Muerte en el 'para¨ªso'
Una de las noticias m¨¢s deplorables del a?o que nos acaba de abandonar es el espectacular aumento del n¨²mero de inmigrantes fallecidos tratando de atravesar el Estrecho. Y en ¨¦ste que comienza nos desayunamos con el terrible accidente de los inmigrantes ecuatorianos. Este pavoroso hecho casual nos ha permitido contemplar el drama de la inmigraci¨®n desde dentro. No ya s¨®lo por tratarse de trabajadores ilegales hacinados en un veh¨ªculo y rumbo a una faena con claros rasgos de explotaci¨®n; ni por la nueva picaresca de las empresas contratantes que ejercen de intermediarias y buscan escaparse a cualquier responsabilidad jur¨ªdica; o por los claros beneficios que extrae un grupo minoritario del desamparo y menesterosidad ajenas. Su impacto obedece, sobre todo, a los diferentes datos que hemos venido aprendiendo sobre el coste humano y material que comporta su traslado hasta nuestro pa¨ªs. No es nada que ignor¨¢ramos. Es bien sabido que muchos de los inmigrantes y sus familias deben endeudarse hasta las cejas para poder llegar al mundo desarrollado, otros se sujetan adem¨¢s a los requerimientos y chantajes de las nuevas mafias y la mayor¨ªa ha de vivir con temor y oprobio durante un tiempo ilimitado hasta que puedan acceder a la situaci¨®n de 'legalizados'. La tragedia de Lorca ha contribuido a reverdecernos todo esto que ya era bien conocido pero permanec¨ªa latente. Los ocupantes de la furgoneta se convierten en algo as¨ª como una met¨¢fora de la inmigraci¨®n y sus desventuras.
A todo esto hay que sumarle la reciente discusi¨®n de la reforma de la Ley de Extranjer¨ªa, cuyos efectos colaterales quedan fijados como un daguerrotipo sobre las v¨ªctimas de esta tragedia. Cuesta imaginar que un acto administrativo, aqu¨¦l que sirve para reconocer la 'legalidad' del trabajador, pueda decidir sobre su mayor o menor capacidad para ejercer sus derechos. Pero as¨ª es y ha sido siempre. Con independencia de cu¨¢les sean los derechos que poseemos en tanto que seres humanos, su eficacia depende de tal reconocimiento jur¨ªdico-pol¨ªtico. Los 'sin papeles' son as¨ª tambi¨¦n en gran medida 'sin derechos', seres humanos de segunda categor¨ªa. De todo ello ya se advirti¨® en el debate mencionado. Aunque es muy posible que pasara desapercibido para el gran p¨²blico, ofuscado por el debate ¨²nico al que el terrorismo etarra y sus derivaciones nos ha abocado.
Ahora que el ojo de la ciudadan¨ªa se ha abierto hacia el tema de la inmigraci¨®n puede ser el momento para suscitar ese debate perdido. Sobre un asunto, adem¨¢s, que nos seguir¨¢ acompa?ando en los a?os venideros y que cruza todas las dimensiones de la vida social y pol¨ªtica. Nadie duda ya de que el futuro de nuestras sociedades es mestizo, que estamos abocados a perder la c¨®moda homogeneidad ¨¦tnica y cultural a favor de un creciente pluralismo y multiculturalismo. Y afrontar esta nueva situaci¨®n exige grandes dosis de realismo pol¨ªtico. No es f¨¢cil saber compaginar aqu¨ª los requerimientos de la prudencia pol¨ªtica con los imperativos morales que derivan de nuestra identidad pol¨ªtica democr¨¢tica. De ah¨ª que sea imprescindible una discusi¨®n serena y realista en la que la firmeza moral trate de compatibilizarse con nuestra efectiva capacidad de acogida.
Como recientemente ha observado G. Sartori (La sociedad multi¨¦tnica, de pr¨®xima aparici¨®n en Taurus), tenemos que estar preparados para aceptar que no todos los inmigrantes son necesarios y que el mayor desaf¨ªo que suscitan es, precisamente, el de la integraci¨®n en los valores y la forma de vida del pa¨ªs hu¨¦sped. Y los soci¨®logos nos advierten de la conexi¨®n emp¨ªrica existente entre el aumento de la heterogeneidad ¨¦tnica y la disminuci¨®n de la solidaridad. Por no mencionar algo que ya se percibe en las encuestas: un cierto incremento en las actitudes racistas. ?Cu¨¢l es el umbral -el porcentaje respecto a la poblaci¨®n total- a partir del cual la poblaci¨®n for¨¢nea puede ser integrada? ?Tenemos alg¨²n modelo de integraci¨®n? ?Est¨¢ preparado el sistema educativo y laboral para facilitar la integraci¨®n y evitar los brotes xen¨®fobos? Intentar responder a ¨¦stas y otras preguntas quiz¨¢ sea el mejor homenaje que podamos brindar a las v¨ªctimas de Lorca.
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