Jordi Llavina, premio Josep Pla, teje un tri¨¢ngulo amoroso entre dos artistas y una 'hippy'
Normalmente, en todas las veladas literarias que se organizan en Barcelona, Jordi Llavina est¨¢ trabajando tras una mesa, con la cabeza enfundada en unos cascos y un micr¨®fono de la emisora p¨²blica Catalunya Cultura ante la boca. En la noche del s¨¢bado, sin embargo, los t¨¦rminos se invirtieron y acab¨® recogiendo el 33? Premio Josep Pla de prosa en lengua catalana por la novela Nitrato de Chile.
Ayer, en plena resaca, atendiendo a un sinf¨ªn de llamadas de felicitaci¨®n, Jordi Llavina (Gelida, Barcelona, 1968) estaba tan feliz como desconcertado: 'Todo ha sido muy ilusorio, es un poco como la dimensi¨®n desconocida. A¨²n no s¨¦ muy bien qu¨¦ supone haber ganado el premio, pero creo que es como una consagraci¨®n entre comillas. Ahora ya no tengo excusa para no escribir'.
Llavina, que tambi¨¦n ejerce de cr¨ªtico para La Vanguardia, Avui y el semanario El Temps, ya hab¨ªa publicado un libro de cuentos, La m¨¤ tallada (La mano cortada). Como escritor y cr¨ªtico, dice, se siente un poco 'juez y parte', pero se justifica: 'Idealmente no tendr¨ªa que ser as¨ª, pero el pa¨ªs es peque?o. Adem¨¢s, yo me siento m¨¢s un divulgador que un cr¨ªtico propiamente dicho'.
Nitrato de Chile, por la que se ha llevado un premio dotado con un mill¨®n de pesetas, es una novela ambientada en Vilafranca del Pened¨¨s, localidad en la que reside, en los a?os 1969 y 1970. Los personajes son dos artistas, un escritor franc¨¦s y un escritor ruso, y est¨¢ contada por un narrador omnisciente. Ambos han sido invitados por un empresario de la zona que quiere ejercer de mecenas. El escritor ha puesto el acento, sobre todo, en 'la psicolog¨ªa y la dimensi¨®n moral de unos personajes desplazados de su ambiente habitual'. Pero hay m¨¢s: entre los dos y una chica del pueblo se teje un tri¨¢ngulo amoroso.
Marta les introduce, adem¨¢s, en el ambiente hippy de la poblaci¨®n: 'Esta ¨¦poca me ha interesado siempre. Tengo muchos amigos que tienen entre 45 y 50 a?os, que viajaron a la India y se mov¨ªan en los c¨ªrculos de la contracultura. He hablado con ellos y tambi¨¦n he buscado en un semanario que se publicaba entonces en Vilafranca, Tothom. Era un ambiente catalanista y muy de izquierdas'. Como elemento de intriga, avanza el autor, se produce un misterioso secuestro.
Llavina, asegura, se parece bastante al franc¨¦s: 'En un momento dado, ¨¦l reconoce que no escribe mal, pero que nunca ser¨¢ un genio. Y yo s¨¦ que nunca ser¨¦ un genio. Cuando te das cuenta de eso, te quedas muy tranquilo... Adem¨¢s, ¨¦l ha tenido dos relaciones amorosas que han acabado muy mal y a m¨ª me ha pasado tres cuartos de lo mismo. En cambio, el ruso tiene una idea mucho m¨¢s imperial y trascendente de las cosas, arrastra muchos complejos de la ¨¦poca sovi¨¦tica y, en el fondo, dir¨ªa que no tiene los pies sobre la tierra'.
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