (Pastora Imperio, Chelito, Goya o Fornarina) y alegres, hasta que el cine mudo puso de moda la p¨¢lida delgadez que cultivaron las Imperio Argentina o La Argentinita, antes de que llegase el franquismo y pusiera a las mujeres a interpretar el sufrimiento, eso s¨ª, bajo las letras y m¨²sicas magistrales de gente como Le¨®n, Quintero y Quiroga.
'El libro pretend¨ªa rebatir a un historiador franc¨¦s que asegura que en los cupl¨¦s no hab¨ªa referencia a la realidad y es justo lo contrario: si seguimos las letras desde las de las tonadillas esc¨¦nicas que preludian la zarzuela en el XVIII hasta las coplas del franquismo, podr¨ªamos hacer una historia de Espa?a muy exacta', apunta el investigador. 'Las cupletistas, fueron en cierto modo prefeministas, se enfrentaron a censuras y a las costumbres de una sociedad muy hip¨®crita; desde luego eran m¨¢s cachondas que la mayor¨ªa que cantaban copla', concluye Moreta. 'Hoy las hemos olvidado, pero esas mujeres, como luego las estrellas de Hollywood ense?aron a llorar, a besar, a desear y a amar a varias generaciones'.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.